Heberto Taracena Ruiz
Abiertas o cerradas,
las puertas no serán
de cornisas herméticas.
Cierra el año pasado
sus registros
sobre almanaque
de impensados oscuros;
tal si por ello mismo
las consecuencias
no saltaran linderos
invisibles al tiempo.
Abre dos mil veintiuno
sus puertas
y el flujo de los meses
y días prenombrados
continuará las rutas
repitiendo señales,
una a una,
cuyas hojas de entrada
y de clausura
acatarán nomás
que a picaportes
si apenas lubricados.
Ahí será por donde
la técnica y la ciencia
remarcarán el alto
poco a poco
al Covid 19.
El corto plazo no es
para mañana
pero ya se avizoran
estrategias
que alientan esperanzas
de salvamento,
-¡ah, la vida, la vida!-.
Realidad entre puertas
que cierran y abren
serán las que conduzcan
a vivos derroteros.
Sin embargo un concepto
extraviado
de la confianza
puede aumentar los casos
positivos y muertes,
hasta blandir tentáculos
de la desesperanza,
entre aquejados
y familiares
sin encontrar espacio
para su pena.
Abiertas o cerradas
las puertas no serán
de aleros insalvables.
Cunduacán, Tab., a 2 de enero de 2021