Heberto Taracena Ruiz
Sentirse bien
es lo más grande
a que podamos
aspirar,
en las íntimas líneas
del mensaje.
Llevan contrariedades
a frustraciones
que empequeñecen.
El organismo pone
sobre aviso
y la mente no ceja
de insinuar.
Sentirse bien,
-valga exhortar-,
es apreciar
profundamente
esa tranquilidad
oliente a gloria.
Lado contrario,
es penetrar tinieblas
hechas por uno mismo
a palas reincidentes.
No es cosa
de invocaciones
accidentales,
al calor emotivo
o en apuros.
Ni de escudarse sólo
en las fibras genética
y de crianza.
Sentirse bien
es propiciar
que otros se sientan bien.
No pide esfuerzos
sobrehumanos:
Es la propuesta
que haga el individuo,
a gesto continuado;
no aparentar
sentirse bien
de labios para afuera.
Es entender el sentimiento
y su única herramienta:
la razón.
Pero ésta,
habrá de practicarse
a verdad cierta:
dejando a un lado
falsos pareceres.
No para hurgar
la vida que fue antes,
ni la futura.
Estar en el presente
compactado
de segundos bastantes
para ofrecer y dar
lo mejor que tengamos.
Cunduacán, Tab., a 15 de julio de 2021.