Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: 2020, año en vilo… *Adán Augusto: habas tabasqueñas… “Nunca imaginé que mi primer año sería así”, dicen que dijo a un pequeño grupo de su más estrecho círculo, el presidente López Obrador. Bueno, pues ya citábamos recientemente al imprescindible Jorge Luis Borges: “La realidad no suele coincidir con nuestras previsiones”. Más allá […]
25 de noviembre de 2019

Mario Ibarra

*AMLO: 2020, año en vilo…

*Adán Augusto: habas tabasqueñas…

“Nunca imaginé que mi primer año sería así”, dicen que dijo a un pequeño grupo de su más estrecho círculo, el presidente López Obrador.
Bueno, pues ya citábamos recientemente al imprescindible Jorge Luis Borges: “La realidad no suele coincidir con nuestras previsiones”.

Más allá de si el presidente profirió esa frase o no: “nunca imaginé que mi primer año sería así”, es cierta: expresa una verdad.
Podemos enumerar 100 o 200 o más hechos que AMLO no podía prever el 1 de diciembre pasado; limitémonos a algunos de los más sobresalientes:

-Cerrar 2019 con crecimiento cero…
-2019 como el año con mayor número de asesinatos violentos desde que se lleva ese registro…
-Enfrentar las amenazas de Trump y terminar desplegando 27 mil elementos de la Guardia Nacional a frenar drásticamente el paso de migrantes hacia Estados Unidos…
-Las muchas masacres, el “culiacanazo” y la tragedia de la familia Lebaron con sus secuelas…
-La caída impactante de la inversión productiva…
-Tener a Evo Morales como huésped distinguido en una de las residencias ex profeso del campo militar número 1…

-Hacer referencia a un golpe de estado… (explicado luego su imposibilidad).
-La caída en el índice anual en la generación de empleos formales…
-Los problemas al interior de la bancada de MORENA para aprobar el Presupuesto de Egresos 2020…

-El reto manifiesto del crimen organizado…
-La negativa -hasta el momento- por parte del FMI de renovar el crédito flexible por 85 mil millones de dólares a nuestro a país…
-La recomendación a sus clientes de Bank of América, Morgan Stanley, UBS Group, Societé Generale, entre otros corporativos financieros internacionales, de vender sus papeles de inversión a largo plazo que tengan en México…

-Los episodios de desabasto de medicinas…
-La próxima caminata de Javier Sicilia y su movimiento por la paz…
-La renuncia de su primer secretario de hacienda, etc., etc…

LOS CAMBIOS…
Demasiados imponderables que no estaban en el horizonte de la 4T hace un año.
No todo ha sido desfavorable, por supuesto:
-Los principales programas sociales del presidente -fundamentales en la 4T- caminan y el rediseño del gasto presupuestal del gobierno los ha convertido en prioritarios; pronto serán letra constitucional para hacerlos irreversibles.

Un cambio de régimen implica un cambio de Constitución: enterrar la vigente y constituir una nueva. Ello no ha ocurrido, pero sí se han realizado los cambios necesarios para que la 4T avance al gusto de AMLO. Él mismo se ha declarado satisfecho de las reformas constitucionales efectuadas hasta ahora, ha dicho que se siente cómodo y que le bastan para su cambio de régimen…

LA NARRATIVA…
Y sin duda lo más decisivo hasta ahora: su narrativa de la 4T es una realidad política, verbal -una meta verdad, digamos-, que, aunque a la vista de muchos es contradicha por la “realidad real” de todos los días, le merece al presidente una aprobación del 65% en el promedio de encuestas. Entre 6 y 7 de cada de 10 mexicanos siguen creyendo en la palabra presidencial y están convencidos de que les espera un futuro mejor…
(Ya lo decía Juan Rulfo. “La palabra es tan poderosa que puede transformar los hechos”).

LOS PARECERES…
Este domingo se cumple el primer año de la presidencia de AMLO. Rebasa las posibilidades de este espacio el intentar una evaluación objetiva de lo alcanzado. Además, lo hemos sostenido, un año no es suficiente para calificar a un gobierno nuevo. Menos si se propone el cambio de régimen. Dentro de un año sí que podremos y deberemos, si, como decía mi difunta abuela, “Dios nos presta vida”, tasar el éxito o el fracaso de la 4T.

Claro: podemos opinar; todos opinamos a diario; desde la comentocracia en medios hasta los millones de opinadores irredentos en las infestadas redes: “que esta decisión es errónea”; “que el presidente se ha equivocado”; “que es una disposición inadecuada” etc.; o todo lo contrario.
Pero son eso: opiniones, pareceres. Y no se puede calificar un gobierno a base de pareceres.
A un gobierno se le define por sus resultados. En un año estaremos en capacidad de enjuiciar objetivamente a la 4T. Por sus hechos y sus saldos; ni más ni menos…

LA FE Y EL AZAR…
-Incluso cuando los presidentes priístas nomás se pasaban la estafeta, el primer año fue siempre difícil. Era “el del aterrizaje y de la preparación de la pista para el despegue”.
El 2020 es el año decisivo para AMLO, para la 4T y para México.
Podemos adelantar que será un año difícil y que resultaría una insensatez arriesgar un pronóstico en ningún sentido. El azar cuenta.
Conserva el presidente el enorme poder y la fuerza que le da ese 65% de aprobación con que arranca su año determinante, que marcara la impronta de su mandato.
Esos mexicanos le siguen teniendo fe. Son un capital político inestimable.
No deberemos ir muy lejos: dentro de un año sabremos a ciencia cierta la suerte de la 4T, de AMLO y del país…

LA SINTAXIS…
Andrés Manuel posee un enorme talento para la construcción y manejo de los símbolos.
Y nada más simbólico que la política: los símbolos constituyen su sintaxis.
A todo lo que hace AMLO como presidente, lo viste con un cargado sentido de simbolismo.

La cancelación del NAIM y la construcción de Santa Lucia; la venta del avión presidencial y la apertura pública de Los Pinos; los rituales indígenas en la plancha del zócalo como culminación de su investidura presidencial y “la petición a la madre tierra” para construir el tren maya; vivir en Palacio Nacional y el logo de la 4T con las imágenes de Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas; sus giras de fin de semana y el asilo a Evo Morales; y un larguísimo etcétera.
Todo ello con el definido propósito de construir un nuevo mito de fundación, una nueva identidad nacional, eso que hoy designamos como “narrativa”.

EL ORGULLO…
La narrativa de la 4T es la mejor articulada desde el relato de la revolución -que le dio identidad, ruta y “destino” a la nación mexicana.
En los años 50s y 60s, en el pleno auge de la narrativa de la revolución, “el orgullo de ser mexicano” era muy real: era nuestro rostro ante el mundo, nuestra identidad jactanciosa expresada a la primera oportunidad: “¡Viva México, cabrones…”!

Pero era eso: una narrativa: un relato que partiendo de una realidad histórica la rebasa, la tergiversa, la transforma en un mito, en un código político: comunicación dinámica entre el poder y la masa: un régimen…

CORTÉS Y LOS GACHUPINES…
El reciente festejo del 20 de noviembre es un ejemplo elocuente de lo anterior.
Todo régimen tiende a apropiarse de la historia nacional para legitimarse, arraigarse y proyectarse en el tiempo. (Y la 4T se presenta a sí misma como un cambio de régimen).
Esa apropiación es una relectura -y una reescritura-, de esa historia.
Así, cada régimen crea su propio mito, su propia narrativa. Sin ello no arraiga, no proyecta, no comunica, no se legitima.

Los caudillos intelectuales de la independencia reinventaron la historia: ellos imaginaron y dieron luego por hecho nuestro glorioso pasado indígena y su martirologio y la consecuente condena de la conquista y la crueldad y avaricia de Cortes y los gachupines. Un relato a modo.
Los liberales, de Juárez a don Porfirio, continuaron esa narrativa y la asimilaron a la suya propia: la nación independiente e indomable lanzada a la conquista del futuro.

La revolución se asumió como descendiente directa de esa historia oficial usándola como página para escribir su propia narrativa, su propio mito, su propio cuento…

ANHELOS Y PROMESAS…
AMLO tiene su interpretación personal de la historia oficial.
Eso de las tres anteriores transformaciones es una lectura que él hace.
Siendo subjetiva, no es una versión incontrastable o irrebatible, aunque sus seguidores y él mismo la tomen como artículo de fe.

Pero resulta extraordinariamente fértil y eficaz para cimentar en ella la narrativa de la 4T: esta “transformación” es heredera única de las tres anteriores, y cumplirá las promesas fallidas, los anhelos naufragados de justicia, igualdad, educación, estado de derecho, fraternidad, de las tres precedentes…

LA ESCENIFICACIÓN…
Ello está expresado simbólicamente en la escenificación -muy bien lograda, por cierto, aunque sin espectadores casi-, del 109 aniversario del inicio de la revolución.
Toda narrativa política de un régimen específico quiere nutrir a la historia de contenido claro y de sentido preciso.

La narrativa de la 4T lo logra.
Aquí no importa la veracidad histórica de lo que se cuenta.
Lo que se persigue es la eficiencia del relato: que la gente lo crea y lo haga suyo.
Que se sienta parte de esa crónica, con lo que su pasado y su presente y su futuro adquieren un sentido y una identidad.
Y en esto AMLO es un maestro.

LA RESPUESTA…
La narrativa de la revolución, razón del éxito del PRI, no murió en 1982, como postula López Obrador.
Venía declinando desde los 50s y, si debemos fechar su defunción, ésta ocurre en 1968.
(La docena trágica de Echeverría y López Portillo es como el aquelarre luctuoso de esa narrativa –casualmente la etapa en que AMLO inicia su carrera en la política, en el PRI).

El fracaso del llamado neoliberalismo, que según el relato de la 4T inaugura de la Madrid y culmina con Peña, se debe a que nunca pudo cuajar su propia narrativa, ni con las fulgurantes y prestigiosas promesas de la democracia a partir del 2000 y ni con el fortalecimiento de la economía nacional. No pudo ser fuente de sentido y de identidad histórica al México del siglo XXI.
Con razón Héctor Aguilar Camín se refiere a esa etapa como “una crisis de narrativa nacional”.
Conclusión: en 1999, de visita en México, Giovanni Sartori dijo: “Ustedes decidieron ya desde hace rato deshacerse del régimen priísta. Mi pregunta es esta: ¿tienen ya con qué sustituirlo?”.
AMLO y su 4T pretenden ser la respuesta al sabio italiano…

AIRES DEL TRÓPICO…
Allá por la mera tierra del “preciso”, gobernada por uno de sus más cercanos amigos (amigo de a deveras) Adán Augusto López Hernández, se les queman las habas porque arranque ya el 2020. Como el país entero, el que concluye no ha sido un año de vacas gordas para los tabasqueños.

Máxime que intentan salir del oscuro túnel de los 12 años de los catastróficos gobiernos de Andrés Granier y de Martha Lilia López Aguilera…perdón: de su consorte Arturo Núñez. Si la cuesta de México es empinada, la de Tabasco de una pendiente pocos grados menos que vertical.
Esperan pues el arranque en serio de la refinería, del puerto de Frontera y de un programa de infraestructura carretera importante. En tanto, pásenla bien en navidades, sería la recomendación…

“Yo ofrezco el riesgo de ser libres para llegar a ser responsables”.
Manuel J. Clouthier.

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