Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: el gran desconocido… *Adán Augusto: aprovechando el viaje… No andábamos extraviados. A lo largo del primer año de gobierno de López Obrador hemos sostenido que no es posible justipreciar una nueva administración al cabo de 12 meses. En nuestra entrega del pasado lunes 11 de noviembre establecimos que en diciembre del 2020 […]
9 de diciembre de 2019

Mario Ibarra

*AMLO: el gran desconocido…

*Adán Augusto: aprovechando el viaje…

No andábamos extraviados.
A lo largo del primer año de gobierno de López Obrador hemos sostenido que no es posible justipreciar una nueva administración al cabo de 12 meses.

En nuestra entrega del pasado lunes 11 de noviembre establecimos que en diciembre del 2020 tendremos, entonces sí, todos los elementos necesarios para calificar al llamado gobierno de la 4T.

En base estrictamente a resultados podremos hacer el arqueo, computar éxitos y fracasos, ubicar aciertos y errores, confrontar hechos con discursos, promesas con cifras reales, proyectos con obras tangibles.

El propio Presidente ha solventado nuestra posición: en su discurso del 1 de diciembre, con toda claridad, les dijo a sus seguidores que, para diciembre del próximo año, lo que hoy quiere ser un Nuevo Régimen, estará cimentado y estructurado, de forma tal, que las transformaciones proyectadas sean una realidad irrevocable e irreversible.

O sea: al menos en los plazos políticos, coincidimos con el primer mandatario; pero en tanto…

EL BOMBARDEO…
En tanto hemos de persistir sistemáticamente en el esfuerzo: entender los porqués, los cómos, y los cuándos de López Obrador y su gobierno.

Innegable la polarización existente entre partidarios y opositores de la 4T. El propio Presidente hace reiterada referencia a esa confrontación con la mención reiterada a “nuestros adversarios”, a “los conservadores” a “los que se oponen al cambio”.

Y los de enfrente contestan con descalificaciones, adjetivos y prejuicios condenatorios.
Por tanto, el esfuerzo de comprensión ha de situarnos justo en medio de tirios y troyanos.
El análisis de los hechos debe ser honesto y objetivo, ecuánime y riguroso, racional y metódico.
Y ese método debe aspirar a la sobriedad del científico, al esmero del académico, al comedimiento de la ética.

De otro modo el aporte no vale nada. No sirve. No esclarece. No descubre. No informa. No señala. En suma: en nada contribuye a bien social.
Al contrario, será una interjección más en el apabullante bombardeo de afrentas que, en la estridencia ensordecedora, intercambian los militantes de la 4T y sus opositores…

LA BIOGRAFÍA…
Allá por mayo/junio del año pasado, cuando el candidato López Obrador se les escapaba inalcanzablemente a Meade y Anaya, cuando las estrategias de PAN y PRI se mostraban indudablemente erradas, apuntamos una explicación del fenómeno: en política, no se puede enfrentar con expectativas de éxito a un adversario que se desconoce.

Y PAN, PRI, los poderes fácticos, el establishment, la prensa, la clase política, no sabían quien era, qué era André Manuel.

Siguen en buena medida sin saberlo.

Lo perciben por sus hechos y su discurso; desconocen la dinámica sicológica del sujeto, ignoran los resortes recónditos de la personalidad del caudillo.

Para ello es menester conocer su biografía: su infancia, su adolescencia, sus años de universitario, sus inicios en la política, su desarrollo, la autoconstrucción de su figura y su liderazgo. Conocer su hábitat: el trópico feraz y voraz, incandescente e insondable. Conocer Tabasco -históricamente al margen del México en desarrollo, lejos siempre del otro México integrado a la globalización y abierto al mundo. Y conocer a los tabasqueños.

En aquellos apuntes publicados en este espacio de Rumbo Nuevo y que titulamos “El hombre de los popales”, intentamos mostrar que López Obrador constituía un fenómeno inédito en la historia política del país…

EL LINAJE…
Por eso resultó imposible para la clase política tradicional armar una estrategia para enfrentarlo.
“No saben cómo contender a este hombre que subió de los pantanos del trópico hasta el centro del poder en el altiplano para disputarles el mando y las riendas de la república”, señalamos en aquellas entregas.

Y nunca supieron.
Desde el triunfo de la revolución, y sobre todo a partir de la fundación del PRI corporativista por Lázaro Cárdenas y hasta el 2018, el linaje político del poder fue uno sólo.

No se rompió con Fox ni con Calderón, quienes, si bien representantes de una ideología distinta a la priísta, eran sin embargo parte del establishment político, social y económico de donde salieron todos los presidentes mexicanos de Ávila Camacho a Peña Nieto. Eran parte de la elite.
Su cultura política e ideología, su idiosincrasia era una sola: la del México “moderno”.

“El hombre de los popales”, Andrés Manuel López Obrador, es distinto…

LA ENFERMEDAD…
Pero ni la singularidad de López Obrador reflejada en su liderazgo, ni su formidable carrera política, ni su talento estratégico y propagandístico explican por sí solos su espectacular victoria electoral.

Baste pensar que, con un buen gobierno de Peña Nieto, bueno a secas, seguramente, AMLO hoy no sería presidente.

En ese sentido: el 1 de julio del 2018 es efecto, no causa; López Obrador es el síntoma, no la enfermedad.

Lo que estaba irremediablemente enfermo era el sistema.

AMLO lo sabía y el electorado lo sentía; cuando el primero madura la personalización del Cambio (mayúsculas obligatorias) en su figura, embona de manera natural con el hartazgo y el encabronamiento de las mayorías; el clic es automático…

MEJOR IMPOSIBLE…
La mesa estaba puesta.

La mayoría electoral había decidido, desde el 2015, su voto por el Cambio.

La emergencia apabullante de MORENA en las elecciones intermedias impacta por debajo de la línea de flotación al PRI, PAN y PRD.

Los pone a la defensiva.

El PAN se fractura; el PRD, disminuido por la defección masiva, tocado y tambaleante, deriva; el PRI, canceroso terminal, rinde banderas.

PAN y PRD, acorralados, sólo contemplan cómo Ricardo Anaya se auto inventa como candidato.

En el PRI están peor: postulan a Meade, un candidato cuyo mejor emblema ¡es no ser priísta!

Y el gobierno de Peña Nieto empeña todos sus recursos para desfondar a Anaya.
Mejor imposible para AMLO y su coalición…

30 AÑOS…
Ojo: desde 1988, Andrés Manuel siempre ha sido candidato. A gobernador en Tabasco en 1988 y 1994. Al gobierno del D.F., en el 2000.

En 2006-12 y 18, a la presidencia de la república; 30 años como candidato.

Pero no de ocasión, sino de todos los días.

Durante esos 30 años trabajó arduamente, afanosamente, pacientemente, tácticamente, vitalmente (como proyecto de vida), eficazmente como candidato; las 24 horas de cada uno de esos 10 mil 950 días.

Nada podían un Meade o un Anaya ante tremendo adversario.

Menos como abanderados del sistema al que la mayoría votante ya había condenado…

TRES PARTIDOS, TRES…
Candidato durante 30 años.
Y presidente estatal del PRI, nacional del PRD y fundador y guía categórico y único de MORENA.
Exitoso en las tres misiones.

En Tabasco, Enrique González Pedrero no lo quitó de la presidencia estatal del PRI por incompetente: todo lo contrario: por demasiado exitoso.

En su época dorada, el PRI tenia un jefe por cada instancia de gobierno: el Presidente en lo nacional, el gobernador en lo estatal y los alcaldes en los municipios.

Los presidentes del partido en los comités nacional, estatal y municipal eran sólo operadores sujetos a la autoridad del alcalde, del gobernador y del presidente de la república respectivamente.

Sucedió que como presidente del PRI tabasqueño, AMLO puso al partido, sobre todo a los comités municipales, en superioridad política sobre los alcaldes.

Estos tendrían que rendir cuentas al comité municipal y cumplir la demandas que la ciudadanía canalizaba a través de los comités.

Claro, los alcaldes se resistieron, se organizaron y le pidieron al gobernador EGP la renuncia de AMLO al PRI estatal…

LOS CHONTALES…
Los opositores de la 4T acusan a López Obrador de actuar más como candidato que como presidente.

Señalan que utiliza el asambleísmo como método meta institucional para la toma de decisiones de gobierno. Puede ser.

AMLO nació como político en las asambleas con los pueblos chontales de Tabasco cuando fue delegado del Instituto Nacional Indigenista (INI) en el sexenio de López Portillo.

Las políticas asistenciales del INI fueron su licenciatura como político.

A partir de 1988, como opositor al sistema, su vida diaria fue el activismo en la ranchería, en la villa, en la plaza, en las carreteras, en el zócalo. 30 años

Lo que llamamos “lopezobradorismo” es un movimiento perpetuo, incesante; esa dinámica es su esencia misma, su naturaleza; y el conflicto su fuente de energía: si vacila, disminuye; si se estaciona, declina; si se para, enferma y muere…

LAS PERAS…
Esperar que López Obrador sea otro es pedirle peras al olmo. Es ingenuidad, ignorancia, tontera.

El hoy Presidente es el resultado de 40 años de formación política y de lucha sostenida.

Y tan bien le ha salido que ahí está: Presidente con una legitimidad contundente, con una aprobación del 65%, con un poder que ningún presidente había tenido en los últimos 40 años.

Es una bobería monumental pedirle que deje de ser él mismo, pedirle “que cambie…”

LA TAREA…
Un año más y las transformaciones serán irreversibles”, dijo AMLO el 1 de diciembre.
De hecho, algunas ya lo son. No habrá gobierno que eche abajo las políticas públicas de asistencia a estudiantes, jóvenes desempleados, adultos mayores, campesinos, etcétera.

La pobreza y la desigualdad como tareas inmediatas del Estado son ya irrevocables.

Podrán mudar lo comos, no los imperativos.

Cambiar de régimen significa desmontar el anterior, desarmarlo. (O destruirlo y enterrarlo, como en las revoluciones violentas).

AMLO ha avanzado en esa tarea vertiginosamente.

Al paso que va, seguramente en un año estará muy cerca de cumplir la faena: sustituir el entramado institucional y la estructura política y la mecánica funcional del régimen que él llama “neoliberal”.

Pero, instaurar un nuevo régimen político, es muy distinto a crear un país nuevo.

O una patria nueva como dijo el Presidente el 1 de diciembre.

Crear Riqueza, generar Desarrollo, construir Paz, garantizar Justicia, cimentar Seguridad, Salud, Educación y, en suma Estado de derecho, es otra cosa. De eso trataremos en nuestra próxima entrega…

AIRES DEL TRÓPICO…
Un fin de semana sin duda disfrutable para el Presidente: de gira por su terruño y atendiendo la que es una de las máximas apuestas de su gobierno: la construcción de la refinería en Dos Bocas y el rescate de PEMEX.

Seguramente habrá noticias hoy en la mañanera. Tonificante resultaría para su proyecto que pudiera sostener que PEMEX será puntal, y no lastre de su gobierno.

El reto es inmenso. Rescatar y recomponer lo que 7 presidentes -de López Portillo a Peña Nieto- destrozaron con el abuso y el dispendio es, ciertamente, tarea de romanos.

En PEMEX se juega buena parte del éxito o el fracaso de la 4T. Veamos hoy como le fue al Presidente por sus rumbos.

Como quiera, para el gobernador Adán Augusto López Hernández -y para los tabasqueños en conjunto-, siempre es celebrable la oportunidad de apapachar a su Presidente. En una de esas lo agarran de buenas y les concede lo que tanto necesitan: recursos, más recursos, muchísimos más recursos…

¿Rosalinda López jefa del SAT? Aquí en Tenochtitlan se da por hecho (Mascarriel se redacta los viernes). ¿Lo hizo oficial el Presidente allá en su tierra?

“En política, el tiempo perdido es tiempo perdido”.
W. Churchil.

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