Heberto Taracena Ruiz

México no merece el silencio.
No puede ser un panteón
de más de cien millones
de tumbas.

Hablen,
hagan los vivos
que los muertos descansen
en paz.

La paz
de intereses malcriados,
en lo mínimo
que debemos
poner a capítulo.

Es cosa de hoy
que familias enteras
hagan de la violencia
su bocado de vida.

Hay tantas raíces
en terrenos del tiempo,
que ellos no cambiarán
de buenas a primeras.

Somos tantos
que entre tantos
hay para todo tipo de modelos.

Éste que desde niño
vio en sus padres
el sustento, podría,
con toda probabilidad,
replicar
y aglutinar la forma
de llevar el pan a la boca.
Al final,
puede echarse manos
de una justificación
impecable;
pero el final no ocupa
medios que justifiquen
la putrefacción
familiar y social,
entrometida.

¿Que hay patrocinadores
de jugosos recursos
económicos?
Es necia la pregunta.
Y entre tantos millones
no son pocos
ni nacieron
por obra y gracia
de la filantropía.

Pero esto -que va
para largo-;
espera en corto
su contraparte:
no el silencio
que no merece México.

Cunduacán, Tab.,a 26 de septiembre de 2020