Heberto Taracena Ruiz
Por la salud de Antonelli
Vinagre López.
En posición fetal
la luna niña,
recién parida al empezar
el mes,
transcurre y hace guiña;
como si de rodillas
y cabeza
reposara englobando,
-de arcada conventual-,
por cima el firmamento.
La luna fue embrionaria,
circular, resbalosa,
las veinticuatro horas
de normal crecimiento,
en tanto, alimentada
de mensajes
que le prodigan ojos
fervorosos de amor;
guardando la respuesta
para fines del mes,
cuando en su plenitud,
repartiendo ilusiones,
repose y baje a tierra.
Realizando su ciclo
de treinta días,
por sobre más o menos,
la luna adulta enseña
que el amor aparece,
trepa y se multiplica
y alcanza para quienes
saben aprisionarlo
en libertad y dentro
del pasillo celeste,
que el ser humano curva
a su propio albedrío.
Sabe y recuerda,
la luna, a miradores,
que su luz no atolondra
ni encandila;
y que yendo de niña
a señorita,
echará una mirada
toda amor.
Pasión es luna tierna,
cuarto creciente
y luna llena.
No la agobia ninguna
pandemia:
el amor la protege
e inmuniza,
noches, días y siglos.
Cunduacán, Tab., a 6 de octubre de 2021.