R O M A N C E S
Heberto Taracena Ruiz.
I
Hijas de tus ojos son
lágrimas desobedientes:
vienen cuando no las llamas
y si las llamas no vienen.
Llorar por todo ha de ser
libertinaje del cuerpo;
quejas en que suele ahogarse
en gotas el sentimiento.
Cuando lloras, de repente
alivio sientes porque,
todo excitado de bálsamo
tu cuerpo mana placer.
Pero tus lágrimas son
suspiros desobedientes:
vienen cuando no las llamas
y si las llamas no vienen.