Mascarriel
*AMLO: “gobierno rico y pueblo pobre…” *Tabasco: el sistema de salud resiste… Mario Ibarra “No puede haber gobierno rico y pueblo pobre”, fue por años uno de los lemas de más impacto del líder AMLO y del 3 veces candidato Andrés Manuel; y lo es hoy del Presidente López Obrador. Y sí: es una de […]
13 de julio de 2020

*AMLO: “gobierno rico y pueblo pobre…”
*Tabasco: el sistema de salud resiste…

Mario Ibarra
“No puede haber gobierno rico y pueblo pobre”, fue por años uno de los lemas de más impacto del líder AMLO y del 3 veces candidato Andrés Manuel; y lo es hoy del Presidente López Obrador.
Y sí: es una de esas frases tronantes que se hacen dogma.
Y como afirmación es taxativa, terminante, definitiva…en abstracto.

¿Cómo que en abstracto?
Pues sí. Porque si usted la pone en boca de AMLO y en el contexto -político, social, histórico- en que la profiere, la cosa cambia.
Sujeto, tiempo y contexto le dan su auténtico significado -y valor- al axioma “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.
López Obrador se refiere al gobierno de México y los pobres incontables de este país.

Y ahí, en ese contexto -lo sostenemos con todo respeto ante la investidura presidencial- la premisa es falsa: el gobierno de México no es rico.
Nunca lo ha sido. Jamás. Y menos hoy.
Al contrario: de 200 años de vida independiente, en cuando menos la mitad de ese periodo, 100 años, los gobiernos en México han sido menesterosos.

Los otros cien anduvieron entre la quiebra total y la inopia, entre la estrechez y la miseria y pocas, muy pocas veces, con las finanzas sanas y la solvencia reconocida.
¿Por qué entonces el Presidente se ha referido y se refiere a un supuesto “gobierno rico”?
Eso es lo que debemos intentar saber…
(“Es rico el que vive como rico”, solía decir un tabasqueño mundialmente conocido. Muchas veces los gobiernos mexicanos, viviendo de prestado, se han dado vida de ricos).

LAS RAZONES…
La primera, la experiencia personal. Las tres ocasiones en que AMLO administró recursos públicos había dinero, y mucho.

1.Como delegado del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco entre 1976 y 1982, AMLO (el INI) recibía dinero de la Federación y del gobierno estatal. Tiempos aquellos. López Portillo nos urgía a “prepararnos para administrar nuestra riqueza”, y el gobierno de Tabasco encabezado por Leandro Rovirosa, recibía las mayores participaciones federales per cápita del país, merced a los derechos de extracción petrolera. (Pero no es que fuéramos ricos como país, sino que, por los yacimientos petrolíferos de Tabaco y Campeche, todo mundo nos ofrecía dinero prestado, el que quisiéramos. No olvidemos que JoLoPo entregó un país en quiebra).

2.Como presidente del CEN del PRI en Tabasco, AMLO administraba las generosas partidas que le destinaba el gobierno estatal con más recursos de la república, el de Enrique González Pedrero. Petropesos de a montón…

  1. Como jefe de gobierno del DF, dispuso de ventajosas circunstancias: a) con los enormes ingresos petroleros durante el sexenio de Fox, las entidades federativas recibieron más participaciones que nunca; b) aun el gobierno federal se hacía cargo de las principales erogaciones del gobierno del DF, como salud, educación, seguridad etc. y c), el gobierno de la CDMX es el que mayores ingresos propios alcanza.

Una de las frases recurrentes de Obrador es: “en política hay que tener (buena) suerte”.
Y él la tuvo las ocasiones en que le tocó administrar los dineros públicos: había y hasta parecía que de sobra.
Pero, la verdad, fueron circunstancias excepcionales…

CAUDILLOS EN LA INOPIA…
Esas tres experiencias pudieron crear en AMLO la idea de que el gobierno mexicano disponía de dinero en abundancia y que, en maligna proporción, se drenaba a través de las tuberías de la corrupción.

Lo último es correcto, aunque parcialmente.
Lo primero es erróneo: nunca, jamás ha tenido el Estado mexicano dinero de sobra y sus gobiernos nunca han conocido otro estatus que el de la pobreza.
Durante todo el siglo XIX en que anduvimos a los cocolazos llevados y traídos por nuestros caudillos, los innumerables gobiernos tuvieron una sola preocupación: conseguir dinero para sobrevivir hasta el mes siguiente.

Entre interminables guerras civiles y la inopia de la tesorería nacional, nos pusimos de a pechito ante a los gringos, para que nos obligaran a “venderles” la mitad del país en 1848.
El motivo inicial de la invasión francesa y el consecuente imperio de Maximiliano fue la imposibilidad del gobierno de Juárez de pagar los intereses de la deuda a Inglaterra, España y Francia.

Porfirio Díaz pudo corregir en buena medida la situación. Redujo ostensiblemente la deuda y atrajo capitales e inversiones.
Pero nunca el suyo fue un gobierno rico, ni mucho menos…

DEUDORES Y POBRETONES…
Vino la revolución y otra vez quedamos con una mano adelante y otra atrás.
De Lázaro Cárdenas a Díaz Ordaz, el Estado mexicano conoció su mejor época de crecimiento económico y de estabilidad financiera (y política y social, resultantemente) aunque nunca los sucesivos gobiernos dejaron de ser deudores y pobretones.

Nunca hubo presupuesto suficiente para mayores cosas, pero ahí la llevábamos.
Echeverría cortó la buena racha.
López Portillo quebró al país.
De la Madrid capoteó la situación como pudo.
Carlos Salinas más o menos enderezó el rumbo y firmo el TLCAN.
Zedillo pagó los costosos errores de Salinas y nos sorrajó el Fobaproa, pero le entregó a Fox finanzas sanas.

Fox, Calderón y Peña encabezaron gobiernos endeudados pero solventes.
Hace 20 años se terminaron las crisis financieras sexenales.
En ese lapso la economía creció 2.5% en promedio anual.
La deuda pública en relación con el PIB fue sana, manejable; hubo solvencia y el grado de inversión mexicano se sostuvo.
Pero gobierno rico, para nada. Nunca…

EL DURO APRENDISAJE…
Y vaya que ahora el Presidente lo sabe.
Está siendo un duro aprendizaje.
Sus asesores financieros le presentaron números alegres y estimaciones desbordadas (irracionales) a López Obrador.

De ahí viene la idea de que se podría obtener un “ahorro” de 500 mil millones de pesos con sólo erradicar la corrupción.
De ahí la idea de que se podría destinar hasta un billón de pesos al gasto social (los 17 programas en curso) sin mayor problema.
Pero el gobierno de la 4T ha topado con lo inevitable: el dinero no alcanza, por más recortes que se le hagan al presupuesto.

Y cada recorte limita peligrosamente la capacidad administrativa y de gobernanza del gobierno…
(Y, ojo: esto era antes de la crisis sanitaria, económica y de empleo que tenemos encima y que no podemos calcular cuánto daño nos causará).

LA POBREZA Y LA SOLVENCIA…
¿Qué entendemos por gobierno pobre o gobierno solvente?
Un gobierno solvente sería aquel que cuenta con los recursos suficientes para cumplir satisfactoriamente todas sus obligaciones: salud, educación, seguridad, empleo, vivienda, alimentación, justicia, cultura, obra pública, infraestructura y el larguísimo etcétera que configura el llamado Estado de Bienestar.

Un gobierno pobre es aquel que no puede satisfacer esos requerimientos elementales.
(Ejemplos: un gobierno pobre (en quiebra) es Venezuela; un gobierno solvente es Canadá).
Si eres pobre pero tienes, como país, recursos naturales suficientes o bienes de capital y capacidad de producción, puedes conseguir dinero aquí y allá, con tus recursos y bienes como garantía.
Es lo que ha hecho México hasta ahora el sexenio pasado…

LA ÚNICA OPCIÓN…
Mientras menos capacidad de garantía y de pago tengas, más caro te cobrarán los intereses de la deuda.
En esas estamos.
Las reservas petroleras menguan y PEMEX está resultando una apuesta exorbitante, acaso ruinosa.

Además, el gobierno actual ha dicho que no quiere un centavo más de deuda. (Aunque eso es inevitable, pero ese es otro tema).
¿Entonces?
Hay que recaudar más impuestos.
La única opción es una reforma hacendaria y fiscal drástica.
Pero el gobierno de la 4T no quiere.

¿Por qué?
Porque nada hay más impopular que cobrar impuestos…
(Los plausibles aciertos de Raquel Buenrostro al frente del SAT, cobrando impuestos a grandes contribuyentes reticentes y/o morosos, son meritorios, pero insignificantes frente a la cantidad de dinero que necesita el gobierno).

LA REFORMA IMPOSTERGABLE…
Este es el asunto: los políticos le sacan a recaudar tributos fiscales suficientes; y a los mexicanos les encabrona pagar impuestos.
Desde hace más de medio siglo el Estado mexicano viene urgido de una reforma fiscal y hacendaria radical.

Díaz Ordaz estuvo a punto de hacerla, pero Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda que aspiraba a convertirse en candidato presidencial, lo convenció de posponerla.
Hoy es imposible atender las necesidades básicas de 130 millones de personas recaudando el 13% del PIB.

Hasta Calderón, la renta petrolera ayudaba; cada vez menos, pero era un ingreso esencial para el gobierno.
A partir de Peña, eso se acabó.
Es imposible aspirar a un régimen de seguridad social universal y de bienestar con una recaudación del 13% del PIB y una inversión anual por abajo del 20% del PIB, como ahora.
De esa cantidad, la IP pone 17.5 puntos del PIB y el Estado el restante 2.5%.
Imposible que un gobierno alcance los plausibles propósitos de la 4T en equidad, justicia, salud, seguridad, educación, salario suficiente, empleo masivo y todo los demás recaudando apenas el 13% del PIB.

Es imposible crecer con una inversión por abajo del 25% del PIB.
Este es el problema de problemas de la 4T: dinero, dinero y más dinero.
Y sin solución a ese problema, no hay transformación posible…

LA ALTERNATIVA…
Históricamente, el Estado mexicano recauda muy poco, administra mal, cobra caro por la administración, derrocha recursos como si sobraran y, para colmo, no que el sistema prohijara la corrupción, no: ¡el sistema era la corrupción!
Paría cientos de nuevos megáricos cada sexenio.

(Bien mirado, es asombroso que no nos hayamos desmoronado como nación).
Parecía, el nuestro, un gobierno rico. De ahí que la máxima de AMLO “gobierno rico con pueblo pobre” suene totalmente verosímil.
La gente, sin tener claro el panorama, sentía, percibía, entendía, que el sistema no daba para más.

La única opción eran AMLO y MoReNa.
Pero esta alternativa, la de la 4T, sin dinero, no tiene posibilidades.
Este es el principalísimo problema del gobierno de la 4T.
Todos los demás dependen de este.
(Continuamos con el tema).

VISITA CON ITACATE…
Gobierno pobre, presidente en clase turista. Parece coherente, pero la verdad es que la hipérbole resulta extralimitada.
Como quiera que sea, el Presidente fue a Washington, vió a Trump, habló en los jardines de la Casa Blanca y regresó airoso.
Lo mejor fue el diseño del encuentro.

Marcelo Ebrard y Marta Bárcena tejieron fino, “de alfombra roja y caravanas”, diría el Perro Bermúdez.
Embozalaron al troglodita que Trump lleva dentro y este se portó decente.
Eso era todo.
Lo cierto es que AMLO le debía esa visita, por la balona que le hizo Trump con los 100 mil barriles de crudo diarios cuando se dio el problema con la OPEP -¿lo recuerda usted?
“El copetes” necesitaba la foto con AMLO.

Piensa que, exhibiéndola debidamente en Texas, puede ganar en ese estado, en donde está empatado con Joe Biden.
Y si Trump pierde Texas, está muerto.
Si lo gana, tiene chance.
Trump piensa que AMLO le puede dar dos puntos en Texas, con los que probablemente ganaría.
Nuestro Presidente quería pagar el favor. Y lo pagó con esplendidez. Están a mano.
Además, AMLO se vio como estadista.
Lo demás es puro rollo diplomático.

Incluidos los excesivos elogios y la coba almibarada de ambas partes.
Eso sí: “haiga sido como haiga sido” nuestro Presidente apostó y, ni hablar: de su mano apostamos todos.
Y la apuesta es por la reelección de Trump.
Los primeros que apuntaron el tiro fueron los del partido demócrata…Y los chinos.
A ver cómo nos va.

Quien mejor resumió el viaje presidencial fue Enrique Quintana, al aclarar que AMLO realizó dos visitas: “Una al presidente Trump y otra al candidato Trump. La visita al jefe de Estado fue buena y útil. La visita al candidato fue arriesgada, pues se trata de una apuesta de resultado incierto”.
Pero, de pilón, el Presidente regresó con itacate (del náhuatl itacatl).

…….
De Duarte (el de Chihuahua) a Duarte (el de Veracruz), prefiero mi arte…
Okey, okey: mal chiste.
En política no hay coincidencias.
El exgobernador Cesar Duarte cumplía ya 4 años prófugo.
Se la llevaba tranquila, no vaya usted a creer que andaba a salto de mata, escondido cual topo como Sadam Hussein. Para nada.

Se daba la gran vida en el sur de Estados Unidos, moviéndose a lo largo de Nuevo México, Arizona, Texas y Miami, en donde tiene propiedades y negocios.
El asunto es que los gringos ya lo tienen bien “precioso” y sin derecho a fianza.
Por otro lado, a la hora en que usted lea esta columna ya debe estar en México Emilio Lozoya.

Ahora la Fiscalía General de la República anda tras de Tomás Zerón, a quien desde la semana pasada tienen ubicado en Canadá.
No resultará nada fácil extraditarlo. Al tiempo.

El asunto es que todos estos casos se irán alargando hasta el próximo año electoral, con la consiguiente plusvalía política para el MoReNa, que sin duda argumentará: “en combate a la corrupción, estamos cumpliendo”, lo que puede significar votos a favor…

AIRES DEL TRÓPICO…
Cierto, en tabasco ha pegado durísimo el coronavirus.
Pero el sistema estatal de salud ha resistido más que aceptablemente.
El gobierno de Adán Augusto ha sabido ser rápido en la respuesta y eficaz en la estrategia.
Finanzas sanas le han permitido invertir en reconversión y equipamiento de hospitales.
Ahí la llevan…

“Aunque la historia no nos enseñe nada, nos castiga por la ignorancia de sus lecciones”.
Mijail Malishev.

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