Heberto Taracena Ruiz
La vida es enseñanza
sucesiva,
a que lo nuevo
adáptase, normal.
El punto en que nacemos
se prolonga
sin una solución
de continuidad,
ante la cual debemos
aplicarnos
sin reservas
pero a la vez sin prisas.
No es el sólo conteo
de los días,
materia de actitudes
rutinarias,
que llevan a balances
consecuentes.
La cuenta puede ser
tal simple
y de memoria
como si a tanto repicar
perdieran su sentido
las llamadas.
Cómo dar al instante
su exacta dimensión,
sería interrogante
que ha de corresponderse
con objetividad
y sin ambages.
Aprender a vivir
no es tan sencillo,
tal lo ha catado
el engranaje
generacional.
Aquello que traemos
acumulado, cuenta,
antes que pesar,
de bien o mal.
Salta a la vista cómo
los pájaros emulan
a sus predecesores,
en el vuelo, en el canto
y en su nido.
El Cenzontle es modelo
de perfección,
pero a su casa aérea
adapta materiales
que ya no son
aquellos de otros tiempos.
Así en lo humano,
cuantimás la razón
ha de llevarnos
a restaurar
aprendizajes:
haciendo de lo viejo
lo nuevo, suficiente…
Cunduacán, Tab., a 16 de julio de 2021