Mascarriel
*El monopolio de la política… *Y la dramática cita con el destino… Mario Ibarra Quinientos días. ¿Qué son 500 días? Depende, contestaría Albert Einstein. Para la pareja de enamorados que no van a encontrarse antes de ese plazo, puede ser una eternidad. Para el condenado a muerte en fecha fatal, ese lapso le parecerá un […]
17 de febrero de 2020

*El monopolio de la política…
*Y la dramática cita con el destino…

Mario Ibarra
Quinientos días. ¿Qué son 500 días? Depende, contestaría Albert Einstein.
Para la pareja de enamorados que no van a encontrarse antes de ese plazo, puede ser una eternidad.

Para el condenado a muerte en fecha fatal, ese lapso le parecerá un suspiro. O sea…

El lunes 6 de julio del 2021 -exactamente dentro de 504 días-, estaremos comentando, analizando, ponderando los resultados de las más nutridas elecciones que se hayan celebrado nunca en nuestro país.

500 diputados federales. 14 gobernaturas. Mil alcaldías, 17 congresos estatales.

Y, lo más sobresaliente quizá, ese mismo día tendremos, es probable, muy claro el panorama en perspectiva de lo que sucederá en la elección presidencial del 2024.

Para los partidos de oposición, esos 500 días transcurrirán tan vertiginosamente que se les convertirán en un pestañeo.

¿Por qué? Porque ese lapso nos les alcanzará para reconstituirse y presentarle batalla en serio a MORENA.

En sentido contrario, en este partido, no pocos de sus dirigentes parecen dormirse en sus laureles.

Adolecen del síndrome del conquistador: creen que lo ganado en el 2018 lo han obtenido para siempre, y que dentro de 500 días sencillamente completarán la cosecha iniciada tres años antes.

Están convencidos de que se quedarán con todo…y para siempre.

El México que ven es un país de vencedores y vencidos; y su “filosofía” política es el revanchismo. Son individuos, grupos y corrientes que se disputan la hegemonía al interior de MORENA, y que se han convertido en una carga lastrante para la 4T.

Para su fortuna, quien los llevó a donde están, Andrés Manuel López Obrador, piensa muy distinto.

El cambio de régimen no es cosa de enchílame la otra.

Por ello, todos los días, a cada instante, en cada paso, entre los muchos afanes que le reclama la 4T, AMLO no pierde de vista uno de los mayores, el que se concentra en una fecha: el 5 de julio del 2021…

EL PARM…
¿Qué pueden hacer en el PRI y en el PRD, en 500 días, para reconstituirse, para volver a ser algo parecido a un partido político?

Para desgracia de priístas y perredistas -si es que aún los hay, cosa cada día más dudosa- no se ve nada cercano a lo que pueda tomarse como una solución.

En el PRI, parece evidente, han tomado la decisión que se veía venir: el convertirse en una rémora -un parásito- de MORENA.

Por lo que se ve, la mayor ambición de Alejandro Moreno, alias “a(m)lito”, es intentar convencer a López Obrador de que de algo pueden servirle las siglas priístas en los procesos electorales.

Así, el PRI terminará sus días siendo el PARM de MORENA.

Para quienes, menores de 40 años, no recuerden lo que fue y para qué servía el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, va de rayo una cápsula histórica.

Como organización política, el PARM fue fundado en 1954 por los exgenerales revolucionarios Jacinto B. Treviño, José Gonzalo Escobar y Samuel N. Santos entre otros. Su propósito original era aglutinar en un partido nuevo a exoficiales y excombatientes villistas y carrancistas, luego de que el sector militar del PRI fue suprimido por la reforma alemanista.

O sea, desde su nacimiento, con el fundamental apoyo del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el PARM, fue una excrecencia del entonces partidazo.

Bajo el prisma político de aquellos años, al presentarse como oposición, esa entelequia “legitimaba” los triunfos del PRI y sus sucesivos gobiernos.

El PARM obtuvo su registro en 1957 y, de 1958 a 1982, apoyó siempre al candidato presidencial priísta en turno, y en cada legislatura se le otorgaban uno o dos diputados de mayoría y 4 o 5 “diputados de partido”, como se les llamaba entonces.

Por supuesto, pervivía y medraba gracias al subsidio del gobierno federal.

Paradójicamente -y sin duda por su ADN castrense- el PARM eligió una muerte digna: le abrió la puerta a los integrantes de la Corriente Democrática que se desgajó del PRI en 1987, y al año siguiente postuló como su candidato presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas…

LOS ESQUIROLES…
Bueno, pues en eso parará el PRI de a(m)lito Moreno: en parásito de MORENA.

(Antes, se convulsiona en ridículos estertores, como la grotesca campaña “Échale la culpa al PRI”, con a(m)lito en el papel estelar, diríase dirigido por el más estrambótico Juan Oról).

Hace un año, el PRI le sirvió a MORENA más que bien, actuando de esquirol en Puebla en las elecciones recurrentes luego de la muerte trágica de Rafael Moreno Valle y de su esposa Erika Alonso, a la sazón gobernadora de ese estado.

El PRI, “inexplicablemente”, rehusó conformar la alianza opositora integrada por el PAN, el PRD y MC, que en un tris estuvieron de ganarle en las urnas a Miguel Barbosa.

De hecho, si el PRI hubiera ido con la alianza, Barbosa no sería hoy gobernador.

(El peor evaluado, por cierto, junto con Cuauhtémoc Blanco, de Morelos, y el Bronco, en Nuevo León).

Ahora, del esquirolaje del PRI en Puebla, para nada puede culparse de ello a MORENA.
¿A quien le dan pan que llore?

En política, si de ganar se trata, hay que aliarse hasta con el diablo.

Y la gobernatura poblana bien valió esa misa…

EL FANTASMA…
Sean las que hayan sido las concesiones a las que se plegó MORENA, el servicio del PRI le salió barato.

El PAN ya lo dijimos en la pasada entrega, muerto no está, ni mucho menos.
Su gran problema es su actual dirigencia, la cual es repudiada en conjunto por la militancia blanquiazul.

Una dirigencia que ni aglutina, ni inspira, ni convoca, ni tiene discurso atendible, mucho menos carácter o atractivo alguno.
El problema en el PAN es de liderazgo.

Y que los 500 días hacia la gran cita del 5 de julio del 2021, no les van a dar para reencontrase, para reavivar sus convicciones, para recuperar aliento y concentrar energía.

Del PRD nada puede decirse.
Ni zombis, ni rémoras, ni parásitos de nadie más que de sí mismos.
El PRD es un difunto que no encuentra sepultura.
Un fantasma que se busca en el espejo de sus glorias pasajeras (alcanzadas de la mano de López Obrador, por cierto).
Y ya sabemos: los espejos no reflejan a los fantasmas.

El momento y la coyuntura pintan – ¿pintaban? – fértiles para Movimiento Ciudadano.
Ahí hay sapiencia política, experiencia partidista, ideas atractivas, oficio.
Pero el limbo que se abrió en julio del 2018 también los cubre a ellos.
Ni se les ve ni se les oye…

EL MONOPOLIO…
¿Consecuencia?
He aquí que otro gran regalo que recibieron AMLO y MORENA en esa fecha fue el del monopolio político, algo no visto desde principios 1978.

Sólo hay que recordar que en 1976 hubo únicamente un candidato presidencial, el del del PRI, José López Portillo.

Pero apenas arrancando el sexenio, la fundamental reforma política concebida e instrumentada por Jesús Reyes Heroles, les dio rostro e identidad partidista a las oposiciones hasta entonces dispersas en grupos, corrientes y movimientos que derivaban en la clandestinidad.

En diez años, de 1978 a 1988, esa naciente oposición encuadrada en varios partidos, estuvo es condiciones de disputarle la presidencia de la república al PRI, con Cuauhtémoc Cárdenas abanderando al Frente Democrático Nacional.

Que gracias a San Manuel (Bartlett) con su famosa “caída del sistema”, el PRI haya prevalecido y que Carlos Salinas de Gortari háyase cruzado la banda presidencial, es en si mismo un dato trascendental: el monopolio político se había quebrado.

¿Ganó Cuauhtémoc? ¿Perdió Salinas?
A ciencia cierta nunca lo sabremos.
Cada quién se queda con sus conclusiones y sus certezas inevitablemente subjetivas.

Sin soslayar, ciertamente, que la certidumbre mayoritaria -y que crece conforme los años pasan, es que el triunfo del PRI fue fraudulento y que Salinas fue un presidente usurpador.
En fin, lo que para nuestro tema importa, es que desde 1978 no había una fuerza política y un presidente que, en la práctica, detentaran el monopolio de la política…

LOS VACÍOS…
Esto así porque, luego de la decisión categórica de los votantes en las urnas en julio del 2018, los partidos quedaron en la lona.
Unos para no levantarse, como PRI y PRD; otros que todavía andan semi noqueados, como PAN y MC.

Tenemos entonces que los hoy partidos de oposición ¡no hacen política partidista!
Su actividad en el Congreso Federal es hasta ahora tristemente testimonial.
Cierto: MORENA no ganó su aplastante mayoría en las urnas, pues sólo alcanzó un 37.5 de los votos.

Esa mayoría la fabricó mediante una calculadora maniobra política: registró candidatos a nombre del PT y del PES.
Así, MORENA disfruta de una sobrerrepresentación en el Congreso, superior al 8% que la constitución le permite al partido mayoritario.

MORENA hizo uso convenenciero, pero no ilegal, de ciertos vacíos en la ley electoral.
(Vacíos que fueron en su momento urdidos para favorecer al PRI, hay que apuntarlo).
En fin, en el Congreso, donde más debe irradiar la oposición, en esta legislatura no existe…

LA GRILLA…
Y si no hay partidos políticos ¡pues menos hay líderes partidistas!
El PRI supo ser oposición frente a los gobiernos panistas.
El PRD de AMLO ni se diga.
El propio Andrés Manuel, por sí mismo y como líder de un movimiento que caminó durante más de tres décadas, fue un opositor formidable.

Pero también hacían política los sindicatos, las organizaciones empresariales, la academia, el cosmos universitario, las centrales campesinas, las iglesias, los medios informativos.
Hoy no.

La política – política se hace, en lo nacional, de lunes a viernes en las mañaneras y los fines de semana en las giras presidenciales.
En política partidista, en el Congreso sólo se oye la voz de MORENA y, en lo que a la grilla se refiere, para grilla la que se traen los morenos en su partido.
Y estamos a 500 días de la cita del 2021.
O sea…

LOS PENDIENTES…
Por supuesto, el tema da para mucho más y exige atención, análisis, por lo que no quitaremos el dedo del renglón.
La falta de espacio nos obliga a dejar en el teclado asuntos trascendentales: la merienda en Palacio y el apoquine de los señores del dinero.
Ahí hay complejidades que ha menester sondear a fondo.
El asunto de Emilio Lozoya, sus antecedentes -Rosario Robles, García Luna, Medina Mora, Juan Collado- y sus consecuencias, precisan un desmenuzamiento exhaustivo. Quedan pendientes…

AIRES DEL TRÓPICO…
Hay que seguir muy de cerca los acontecimientos tabasqueños.
Es indudable que el presidente López Obrador se ha puesto a su estado como uno de sus retos prioritarios.
Para sacarlo de una atonía económica catastrófica que dura ya más de doce años, confía sin ambages en las capacidades del gobernador Adán Augusto López Hernández.
Todavía en diciembre, el PIB estatal tabasqueño retrocedió otro 4%.
Como dijimos en nuestra entrega anterior, Tabasco tocó fondo.
Más bajo no puede ir. Imposible.
Ahora, planificar la reconstrucción del estado -en todos los órdenes- y avanzar sustantivamente en esa enorme faena en lo que resta del sexenio, se antoja tarea de romanos.
Sin embargo, no hay alternativa: Tabasco se levanta porque se levanta. Esa es la decisión del Presidente y el encargo de Adán Augusto.
Revisemos en próxima entrega los avatares de este colosal desafío…

Ex abundantia cordis os loquitur.
Cátulo.

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