Heberto Taracena Ruiz

Cuando preguntas
y nadie sabe,
la obra pública
deja de serlo.
No es de dineros
tocar la clave.
Cosas de tiempos
para saberlo.

El que pretenda
quedar con todos
bien, se equivoca
y hace montón.
Ello no obstante,
de varios modos
ha de pulsarse
gruesa opinión.

Obra sobre obra
no es suficiente
según se mira
por lo común.
Más de una vez
reposada gente
ha cuestionado
y cuestiona aún.

Porque emociona
ver que monedas
llegan gestantes
y en buena hora.
Pero ponerlas
bajo las ruedas
puede aplastarlas
la fugadora.

Dineros van,
dineros llegan.
Lo que uno viste
otros demuelen.
Hay novedades
que no resisten
las vestimentas
y a sarro huelen.

Es el futuro
que empieza ya
ágil, poniendo
plumas en alas;
gritando: ¿ocaso
no volverán
a derribarnos
martillo y palas?

Ejemplos tristes,
frescos y añejos,
salen al paso
para advertir,
que la memoria
de oídos viejos
proclama en aras
del porvenir.

Cuando preguntas
y nadie sabe,
la obra pública
deja de serlo.
No es de paquetes
tocar la clave.
Cosas de tiempos
para saberlo.
Cunduacán, Tab., a 3 de febrero de 2021.