Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: Como un solo hombre… *Adán Augusto: Al presidente López Obrador se le dan muy bien los diciembres. El del año pasado resultó punto menos que apoteósico. Desde su ascensión oficial como Presidente ya con la banda tricolor al pecho (en realidad gobernaba desde el arranque de la nueva legislatura el 1 de […]
16 de diciembre de 2019

Mario Ibarra

*AMLO: Como un solo hombre…

*Adán Augusto:

Al presidente López Obrador se le dan muy bien los diciembres.
El del año pasado resultó punto menos que apoteósico.

Desde su ascensión oficial como Presidente ya con la banda tricolor al pecho (en realidad gobernaba desde el arranque de la nueva legislatura el 1 de septiembre), con la florida festividad popular en el zócalo, hasta sus primeras giras por toda la república en medio del fervor de sus seguidores, diciembre 2018 fue para el Presidente y su flamante gobierno un mes espléndido, de campanillas.

Con el 2019 vinieron las enormes dificultades de ser gobierno.
Maximizadas por la decisión, promesa y compromiso de AMLO de que el suyo no sólo será un gobierno distinto de los anteriores, sino que se instaurará un Nuevo Régimen, llamado de la 4T.

Si un gobierno diferente a los anteriores representa un complicado reto, el cambio de régimen, de forma pacífica, es un doble y complejo desafío.
Se abrieron muchos frentes no previstos; las dificultades del cambio se revelaron mucho más arduas de lo estimado; por las prisas, se intentó cimentar sobre terreno pantanoso; buena parte del gabinete, entre bisoños y con cuestionables aptitudes, descuidaron flancos importantes; economía, seguridad, salud, crecimiento, Trump, el TMEC, otros factores externos, políticas públicas titubeantes, la violencia y sus masacres, en fin, por octubre / noviembre, en lo que a gobernanza y resultados se refiere, 2019 se presentaba como lo que fue: un año tremendamente complicado.

Pero llegó diciembre.
Si don Diciembre tiene hijos adoptivos consentidos, el primero es el Presidente, sin duda…

LOS COHETES…
El martes pasado fue unánimemente calificado por la prensa nacional en su conjunto, como “el mejor día del primer año de gobierno de López Obrador”.

Y con razón: ese día se firmó en Palacio Nacional, el adendum del T-MEC, con lo que parecía que el famoso tratado, que tantos dolores de cabeza le costó al gobierno mexicano, quedaba definitivamente finiquitado.
Naturalmente, el festejo fue en grande.

Y no sólo de pate del gobierno, no: el Congreso en su conjunto, las organizaciones gremiales, todos los organismos del sector privado (con excepción de la Coparmex), sindicatos, confederaciones campesinas, la comentocracia, la prensa en su conjunto y eso que llamamos opinión pública abultaron los festejos.
Por supuesto que había motivos para ello: con la firma solemne nada menos que en Palacio Nacional (detalle este de la mayor relevancia) del famoso T-MEC, terminaba la incertidumbre que en automático se trocaba en certeza: al menos por los siguientes 6 años teníamos reglas nuevas y claras favorables para el comercio libre entre México, Estados Unidos y Canadá.

Se soltaron las campanas a vuelo y empezó la tronadera de cohetes…

REGALAZO…
El mismo martes se conoció la detención de Genaro García Luna en Estados Unidos.
Nada menos que el operador de la guerra de Felipe Calderón contra el narco y el crimen organizado.

Todo poderoso en su momento, manifiestamente conspicuo y protagonista, laureado como el Gran Policía Mexicano por el FBI, la DEA, la CIA, por la Agencia Nacional de Seguridad de USA, por el mismísimo ZAR antidrogas gringo, García Luna, quien llevaba 7 años viviendo y haciendo negocios en USA, es acusado de recibir sobornos de parte del cartel de Sinaloa, de traficar con droga y de mentir al gobierno de los Estados Unidos.

De eso nos ocupamos adelante.
Por lo pronto, apresurémonos a poner en relieve el enorme significado político que para el régimen de la 4T y el propio Presidente connota la detención de García Luna: le a la razón a AMLO: la guerra de Calderón no fue sólo un error y una matazón pasmosa: podría ser también una gran patraña.

Otrosí: de un solo garrotazo deja frio y mudo y muy cerca de la liquidación política a Felipe Calderón, que como quiera, se había convertido en el principal crítico y opositor del presidente López Obrador.
Y el trancazo también lo recibe el PAN, ahora sin bases de legitimidad y sin calidad moral para cuestionar las políticas de seguridad y de combate a la violencia aplicadas por la 4T.

Sí: el martes pasado fue un regalazo de don Diciembre a su consentido; el presidente López Obrador…

LA BENDICIÓN…
Volvamos al T-MEC. La firma tripartida en Palacio Nacional fue en verdad importante.
Aunque el primero en aclarar que el tratado “no es lo único ni es la panacea, es sólo un eslabón” fue el Presidente, lo cierto es que sí era para festejarse: traía la certidumbre para nuevas inversiones externas y propias, daba un sólido mensaje de estabilidad y de confianza.
Conviene contextualizar el asunto y sus vertientes.

“No es la panacea”, ha dicho López Obrador.
Cierto. Sin T-MEC, tenemos el TLCAN.

Trabajado entre USA, México y Canadá de 1990 a 1993, se firmó en ese año, y entró en vigor el 1 de enero del 94.
Al otro día era mundialmente célebre, pues una de las principales consignas del EZLN era su rechazo total al TLCAN.
En estos 25 años, el tratado se ha convertido en uno de los mayores aciertos históricos de la política nacional.

Multiplicamos por 10 el monto de nuestro comercio en la frontera norte: de 60mmp anuales, pasamos a los casi 700mmp actuales.
Una vasta zona del país que comprende partes del centro, occidente y norte se han transformado cualitativa y cuantitativamente.

Querétaro, Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, San Luis Potosí, Nuevo León, Coahulia, Tamaulipas, Sonora, Baja California llevan años creciendo por arriba del 4% en su PIB.
Nuestra capacidad exportadora agropecuaria es la cuarta del mundo.
Somos el tercer exportador de automóviles y un larguísimo etcétera.

O sea: para nosotros el TLCAM ha sido una bendición…

EL COPETÓN…
Pero llegó el vándalo de Trump y declaró que el TLCAM era “el peor tratado comercial de la historia” para su país.

Y ni hablar: a trabajar en uno nuevo, al gusto del veleidoso copetón.
Con las dificultades de sobra conocidas, se firmo el nuevo T-MEC el 30 de noviembre de año pasado en Buenos Aires.

Luego, el partido demócrata, opuso nuevas condiciones para su aprobación en el Congreso estadunidense.
Se aceptó, por parte de México, un agregado para los sectores laboral y de medio ambiente.

Eso fue lo que se firmó, con bombo y platillo el pasado martes en Palacio Nacional.
Con añadidos de peso político elocuente: Trump envió a su yerno y el Presidente citó, por vez primera, a la oposición en Palacio…

EL ABUSO…
En la celebración, se habló y se escribió de la “inusitada amistad entre Trump y AMLO”.
Pero Trump -y los Estados Unidos, no tienen amigos, tienen intereses.

He aquí que el sábado vino el cubetazo de agua fría, helada: por sus pistolas y sin decir agua va, la casa blanca envío una iniciativa al Congreso para estipular en la letra del TMEC que los gringos podrán enviarnos inspectores para supervisar directamente la aplicación rigurosa de los puntos del adendum firmado en Palacio Nacional.
Naturalmente, ni el gobierno ni mexicano alguno admitimos esa grosera intervención en nuestros asuntos internos.

Aparte de la forma alevosa, gandalla y rufianesca con la quiere Trump madrugarnos, está el intento de abuso.
Naturalmente, como un solo hombre, los mexicanos respaldamos la posición digna y firme del gobierno de López Obrador…

EL ARRESTO…
Volvamos a García Luna.
Insístase: como Secretario de Seguridad Pública, fue reconocido, elogiado, laureado por las principales agencias de seguridad e inteligencia gringas.
Le otorgaron la visa Einstein -otro reconocimiento-, para que allá viviera.

Y de repente ¡saz!, que lo apañan.
Los cargos lucen un tanto endebles: trafico de 2 kilos de coca, recibir sobornos del cártel de Sinaloa y complicidad con el mismo.
Cuestionables todos.

Durante su mandato al rente de la SSP, se realizó el mayor decomiso de cocaína de la historia: 22 toneladas en Manzanillo, que eran del cártel de Sinaloa.
Se detuvo, entre otros, al “rey” Zambada hermano del “mayo”.
Que le entregaron maletines con millones de dólares en un restaurante.
Cargos frágiles, todos producto de declaraciones de testigos protegidos.

Nada más como secretario de seguridad, García Luna administro cerca de 60 mil millones de pesos.
¿Sería tan idiota como para comprometerse por un puñado de dólares?
Como se verá, este caso tiene otro fondo. Al tiempo…

EL DESCONTÓN…
Los analistas perciben en la visita del fiscal norteamericano en Palacio, William Barr, el arresto de García Luna, el intempestivo mutis de Evo Morales y la firma del adendum de T-MEC, con todo y la presencia lacónica del yerno de Trump, no una serie de coincidencias, sino la manifestación de un acuerdo de alto vuelos entre el Zócalo y la Casa Blanca.

México, pinta rayas y señala rumbos: más cercanía con el norte y una sana distancia con el sur del continente, sobre todo con el eje la Habana – Caracas – Buenos Aires.
Pero ¿cómo explicar entonces el descontón que se nos quiso aplicar con las reglas unilaterales en el T-MEC?

Un caso para los sabuesos de MASCARRIEL, como veremos…

AIRES DEL TRÓPICO…
Por segundo fin de semana consecutivo, el Presidente se apersonó por sus pagos, y anduvo por Veracruz, Tabasco y Chiapas, revisando los avances del programa Sembrando Vida.
Allá en Tabasco, el gobernador Adán Augusto López Hernández, cuya cercanía con AMLO es siempre ponderada, les demostró a sus paisanos que a la hora de tomar decisiones trascendentales, sabe actuar sin demora, lo cual fue recibido como señal positiva.

La buena gobernanza implica reconocer errores y corregirlos.
La elección de Ángel Mario Balcázar como Secretario de Seguridad Pública se reveló inapropiada.

Ni tardo ni perezoso, el gober Adán Augusto aplicó la operación grúa: le dio las gracias a Ángel Mario y llamó para ocupar el puesto a quien se desempeñaba como director de la Policía Fiscal de Investigaciones, Hernán Bermúdez Requena.
Sorprende la lectura de la prensa tabasqueña a propósito de la decisión del gobernador: creásele por favor a este MASCARRIEL: el arribo de Bermúdez Requena a la SSP fue recibida, saludada y aprobada por aclamación.

Aquí en el altiplano un caso así puede parecer desproporcionado y hasta inverosímil.
Es problema de contextualización: Tabasco es un estado pequeño. Los prestigios y los descréditos de las personalidades públicas son del dominio común.
Hernán Bermúdez se ha ganado, con una carrera de más de 30 años, el reconocimiento de policía profesional, capaz y confiable. No es primera vez que ocupa el cargo.

Si la bienvenida de la opinión pública a su nuevo reto ha sido prácticamente unánime, por algo será. (Los saludos intercambiados con cierto notario cuyo nombre no ha menester citar, pueden ser de buen agüero).

“En política, la imagen es resultado de lo que hacemos, no de lo que suponemos merecer”.
André Malraux.

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