Heberto Taracena Ruiz
Si cada espíritu
fuese motivado
por efectos iguales,
el mundo resultaría
de una repetición
desesperante.
El ser humano
no debe ser volcán
que abrase lava
o luces de bengala,
y de un momento a otro
estalle prisionero
de las motivaciones.
Cuentan para él
-ser humano-
tantas salidas
como entradas;
ninguna igual
por más reconocidas
que parezcan.
Lo que motiva a uno,
a otro importa un bledo;
ni con la dosis
del mismo vaso.
Desde un saludo
a una ganancia
van a dispares
destinatarios;
por muy efusivo,
por muy abundante…
Hay personas que sienten
la felicidad
y no ocupan el tiempo
en definirla;
o discutir
sobre el particular.
Sanos de continente,
cabizbajos a fondo
o viceversa.
Jóvenes viejos
y viejos con ánimo
juvenil a su edad.
Ora quienes disfrutan
un bocado,
ora quienes no colman
sus excesos.
Entender y ubicar
pues
las motivaciones,
nace y deshace
en cada alma
por el abrevadero
de su crianza.
En fin, que la vida
goza de tantas…
como personas hay
aquí y allá y allá.
Cunduacán, Tab., a 10 de agosto de 2020