Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: del 1 de julio a “la revolución pacífica”. *El TMEC y la espada de Damocles… Motivos para celebrar los hubo. La coincidencia entre el segundo aniversario del triunfo electoral de AMLO -triunfo contundente, legitimador, categórico, inobjetable-, el arranque del TMEC y el primer aniversario de la Guardia Nacional, justificaban la efeméride. No […]
6 de julio de 2020

Mario Ibarra

*AMLO: del 1 de julio a “la revolución pacífica”.
*El TMEC y la espada de Damocles…

Motivos para celebrar los hubo.
La coincidencia entre el segundo aniversario del triunfo electoral de AMLO -triunfo contundente, legitimador, categórico, inobjetable-, el arranque del TMEC y el primer aniversario de la Guardia Nacional, justificaban la efeméride.

No en valde el Presidente y su gobierno han apostado todas sus canicas a la recuperación económica del país al horizonte de Norteamérica bajo los cielos augurales y fastos del TMEC.

Ahora sí que todos los huevos van en una sola canasta.
Y no es por gusto o por capricho.
La reconstrucción de nuestra economía dependerá en enorme medida de la recuperación económica de los Estados Unidos.

Pero de ahí a que el TMEC nos vaya a sacar al buey de la barranca en un santiamén, hay un trecho. Y bastante dilatado.
Un dato determinante: el crecimiento de la economía estadunidense no significa en automático el crecimiento de la nuestra.

En 2019, mientras los gringos crecieron 2.5% anual, nosotros decrecimos -1.0.
O sea: por favor, nada de campanas al vuelo.
Y no son ganas de hacerla de jamón ni de figurar como aguafiestas…

LA ESPADA DE DAMOCLES…
El TMEC vine a sustituir al TLCAN.
De tratado a tratado, era mejor este último.
Por eso el canijo de Trump se opuso desde su campaña a la continuación del TLCAN: porque era mayormente benéfico para nosotros.
Prueba de ello es el superávit de decenas de miles de millones de dólares que un año sí y otro también nos favorecía frente a nuestros vecinos.

El nuevo acuerdo contiene compromisos que nos resultarán harto difíciles de cumplir.
Por ejemplo, en materia laboral, en ajustes salariales, en democracia sindical, asaz los compromisos ecológicos y de propiedad intelectual y con la espada de Damocles de los “observadores” directos; todo ello nos hará pasar muy malos ratos.
Al tiempo.
Pero más allá, lo peor de este nuevo TMEC sería no tenerlo.
Era este o nada…

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PECES…
Desde esa perspectiva, conformar el más dinámico y el mayor mercado integral de mundo -el de Norteamérica, es para México sencillamente vital.
O sea: todo seguirá más o menos como hasta ahora…Si nosotros sabemos hacer nuestra parte.

El TMEC es una herramienta para la producción, la competitividad y el crecimiento económico.
Con el TLCAN, el México competitivo hizo maravillas en los pasados 25 años.
Al México rezagado -el sureste, por ejemplo- el TLCAN le paso de noche: un cuarto de siglo perdido.

En fin; tiempo de sobra habrá para ir analizando el asunto de forma desglosada.
Nomás que quede claro: qué bueno que contamos con el TMEC; pero, por sí mismo, no resuelve en absoluto nuestros grandes problemas: la economía, la inseguridad, la salud, la educación, los miles de homicidios dolosos cada mes más que el anterior, el desempleo, la desigualdad, la justicia anémica y las fiscalías ineptas, crisol de la brutal impunidad, etcétera.

No hay soluciones mágicas ni lluvia de maná ni multiplicación de los peces en nuestro futuro por obra y gracia del TMEC.
Saberlo y asumirlo nos templa el ánimo para la prolongada tarea que tenemos por delante…

EL DISCURSO…
A 2 años de aquel 1 de julio el Presidente envió un informe / mensaje.
Por supuesto, su narrativa es la misma: la que él y sus partidarios llaman la Cuarta Transformación.

El discurso, lógicamente, se mantiene, y el Presidente buscará fortalecerlo en ocasiones como la del miércoles.
Como lo hace en cada mañanera.
“Atrás ni para agarrar vuelo”, como le gusta decir.

Es correcta la interpretación de AMLO de que esa mayoría electoral que lo llevó a Palacio apabullando a sus adversarios fue para encabezar el cambio de régimen; es legítima, pues.
Ahora, si es acertada y factible, sólo lo dirán los hechos.
Pero lo dijo, lo reiteró incontables veces: “no se trata de un cambio de gobierno sino de un cambio de régimen”.

Y la gente quería el cambio.
Sencillamente, estaba hasta la madre.
Por eso la mayoría votó como lo hizo hace dos años.
Pero lo de hoy es otra historia. Lo dijo el Presidente el pasado miércoles: “aquí lo que cuentan son los resultados…”

“LA REVOLUCIÓN PACIFICA…”
Claro, el espíritu de la 4T aspira a que la fecha del 1 de julio sea histórica, como el 15 de septiembre, el 5 de mayo o el 5 de febrero.
Es sin duda el día más importante en la vida de López Obrador.
De ahí los festejos de él y los suyos. Se vale.

Pero sólo el tiempo dirá si esa fecha queda inscrita “en letras de bronce sobre el mármol”.
En tanto, a dos años del acontecimiento, lo más razonable y hasta necesario es preguntarse: ¿Qué terminó ese día? ¿Qué se inició con el triunfo electoral de AMLO en esa fecha?

Preguntas aparentemente sencillas, pero de muy dificultosa respuesta, si se intenta inferir, argumentar y responder con objetividad, honestidad e imparcialidad.
Ese 1 de julio ¿terminó el régimen que inició en 1917 con la presidencia de Venustiano Carranza?

¿Terminó eso que los cuatroteistas llaman el “periodo neoliberal”, iniciado en 1982 con la presidencia de Miguel de la Madrid y concluido en 2018 con el gobierno de Peña Nieto, según los esquemas históricos de la 4T?
¿Inició de manera irreversible la “Revolución Pacífica” que significa el cambio de régimen anunciado?

¿Qué tan cierto es que el paradigma político, económico, social de AMLO es el de la dorada era de la monarquía sexenal priísta, el México que va de Lázaro Cárdenas a José López Portillo?
Preguntas que nos remiten a otras preguntas…

LOS PROPÓSITOS…
Lo que sabemos sin lugar a dudas es que López Obrador está empeñado en el cambio de régimen.
De hecho, parte de la narrativa, del mito naciente de la 4T es el lema recurrente: “esto ya cambió.”

Y por supuesto que están cambiando cosas; claro que estamos ante una vertiginosa serie de hechos transformadores.
¿Para bien o para mal?
Eso sólo lo dirán los resultados.

Nadie duda de la bondad y la necesidad de los propósitos transformadores, justicieros y ambiciosos del presidente Obrador.
Es más: las premisas fundamentales de la 4T son indiscutibles -y su realización diríase inaplazable.

Pero chocamos con los imperativos prácticos, reales: todos estamos de acuerdo en los QUÉ.
Pero es en los CÓMO donde empiezan los problemas. Graves…

LAS DOS PISTAS…
Intentemos aprehender la hirsuta, multiforme, abigarrada, compleja serie de acciones que componen, hasta hoy, lo que el Presidente y sus partidarios llaman la 4T.
Estos hechos se desarrollan en dos pistas: la de la política y la de las políticas públicas.

En la primera pista es donde los acontecimientos y cambios radicales son abundantes y, a momentos, vertiginosos.
La estructura política del Estado está siendo transformada.
Hay un desmontaje sistemático y efectivo del aparato de gobierno.

Veamos por ejemplo lo que era la super Secretaría de Gobernación hasta Peña Nieto.
Hoy ha reducido sus funciones en un 90%.
Veamos a las fuerzas armadas a cargo de la seguridad pública, construyendo un aeropuerto y un tramo del tren maya; construyendo sucursales del Banco de Bienestar, entre sus otras muchas e inéditas tareas.

Veamos a la Guarda Nacional en donde estuvo la desaparecida Policía Federal.
Y en el mismo sentido podemos hablar de todas las demás secretarias de Estado: hoy sus funciones y objetivos y maneras son muy distintos a los del gobierno anterior…

“EL ESTILO PERSONAL…”
“La revolución pacífica” que intenta ser en forma y fondo la 4T, precisa de una presidencia fuerte, dominante, irresistible.

De ahí que, en la lógica de esta premisa, todas aquellas instituciones autónomas que fueron concebidas para, precisamente, acotar la discrecionalidad voluntarista del ejecutivo, le estorban al proyecto del cambio.

Por otro lado, los llamados superdelegados son una pieza novísima para el control del gasto federal, al menos en teoría.
La relación con los gobernadores de oposición es nueva, problemática y de pronóstico reservado.

Ya no hablemos de las mañaneras, instrumento superlativo en el ejercicio de mando del Presidente, atalaya de dominio sobre la república, plataforma desde donde AMLO mueve la batuta política de la nación, oficialía donde cada mañana se fija la agenda diaria, juzgado en que los señalados como adversarios de la 4T pasan a la barandilla.
La 4T es sobre todo el estilo personal de gobernar de AMLO…

LA VOLUNTAD DE PODER…
Y lo anterior es sólo una apretada síntesis de lo que acontece en la pista política: cambios incontables y operatividad estructural de nuevo cuño.
En la pista política, los cambios son innegables, drásticos y efectivos.
Y sin duda: acrecientan el poder de la presidencia.

En este aspecto, el desmontaje del antiguo régimen ha sido exitoso.
Este gobierno opera de otro modo, sus cadenas de mando son distintas, su carácter muy diferente, tu talante decidido, sus convicciones inamovibles, sus ideas agresivas, su empuje imparable, su sentido de cumplir una misión histórica, imperturbable; su ímpetu, avasallador; su voluntad de poder y de permanencia, manifiestos. Todo ello lo lleva a una circunstancia sumamente peligrosa: la de confundir los propósitos con los resultados y los medios con los fines…

LAS CRÍTICAS, LOS ACIERTOS…
Y esto se hace evidente en la otra pista: la de la gobernanza, la de la construcción de democracia y acuerdos nacionales, la de la creación de riqueza y consensos republicanos, la de la planeación inteligente de las políticas públicas y su realización eficiente, la de la administración transparente y la rendición de cuentas.

Cada tema es un problema que reclama una política pública especifica: economía, inseguridad, salud, educación, violencia criminal, territorios en poder del crimen organizado, desempleo, desigualdad; justicia e injusticia, fiscalías ineptas y/o corruptas, jueces venales: puertas al campo de la corrupción; producción agropecuaria, políticas energéticas con Pemex y CFE como mastodontes prehistóricos varados en el pantano; inversión pública y privada para el crecimiento, el desarrollo y el bienestar; bajos ingresos fiscales del gobierno; derechos humanos; poder legislativo lleno de vicios, transparencia y eficacia administrativa, rendición de cuentas…Cada tema un reto enorme.
Ahí, en la generación adecuada de políticas públicas y en su aplicación eficiente y productiva, en su capacidad administrativa y la construcción diaria de gobernanza, reside el gran desafío de la 4T.

Justo donde hasta ahora el gobierno ha recibido más cuestionamientos y críticas.
Pero donde también los partidarios y defensores de AMLO señalan aciertos, logros, soluciones.
Y claro que los hay; pero también cuestionables decisiones…

ENTENDER, COMPRENDER, SABER…
Más allá de simpatías o rechazos, sólo los resultados nos darán el veredicto irrebatible: la 4T es y será o ya no fue ni será.
Al cumplirse el primer tercio del gobierno del Presidente Obrador, en diciembre, podremos hacer el primer balance en base a los resultados, sólo los resultados y únicamente los resultados.

En tanto, no tenemos respuestas sino preguntas que disparan más preguntas.
Mientras, nuestro ánimo no está en el denuesto o la lisonja, no en el vituperio o la apología, ni en el elogio o el agravio.

Lo nuestro es el estudio de la realidad, la observación de los acontecimientos, el análisis de las pautas políticas, el pulso de la sociedad, la dinámica de la economía.
Con un solo afán: entender, comprender, saber.
Condiciones ineludibles para merecer la capacidad de juzgar y de elegir…

EL PRESIDENTE Y SU PARTIDO…
De momento, hay que ver con atención las variantes opiniones, sentimientos y creencias de la gente respecto al Presidente y la 4T.
La encuesta mensual del El Financiero es la que más alto ha mantenido los niveles de aprobación de AMLO desde febrero del año pasado, cuando un 83% de la gente le daba su beneplácito.

En abril de este año la aprobación fue de 68%; en mayo del 60% y en junio del 56%.
Sigue siendo una aprobación alta, sobre todo si se considera la coyuntura de crisis que nos agobia.
51% opina que está cumpliendo lo prometido. 54% le reconoce honestidad.
50% aprueba su liderazgo y sus resultados contra la corrupción.
Pero las políticas públicas de la 4T no obtienen igual aceptación.

En combate a la pobreza 22% aprueban y 60% desaprueban.
En economía, 20% aprueban y 65% desaprueban.
Seguridad, 23% aprueban y 63% desaprueban.
Salud, 40% aprueban 40% desaprueban.

O sea: el Presidente sigue recibiendo una alta aprobación, pero no así su gabinete, que es el responsable -cartera por cartera- de las políticas públicas y sus resultados, que son aprobados por sólo el 33% de los encuestados.
(Si cambiara a la mayoría de su gabinete, la gente le aplaudiría).

Si hoy se realizara la consulta para la revocación del mandato, AMLO la ganaría cómodamente.
Pero si hoy fueran las elecciones, quien sabe cómo le iría al MoReNa.
Conclusión: la gente diferencia cualitativamente entre el Presidente, su partido y su gobierno…

AIRES DEL TRÓPICO…
Allá en la mera patria chica del “preciso”, el gobernador Adán Augusto capotea la crisis entre las de cal las de arena. De cal: los delitos de acto impacto han disminuido en un 30%, dato de indudable valor y trascendencia si lo contextualizamos frente al incremento de esos delitos en varias entidades de la república. Meritorio avance, sin duda.

Las de arena: el maldecido coronavirus nomás no afloja su virulencia sobre los tabasqueños.
Por supuesto, la irresponsabilidad de buena parte de la población explica el alto índice de contagios y decesos allá en Tabasco.
Sin embargo, el sistema estatal de salud ha sido de los más eficientes del país enfrentando la pandemia…

“La calumnia tiene siempre más historiadores que la verdad”.
Caracciolo.

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