En su lecho de muerte
me he acostado.
A sucumbir el sueño
de su ensueño.

A contemplar su rostro
enamorado,
sin la sonrisa
suave en la ternura.

Yo quise que me hablará
en el silencio
con nocturnas palabras
de sus labios,
con la ternura azul
de aquellos tiempos
de gardenias y
luz de enamorados.

Era Gabriela el corazón
arcángel
que rezaba el ayer
a sabiendas
que al hoy
no volvería.

Hoy la llevó tranquila
aquí en mi pecho,
cual relicario
o medallón de guía.

Mi Gabi Gaba
para siempre mía.
Mi Gabi Gaba
con mi Dios
un día…

Agenor González Valencia
17 de febrero de 2014