Heberto Taracena Ruiz
La realidad no pide
condimento:
es cruda y ya;
aunque,
si mal no entendemos
-que más vale-
nos tiene en salmuera.
Esta realidad,
no entendida,
de la pandemia
galopante
e irrefrenable,
no pide aderezos
para conservar
su nocividad.
Cambia
como los ríos
y demás seres vivos.
-La realidad cambia,
en efecto-.
(Si a veces
parecieran
cambiar las piedras
por insistencia
-mandamiento latino-
de la gota
que perfora la roca).
De ese formato es
la realidad
y aún de contenido
inmensurable.
Reconocerla
es empezar
a entenderla,
sin que ello traiga
aparejadas
soluciones al punto.
Pero reconocerla
ofrece algunas,
siquiera sean,
minúsculas opciones.
Sería peor
negarla,
pues que en tal actitud
nos agitan
y asfixian
circunstancias
a más no poder.
Y no arrancamos,
de buenas a primeras,
entradas;
ni despejamos
salidas.
Está dicho
y es una advertencia:
el Covid 19
no podrá
cambiarse
de la noche a la mañana.
Nos turna, entre vivos,
la velada espera
de su seguimiento.
Cunduacán, Tab., a 8 de julio de 2020