Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: “El estilo personal de gobernar…” *El maestro y el pupilo… La mañana del 1 de julio del 2018, luego de depositar su voto en la casilla correspondiente, AMLO estaba seguro al mil por ciento de que el triunfo era suyo y de MORENA. Lo sabía a ciencia cierta desde 3 meses antes. […]
20 de enero de 2020

Mario Ibarra

*AMLO: “El estilo personal de gobernar…”

*El maestro y el pupilo…

La mañana del 1 de julio del 2018, luego de depositar su voto en la casilla correspondiente, AMLO estaba seguro al mil por ciento de que el triunfo era suyo y de MORENA.

Lo sabía a ciencia cierta desde 3 meses antes.
Lo que estuvo fuera de sus cálculos fue la magnitud de la victoria.

El caudillo opositor era sagaz, imaginativo, atrevido, calculador, lanzado…y soñador; pero no era vidente.

Nunca previó -no había forma, la verdad- que gobernaría prácticamente sin oposición.
Tampoco que, al otro día, 2 de julio, Peña Nieto le cedería, con 5 meses de adelanto, los trastos de lidia de la república (y con ellos el poder y el mando).

Esos 30 millones de votos equivalentes al 53 por ciento de la votación, fueron una sorpresa para todos, incluso para el hoy Presidente…

El derrumbe…
Pero sucedió mucho más que eso.
Ese mismo día se desmoronó el sistema de partidos vigente: el eje PRI-PAN-PRD sobre el que giró la transición y la alternancia democrática del sistema que en MORENA llaman “neoliberal”, se rompió irreparablemente.

(Transición que hizo posible el largo e incansable trabajo político de López Obrador, la aparición ex abrupto de MORENA y su vertiginoso ascenso al poder, dicho sea de paso).

Sin embargo, ni MORENA ni AMLO esperaban tan contundente ventaja.
Prueba de ello es que, conocedores eruditos de nuestra legislación electoral como Pablo Gómez, Ricardo Monreal, Julio Scherer Ibarra, Germán Martínez y el propio López Obrador entre otros, hicieron sus cálculos y tomaron sus prevenciones: registraron bajo las siglas del PES y del PT a un buen número de candidatos de MORENA.

¡Y acertaron doble…!

La maniobra…
Si bien Andrés Manuel recibió el 53% de los votos para la presidencia, MORENA sólo alcanzó el 38% de la votación al Congreso.

Sumados los sufragios obtenidos por PES y PT para la Cámara de Diputados, la coalición “Juntos haremos historia” sumaban apenas el 43.8 de los votos.
Cercanos a la mayoría simple, pero lejanos a la mayoría calificada: 66% más uno de los votos totales en la Cámara de diputados.

¿Cómo es que hoy MORENA y sus aliados suman más de las dos terceras parte de los votos en la cámara baja?
Por esa maniobra osada: registrar a nombre del PES y del PT a muchos candidatos a diputados de MORENA.

O sea: finalmente, la conformación de la cámara de diputados, con la mayoría morenista, no es la que arrojaron los resultados electorales del 1 de julio, sino que es el fruto de una sagaz, calculadora jugada política de AMLO y su cuarto de guerra.
“Una maniobra de cicateros”, dicen los perdedores; “Un albazo legislativo”, claman los escasos opositores que alzan la voz en el Congreso.

Será el sereno, pero la operación aprovechó los vacíos en la norma electoral y no fue ilegal; por tanto, mientras son peras o manzanas, MORENA tiene una sobrerrepresentación que le da el dominio total en la Cámara de diputados.

Y como la oposición -léase PAN, PRI y PRD- en los hechos no existe, ni pio han dicho al respecto, y el Presidente ha tenido el campo libre para ejercer su mandato sin acotación ninguna en el legislativo…

El poder …
Así, de inmediato conocimos el estilo personal de gobernar de Andrés Manuel López Obrador.

No lo sabíamos, hoy lo sabemos: de la cancelación del NAIM en Texcoco al abrupto Insabi, hemos atestiguado lo que a partir de hoy tenemos que llamar “el estilo personal de gobernar” del tabasqueño.

En arte -plástica, literatura, música-; en la guerra, en el amor, en la política, en la farándula, en el periodismo, en la vida, vaya, pero sobre todo en el Poder, El Estilo es el Hombre….

Fue don Daniel Cossío Villegas quien acuñó la expresión y definió el concepto, en su libro de 1974, precisamente titulado “El estilo Personal de gobernar”; una serie de corrosivas crónicas / radiografías / ensayos sobre el entonces presidente Luis Echeverría.

La premisa de don Daniel era que “el presidente de México tiene un poder tan inmenso (que) es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea, que resulta fatal que la persona del presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, inconfundible (….) porque temperamento, carácter, simpatías y antipatías, educación y experiencias personales influirán en sus actos de gobierno”.

De la lectura del libro se concluye, ineludiblemente, que el estilo personal de gobernar de Echeverría debe adjetivarse como parlanchín, sermoneador, ególatra, pendenciero y autoritario y delirante…

El perro…
Bajo ese criterio, Gabriel Zaid demostró que José López Portillo fue “un presidente apostador” e irresponsable.

O sea: don José se jugaba, una y otra vez, la suerte de la república y de las próximas generaciones de mexicanos en un volado, “defendiendo el peso como perro” (según él), endeudando al país alegremente y llorando y pidiendo perdón encaramado “en la más alta tribuna del país”. Su sello fue la frivolidad.

(México necesitó 40 años -dos generaciones- para reponerse del enorme daño de la docena trágica Echeverría – López Portillo).

Con la misma vara podemos medir a los siguientes:
De la Madrid: honesto, mediocre, vacilante y pusilánime.

Salinas: maquiavélico, tenebroso, inteligente, acerbo, insaciable de poder, excesivo, temible.

Zedillo: decente, esforzado, responsable, capaz, valiente (enfrentarse a Salinas ¡entonces! no era de enchílame otra), tecnócrata, insensible, apolítico.
Fox: hablador, ignorante, mandilón, hueco, inepto, tonto y terco.

Calderón: empecinado, inteligente, arrogante, aventado, dogmático, salidor, imprevisor.
Peña: taimado, miope, indolente, falaz, frívolo.

Su impronta fue la defraudación…

La osadía…
Muy temprano Andrés Manuel desplegó su estilo personal de gobernar.
No lo supimos entonces, pero no tenemos dudas ahora: desde la cancelación del NAIM en Texcoco hasta el lanzamiento del Insabi, AMLO ejerce sin ambages lo que al final de su mandato quedará históricamente establecido como su manera muy personal de ejercer el poder: su estilo de mandar.

En la necesidad de nominarlo, cuatro términos se imponen casi en automático: perseverancia, convicción, determinación, osadía.

Por supuesto, la osadía per sé, presupone 2 de las características anteriores: la convicción y la determinación.

Ser un político osado puede ser una virtud.
Ser un presidente audaz ya implica sus bemoles…

La legitimidad…
Muchos historiadores coinciden en presentar a Winston Churchill como paradigma de mandatario osado. ¡y vaya que lo era..!

Pero los mismos historiadores sostienen que la osadía churchiliana no era hija de la improvisación, del desdén de los hechos o la falta de cálculos.

Al contrario, las más audaces decisiones de Churchill fueron cimentadas en cuidadosas estimaciones, tal se muestra en sus Memorias y demuestra la historia.

Ahora, la audacia desde el poder tiene tiempos y momentos, espacio y circunstancia.

El estilo personal de gobernar, subraya Cossío Villegas, se acentúa y se vuelve irremediable por .

Desde López Portillo no había en México presidente tan poderoso como AMLO.

Salinas fue muy poderoso, tanto como Andrés Manuel, pero tenía una debilidad incurable: la ilegitimidad.

La sospecha del fraude (certeza para muchos) electoral en 1988, cuyo principal operador habría sido Manuel Bartlett, significó siempre un estigma para Salinas, y además una especie de valladar intangible para desatar toda su fuerza enorme.

Al contrario, AMLO une a su poder desmesurado una legitimidad inapelable.

Los demás, de Zedillo a Peña, tuvieron un poder presidencial grande, como lo es en México, pero acotado por un legislativo fuera del control presidencial y por otros factores políticos: los llamados poderes fácticos…

El político…
Tiempos, espacio y circunstancias se conjugan desde el 1 de julio del 2018 para que AMLO despliegue su estilo personal de gobernar, teniendo como limites sólo su criterio, los factores externos y su propia ponderación de sus decisiones.

¿Toma el Presidente sus determinaciones de manera improvisada, caprichosa, ocurrente, abusiva, obsecada?
Pareciera. Varias veces así se estimaría.

Más aún: tal sería la principal acusación de sus críticos.
Pero no es así.

No puede ser así.
Se olvidan que López Obrador es un político-político-político.
Y el político calcula, mide riesgos, se ubica en escenarios.

AMLO sopesa sus decisiones; claro: a su manera, a su criterio… a su estilo.
Político audaz AMLO siempre ha sido, desde sus inicios.
Osadía fue querer someter a los alcaldes de Tabasco al CDE priísta en 1983-84.

Osadía fue lanzarse en su primer éxodo por la democracia en 1992, retando al temible gobierno salinista.
Osadía fue tomarle el zócalo al mismo Salinas un año después.

Osadía fue ocupar el zócalo y reforma en el 2006.
Y siempre salió ganando…

Los riesgos…
Más aún: la objetividad y la lógica dirían que el Presidente tiene la necesidad de ser audaz: si realmente quiere -y claro que quiere- dejar cimentado, estructurado, sólido y durable su proyecto de la 4T en 2024, no le queda sino tomar decisiones audaces: 6 años es un lapso exiguo para tan descomunal propósito.

Cierto, sólo hay un paso diminuto entre la osadía y la temeridad, que es hermana del suicidio.

La audacia significa riesgos.

Es también una apuesta.

Sin duda alguna, AMLO está absolutamente seguro de que ha tomado las decisiones necesarias y debidas y de que éstas serán exitosas.

La mayoría de los mexicanos así lo espera y lo desea.

Tenemos cinco años por delante para saberlo.

“Le cour d´un homme d´Etat doit ëtre dans sa téte”, diría Napoleón…

Aires del trópico…
Hablando de estilos, el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, pupilo político de AMLO y sin duda admirador de su mentor, exhibe, sin embargo, su estilo personal de gobernar.

Un ejemplo: al Presidente le repugna hacer cambios en el gabinete, pero su discípulo Adán Augusto no duda ni tantito cuando razona que ha menester sustituciones en el equipo de gobierno.

Reportan corresponsales de MASCARRIEL en Tabasco que, cuando no le funcionó el Secretario de Seguridad, no dudo en sustituirlo por un profesional de renombre, un señor llamado Hernán Bermúdez Requena, recibido con aplausos por la opinión pública local, que declara en un 78% vivir con miedo.

Ahora, sigue el reporte, “el gobernador empuja a Guillermo Narváez Osorio, político de larga y respetable trayectoria, a la rectoría de la UJAT. En Educación, donde estaba Narváez, pone a quien ocupaba la Secretaría de Mobilidad, Egla Cornelio, y a esta dependencia llama a Narciso Oropeza Andrade”.

Subrayan nuestros corresponsales que “el gobernador acierta al situar a un abogado prestigioso, Maestro en Derecho (uno de los pocos, poquísimos en estar al día con la reforma jurídica, señala la nota) como el Maestro Oropeza, pues en la dependencia hoy a su cargo se trata, precisamente, de conocer la ley, los reglamentos y las normas y tener el carácter y la experiencia para aplicarlos”.

Otro reporte desde la patria chica de AMLO es que Adán Augusto, igual que el Presidente, en lo hechos, en lo que cuenta, gobierna sin la más leve sombra de oposición por ningún lado.

EL PRI está muerto, el PRD enterrado, el PAN extinto y los demás no existen.

EL PRI, anota nuestro reportero, “realizó reciente una comedia que llamó pomposamente , con desechos políticos como actores y con cadáveres del granierismo -el vástago incluido- como personajes…”.

En fin. Seguiremos atentos al acontecer tabasqueño. Es pertinente y necesario.

Señales importantes para la suerte de la 4T se emitirán en Tabasco, la mera tierra del “preciso…”

“Victrix causa diis placuit”.
Catón el viejo.

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