Ahora
Heberto Taracena Ruiz
Ni le huyo ni lo espero
bajo sábanas largas.
Me veo al tanto
de mensajes
descifrables,
que apunto
en buenas líneas,
precaviendo
qué siga…
No voy de prisa.
El reloj es el mismo:
se levanta temprano,
pasa el día en trajines,
diferentes,
fuera de su antes ritmo,
pero afiliado
a la contingencia.
En el programa diario,
necesario,
el buen chaleco
no vestirá segundos
para la ansiedad.
Los ojos no proyectan
horizontes
por lo que pueda pasar
en desacato
de lo que está ocurriendo;
dirigen los sentidos
al presente,
a ritmo de advertencias
cotidianas,
no más…
Desde esta posición,
activa,
simultanea,
voy asumiendo roles
para llamar al día
“profeta del futuro.”
Después
no está en mis manos.
Mas no será terreno
desconocido
y habrá lugar dispuesto
para lo consecuente.
Cunduacán, Tab., a 4 de abril de 2020