Heberto Taracena Ruiz
CCLXV
Soñar no es despertar,
ni abrir los ojos.
Es rienda suelta en los anhelos
que recargan amor.
Nadie dirá no haber soñado,
con la respiración
de abejas palpitantes
y sabores espesos
de colmena de monte.
CCCLXVI
Dentro de los misterios andares de lo humano
los sueños interpretan
cortinas
que ocultan realidades
por dudar
y temer
al qué dirán;
pero las dudas hacen de los sueños
interrogantes
y resuellos a ritmo de respuestas
CCLXVII
Los sueños son salmos espirituales
sostenidos y antiguos
que conservan leyendas de amores
posibles de alcanzar.
Es en esos momentos que, sin horas,
los sueños alimentan libertad
a ojos cerrados.
CCLXVIII
Una vez que los ojos desperezan
el sueño queda
como una vibración dada a placer,
sin aquietarse.
Se abriga así en lo íntimo que somos,
picaporte
de anuncios entre luna sin desvelos.