Heberto Taracena Ruiz.
CCLXXXVII
Quiero pedirte
habitar
la misma casa,
bajo el tejado
de nuestros deseos.
Pero no es
mi voluntad
ultimarte:
tu voluntad primero.
CCLXXXVIII
No es casa reducida.
Ni siquiera se trata
de que estés
a mi lado.
Tan amplia
y con tal aposento,
que podemos caber
sin allanar paredes.
CCXXXIX
Casa de almas,
de cuerpos,
en acomodo,
enlazando linderos.
CCCXC
La misma casa quiero
que vivamos
cuando ya no vivamos.
CCXCI
Quiero pedirte
habitarla
en el presente
que nos cuenta
y le contamos…
CCXCII
Con la luz de la luna
de por vida,
aquella casa eterna,
sin oscuras,
de por muerte…