«Me canso ganso que aquí no va a ver corrupción», repite, grita desaforada Guadalupe García López, después que un grupo de seguidores disolvió la conferencia de prensa convocada por presuntos «caciques» del mercado provisional y, también, desde «hace más de veinte», del principal centro de abastos de Tabasco que próximamente será reabierto por las autoridades: el mercado José María Pino Suárez.

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
De lejitos, con radios de comunicación y celulares a la mano, una partida de uniformados observa y escucha las múltiples inconformidades de la «mayoría» de mil 113 locatarios en voz de una decena de representantes que abordó a la prensa tras la inesperada desaparición del puñado de aliados de la convocante Jazmín Rosas González.
Amparo Rodríguez García, propietaria del local de venta de carne de res número 70, es la primera en abrir fuego no sólo contra sus cosocios de las 14 uniones que comparten el espacio temporal del inmueble ubicado en la colonia Casa Blanca, sino que también incluye a las autoridades municipal y estatal.
«Wilson (Salomón Wilson De la Cruz, coordinador de mercados del ayuntamiento de Centro) y Noé (Illescas Corona, administrador de la plaza provincial), están coludidos con quienes, por años, se dicen y no son líderes del mercado», señala, en tono moderado pero con voz firme, la señora que refiere tener 75 años de instalarse en el Pino Suárez.
Un par de mujeres jóvenes, de buen ver, con celulares a la mano, son las que alientan a sus presumibles familiares a confirmar la realidad innegable: la diversidad de intereses e historias negras que mueven y envuelven, desde siempre, a la central de abastos capitalina.
Lejos quedó el «mercado de Villahermosa» que añoró Pepe Del Ribero. Es la impresión que deja la queja de Rodríguez García cuando dice desconocer la convocatoria a la conferencia de prensa: «Hoy nos enteramos por la radio porque a nosotros no nos avisan de nada; todo lo hacen a escondidas», denuncia junto con Jorge May Pérez, propietario de la cocktelería El Gran Camarón.
Sin alzar la voz estaba doña Amparo, cuando apareció entre los reporteros Guadalupe García López. Y con ella, nombres y apellidos de los «caciques», así como palabras altisonantes contra las autoridades, amenazas y la frase de Tin Tan que desde el sábado 1 de diciembre rescato para el habla coloquial mexicano el presidente Andrés Manuel López Obrador:
«Jazmín Rosas y aliados se cree dueña del mercado. Recogieron dinero para pagar la luz y la deuda ya es más de un millón de pesos. La inconformidad no es nueva porque se ha divulgado por las redes sociales. Los caciques se apropiaron de las esquinas; explotan a ambulantes y semifijos, tienen hasta 20 locales a nombre de diferentes personas…Se reclama lo justo, no lo injusto. Son líderes desde hace 30 años, Pech, Barrueta, Yosalinda Ríos Pozo, Jaime Pinto y…»
Entonces la andanada de insultos tocó a las autoridades hasta convertirse en amenazas:
«No vamos aceptar regresar al Pino Suárez si no nos entrega un mercado de calidad, en buenas condiciones; no vamos a poner nada como hicimos aquí (algunos invirtieron en el mercado provisional hasta más de 60 mil pesos para acondicionar sus locales).
» Me canso ganso que no va a ver corrupción. Nos vamos a ir, si así lo quieren, hasta la Ciudad de México para denunciarlo ante el presidente López Obrador…», advierte la secretaria general de vendedores de pescados y mariscos, quien aclaró, en su momento, que ante las irregularidades se había mantenido «en medio, pero ya basta de quedarse callada…»