Heberto Taracena Ruiz

Lo que pasa no vuelve:
pasa, pasa,
pero trillan efectos
dignos de analizarse.

Nada nuevo ni bajo
ni sobre el infinito.

Esto cala en el ser
íntimo de que somos
conformados.

No por todo momento
acaecen las cosas
a pedirse de boca.
Algunas, ¿cuántas?
no se
si hasta parecerá
entrar a los pulmones
aire balsámico,
profundo,
donde uno quisiera
estacionarse
alargando el instante.
Otras veces nos hunden
oscuras nostalgias:
es cuando el equilibrio
de ánimos
podría conducirnos
a entender
qué de agradable y áspero
pueda estarnos pasando.
Lo que no es privilegio
de unos cuántos
sino que abordan
de forma imprevisible.
Si a todos nos saluda
el momento feliz
o su punta contraria.

Sin hurgar demasiado
lo que pasa proviene,
da luz
o sombra
en el presente
y no termina
sino que proyecta
el tiempo por llegar.

Para entender el ritmo
de la vida
hay que llevar sus pasos
de un punto a otro,
hasta el punto por siempre
inacabado.

Cunduacán, Tab., a 27 de febrero de 2021