Miedo de extranjeros tras atentado en Kabul
Kabul Agencias Desolación total y miedo. Ésos serían los sentimientos entre la comunidad extranjera en Kabul después de que esta mañana un minibús donde viajaban civiles extranjeros, fuera el blanco de un brutal atentado suicida. En teoría como venganza por el polémico vídeo sobre Mahoma, pero es difícil saber si ésa fue la causa o […]
19 de septiembre de 2012


Kabul
Agencias
Desolación total y miedo. Ésos serían los sentimientos entre la comunidad extranjera en Kabul después de que esta mañana un minibús donde viajaban civiles extranjeros, fuera el blanco de un brutal atentado suicida. En teoría como venganza por el polémico vídeo sobre Mahoma, pero es difícil saber si ésa fue la causa o la excusa.
Nueve extranjeros, y un traductor y conductor afganos que iban en el vehículo murieron en el acto. También perdieron la vida dos afganos más que, por mala suerte, pasaba por allí, y ocho más resultaron heridos. La explosión fue tan bestia que el minibús quedó hecho un amasijo de hierros y algunos cuerpos salieron disparados a metros de distancia. A las nueve de la mañana, más de dos horas después del atentado, los cadáveres de los extranjeros continuaban esparramados en lugar del ataque, completamente destrozados. Vomitivo.
El grupo Hezb-e-Islami, liderado por el terrorista Gulbbudin Hekmatyar, reivindicó el atentado. Inicialmente corrió el rumor de que el terrorista suicida era una chica joven de 18 años, algo totalmente insólito porque en Afganistán las mujeres raramente protagonizan ataques y también es poco habitual que conduzcan. Y el terrorista iba en un turismo, que se precipitó contra el minibús. Después la Policía afgana desmintió esa hipótesis.
El atentado ocurrió en la denominada calle de los Cuarenta Metros, una vía de nueva construcción muy ancha, con cuatro carriles en cada sentido, y dos laterales, que conecta el aeropuerto de Kabul con el norte de la ciudad. Los extranjeros que viajaban en el minibús, la mayoría surafricanos y rusos, trabajaban para una compañía aérea y se desplazaban por un lateral de la calle. Se cree que hacían ese trayecto cada día a la misma hora, y que incluso iban vestidos con uniforme de tripulantes. Era fácil identificarlos.
Como consecuencia de la explosión, un cráter de un metro de diámetro se abrió en el pavimento de la calle, y se rompieron todas las cristaleras de un macro edificio destinado a la celebración de bodas que se sitúa delante del lugar del atentado. También resultó afectada una gasolinera, localizada a pocos metros. Por suerte, no voló por los aires, que es lo que se temió en un primer momento.
«Sólo vi a decenas de policías afganos, pero no quise mirar más porque era horrible», explicó una extranjera con los ojos encendidos, a punto de llorar. Había pasado por el lugar del atentado pocos minutos antes de la explosión. Se salvó de milagro. En la zona también se desplegaron tropas francesas y británicas.
La mayoría de organismos y asociaciones internacionales han dado consignas a sus trabajadores extranjeros en Kabul para que extremen las medidas de seguridad, y eviten rutinas y lugares concurridos. Algunos extranjeros se han encerrado directamente en casa. Tienen órdenes de no salir bajo ninguna circunstancia.

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