Heberto Taracena Ruiz
Igual que el piso de Tabasco
“se sigue construyendo”,
de tal guisa
debiéramos hacerlo:
cedros pellicerianos.

En la búsqueda
del ser que nos conforma,
pasamos como el agua
que baja de la sierra,
y en el otrora abono
los deshechos dominan
y, frecuentes,
tienden a entremezclarse.

¿Qué somos?
¿Qué entrañan las raíces
de que vinimos?
¿Somos barro?
¿Materia plástica?
¿Lluvia ácida?
¿En qué campo de acción
proyectamos
nuestra identidad?
¿Estamos seguros
y en verdad orgullosos
de algunos
comportamientos?
¿Portamos a Tabasco
y lo tabasqueño
aquí y allende
nuestro territorio?
¿Cuál es nuestra carta
de navegación?

En el ¿Qué somos?
hay tanta indecisión
empezando
por el hablar:
hasta el mesero
-sin desdeñarlo-
oculta
su acento original.
A tal parte,
que en un momento dado
no sabemos
si estar aquí
o en otra plaza.

En el ¿Qué somos?
se resumen
las otras preguntas.

Hágase cada cual
un ejercicio
desapasionado;
nada de localismos
que chocan
con globalizaciones
inevitables,
domésticas.

Pero de que amerita
hurgarse
nuestro ser,
no sentaría mal
ni es tarde que digamos…

Cunduacán, Tab.,a 17 de julio de 2020