Heberto Taracena Ruiz
-Tiempos de pruebas
dibujamos
no muy convencidos,
si bien enterados
del mutismo
y agresiones
de la pandemia.

Para tales tiempos
debiéramos ser
tales personas.

Bienaventurados
quienes viven
alimentados
de una imaginaria
semilla de mostaza;
por entender
la longitud, profunda,
de la felicidad o desventura.

No aquellos
que sienten morir
de salud,
sin poner frenos
a los excesos
de sus desatinos.

Bienaventurados
quienes cultivan
la planta grande
de la condescendencia
dulce o amarga.
Que, si son felices,
no tiran la casa
por la ventana.
Y al sacudirles
la desventura,
tampoco se desmarcan
del punto de la fe,
en reproches.

Bienaventurados
por aceptar
que con reparos
no son tratables
las dolencias.

Su actitud pertinente
hace guardia incansable
sin golpear la pared
ante la adversidad.

Sufren intensamente
el sufrimiento
del ser querido,
pero arreglan espacio
para cultivar
granulados de credo.

Parece que no sienten
ante los ojos
cercanos;
porque su sentir
es profundo;
lo que pasa es que,
como la semilla
de mostaza,
tienden,
concentrados,
ramajes de grandeza.
Cunduacán, Tab., a 7 de agosto de 2020