Heberto Taracena Ruiz
Llega la pandemia
de súbito
y toma posesión
de la muerte:
comportamiento
de perdonavidas.
Marca a fondo su timbre
mundial,
sin duda pilotada
por un proceso
de natura:
tanto de parte
de su composición,
como la propia
de sus destinatarios.
Una vez acabada
su tarea,
se esfumará como las pestes
que otros tiempos han sido;
dejando la vacuna
en su memoria
para que nos prevenga.
A regañadientes,
pero entendimos
que con ella
no debía jugarse.
Muy pocos la retaron
saliendo vivos
y otros
a costo de morir.
En todos, sin embargo,
el Covid 19
restregó cicatrices
de por vida:
Con el deseo ferviente
que no vuelva en rebrote
como se ha dicho
excepcionalmente
de otros lugares
con mejores recursos
económicos,
científicos
y tecnológicos.
Es el momento
que todavía no sabemos
evaluar
de dónde vino,
qué de su presencia
y a dónde va o regrese.
Llegó a elevar
un pabellón
de confinamiento
muy expresivo:
Vino en serio
y en serio emite
resonancias
de ecos aterradores.
Cunduacán, Tab., a 15 de octubre de 2020