Heberto Taracena Ruiz
El sentir tiene que considerarse
en carme propia,
por muy disperso
que concurra.
Qué sienten los padres
que han perdido al hijo
por manos asesinas
y feroces
que andan sueltas.
Cómo va acumulándose
un sentimiento a otro
y qué tonga compacta
la sucesión de hechos.
Ahí es donde las causas
y los cauces
adolecen
de un tratamiento
errante,
por donde quiera
que se vean.
Qué siente el individuo
que se distingue
encabezando
obstrucción de caminos,
cuando,
-sólo de vez en cuando-,
se le pone en su sitio:
la cárcel.
Pero, sobre todo,
al salirse, frecuente,
con la suya,
a partir de dineros
que le agencia
su habitual proceder.
Y que la autoridad
y hasta qué punto
pudo estar avisada
de la estrategia
para salir al paso
del reclamo.
Todo a la vista
tan común y corriente
como para que grupos
celebren a distancia
¿sana?
¡a mano alzada!
Pero, qué siente,
qué siente el ciudadano
que en su conjunto
no forma parte
de quienes han vivido
de la despensa…
Cunduacán, Tab., a 13 de octubre de 2020