Heberto Taracena Ruiz
La desubicación
a que nos ha orillado
la pandemia,
hace que, como
la temperatura,
los precios cambien
de residencia:
de la tierra
a la estratósfera.
Sin quitar
que las compras en línea
tengan enajenados
numerosos hogares,
donde camiones paran
a cada nada,
entregando productos
de inconveniencia
fácilmente pedidos,
difíciles de pago
en este río revuelto…
Que se alteren los ánimos,
entendible;
urgen de asimilarse
bajo palabra
que acariciarán fondo
a cierto plazo.
La natura y razón
no pueden agarrarse
de las greñas.
Tienen su curso
que cumplen
en reglas no escritas
pero acatadas,
de que dan testimonios
ejemplares
a los seres humanos.
La pandemia
de repente
y al paso de días
y hechos en proceso
y ejecutados,
nos hace vibrar.
Mas toda vibración
espera
su arribo
al punto de reposo.
Que se alteren
a cero
actividades económicas,
no menos infausto
que el Covid 19.
Muy diferente a que,
de un día para otro,
cada quien venda
al precio
que talantes le hinchen.
Cunduacán, Tab., a 9 de julio de 2020