Heberto Taracena Ruiz

Anhelo paz
no la del camposanto,
menos la de esta muerte
solitaria.
Paz entre vivos
con sus diferencias
semejantes.
Quiero…”la paz gigante
que desencoge
mis cansancios.” (1)

Nada de coros
desacordados.
Paz familiar,
individual,
social.
La que nos une
por razones
de sobrevivencia.

No desfilar juntos
quién sabe a dónde
cuando la quemazón
chamusque
los traseros.

Cosa de concentrarse
en uno mismo
sin pasar por alto
no estar solos,
en esta situación
que nos abrasa
cuando debiera
de hacernos abrazar.

Valores en desuso
tienen qué revisarse:
la solidaridad
llevada a prácticas
de corazón sin fotos.
El respeto a la vida
sin afectaciones
y por añadidura
a la de los demás.

Todo se asienta
con el tiempo
y si colaboramos
la paja
llegará a fondo
sin instalarse
en huesas
de fatalidad.

Si aquí
y en otras partes
seguimos festejando
que la movilidad
salga de límites
-como pasa
y queda
evidente-,
en la paz de los muertos
no vamos a encontrar
esta paz que los vivos
regateamos.

Cunduacán, Tab., a 20 de junio de 2020
(1) Don Carlos Pellicer.