Mascarriel
*AMLO: lo cohetes y la paradoja *Adán Augusto: mezquindades en el sótano… Mario Ibarra Es hora de tronar los cohetes, ya se verá como pintan las cosas a la hora de recoger las varas. Tiene sentido que el presidente López Obrador y su fanaticada -para utilizar la jerga beisbolera tan cara al primer mandatario-, celebren […]
1 de julio de 2019

*AMLO: lo cohetes y la paradoja
*Adán Augusto: mezquindades en el sótano…

Mario Ibarra
Es hora de tronar los cohetes, ya se verá como pintan las cosas a la hora de recoger las varas.

Tiene sentido que el presidente López Obrador y su fanaticada -para utilizar la jerga beisbolera tan cara al primer mandatario-, celebren en grande el año cumplido de su tremenda victoria electoral.

Y cómo son las cosas: el gran triunfo fue en domingo y la efeméride exacta cae en lunes; mejor, imposible.

Por supuesto, el jolgorio será en grande. Normal. Eso hacen los gobiernos de todo el mundo y de todos los tiempos cuando se festejan a sí mismos.

Más aun, en la historia de México -y en la del mundo, siempre los vencedores se han titulado dueños de la verdad histórica y han acusado a sus antecesores de traicionar a la nación o de plano venderla al mejor postor.

Como bien decía Ernesto Sabato: la historia de las naciones es una sucesión de falsedades e insultos.

Pero bueno: no nos pongamos demasiado intelectualoides y, mucho menos, dramáticos.

Intentemos sencillamente tomar una instantánea fiel y objetiva de lo que es la 4T a un año de su impresionante victoria electoral.

Y, para mejor entender lo que vemos, no lo olvidemos ni por un instante: la 4T es AMLO y este es la 4T…

El tiempo…
¿Y que es hoy, hoy, hoy (recordando al clásico) la 4T?
En esencia, es tiempo: 7 meses como gobierno constitucional y 12 meses como gobierno de facto.

Sí, porque no olvidemos tampoco que a partir del 2 de julio del 2018, el entonces presidente constitucional, Enrique Peña Nieto, sencillamente desapareció, en un mutis históricamente inédito, vergonzante para el mínimo sentido de la dignidad de quien se inviste de la máxima institución de este país, y al final de cuentas, muy significativo y elocuente del mínimo tamaño político y moral de quien por cinco años y medio fue nada menos que “el presidente de todos los mexicanos”. (Por casos de estos, que en nuestra historia se cuentan por millares, es que toda la verborrea tradicional de la política mexicana no es más que eso: palabrería insulsa, estridencia vacía, demagogia insoportable. Con razón nuestros hijos y nuestros nietos, cuando por descuido nos ponemos retóricos, inmediatamente nos paran en seco: “ya estás hablando como político”, nos espetan). Y a callar…

Los años…
Pero no nos perdamos. Hoy AMLO y su fanaticada están de festejo y tienen toda la razón y la justificación para hacerlo.

Hace un año arrasaron en las elecciones federales y se convirtieron en un punto de quiebre en la dinámica política e histórica del país, que se mantenía desde hace 6 sexenios. 30 años.

Son los treinta años del llamado “neoliberalismo” que AMLO y la 4T execran, maldicen y condenan y lo hacen responsable de todos los males habidos y por haber en esto que, a pesar de los pesares, sigue siendo eso que llamamos “la república mexicana”, “nuestro México”, “nuestra patria” etcétera.

Bueno, pues hace justo un año, el 53 por ciento de los votantes mexicanos dijeron “basta, hasta aquí llegaron esos hijos de todo su mal dormir”, y en la urnas decretaron que el sistema político dominante había llegado a su fin.

Por ello, no sólo le dieron una victoria aplastante al candidato del cambio, AMLO, sino que lo dotaron de una mayoría en el Congreso de la Unión.

Y de paso, clausuraron también el sistema de partidos que funcionó hasta entonces; hoy el PRI agoniza; el PAN desfallece; PT y VERDE son excrecencias de MORENA; y el PC es el único que parece poseer el gen y la voluntad y el talento para constituirse en una oposición política partidista articulada.

Aunque nada más fuera por eso, el batiburrillo de hoy está más que abonado y vindicado.

Pero hay más, claro…

La voluntad…
Por supuesto, el presidente le dirá a toda su extensa base de apoyo (el promedio de encuestas le da una aprobación del 66% al cierre de junio) que las cosas van “requetebién”.

Y bueno, la relación que les entregará hoy parecerá corroborar su aserto.

Lo cierto es que el presidente les ha cumplido a sus votantes buena parte de las cosas que les prometió.

El NAIM se canceló; Santa Lucia anda en sus arranques; el apoyo a los ninis –“jóvenes sembrando futuro”-va viento en popa; el apoyo a los adultos mayores también; dos bocas va; sembrando vida igual; el tren maya camina, el salario mínimo aumentó; poco, pero algo es algo; el avión presidencial está en venta; Pinos es espacio público; los expresidentes ya no tienen pensión; la alta y media burocracia fue despedida; en suma: hay una voluntad expresa de atacar la desigualdad lacerante para millones de mexicanos; hay la voluntad manifiesta todos los días en las mañaneras, de combatir el despilfarro y la corrupción.

Aparte de que el presidente es ya tan imprescindible como el primer café mañanero para sus bases, con las cuales mantiene una comunicación cercana y, diríase, hasta entrañable.

Además que la narrativa de la 4T, prevalece sobre los datos de la realidad que la contradicen.

En suma: hasta hoy, para ese 65% de mexicanos que aprueban la gestión de AMLO, es mucho más creíble su discurso mañanero y su narrativa de la 4T, que lo que digan los datos duros de la realidad.

¡Por supuesto que ello es digno de festejarse…!

La paradoja…
Claro que un intento de análisis objetivo, distanciado, honesto, de lo que es hoy, hoy, hoy la 4T, resulta mucho más complicado que la exhibición del listado de sus aciertos -algunos de los cuales pueden convertirse en yerros mañana o pasado.

Para empezar repitámoslo una vez más: no se puede intentar hacer un balance cierto de un gobierno que cumple apenas siete meses -aunque AMLO haya empezado a mandar desde hace un año.

La condición de MORENA es la condición de todo lo humano: somos tiempo.

El hombre es pasado. Hoy, en este instante, somos el resultado de lo que hemos sido.

Bien decía don Juan Matus que lo que hacemos perpetuamente es recordar lo que hemos sido. Desde hace un segundo para atrás.

Ese es nuestro presente: recordar el pasado…e imaginar el futuro.

Esa es la paradoja: somos pasado; nos debatimos en el presente y desde ahí nos proyectamos al futuro…un futuro que siempre será futuro.

Eso es el hombre y sus creaciones. Y un partido político es una cosa viva, hecha a imagen y semejanza de su creador. O sea: tiempo…

La utopía …
MORENA (o la 4T o AMLO, son lo mismo, como la santísima trinidad), son tiempo.
a: Pasado: los treinta años de lucha de Andrés Manuel, pero también de todo el abanico opositor que finalmente se acrisoló en MORENA.

Por eso tienen toda la razón de cargarle todos los males a los 30 años de ultra liberalismo. Aunque conforme avancen los tiempos de MORENA, esa razón se irá reduciendo.

b: Presente: la 4T es la narrativa que genera y sostiene sin pausa el presidente López, la cual es el prisma y el crisol del presente, pasado y futuro de la 4T.

c: Futuro: la 4T es proyecto puro: voluntad de cambio, ambición de giro histórico, utopía igualitaria, quimera milenarista, sueño redentorista.

En este sentido se parece al cristianismo o al marxismo (que es un cristianismo sin dios): MORENA o AMLO o la 4T –son lo mismo- son la profecía de la redención, de la igualdad, la fraternidad, la solidaridad y, en palabras del propio Andrés Manuel, de la felicidad aquí, en la tierra…

El proyecto…
Eso está muy bien. Y nadie con dos dedos de frente podría estar en desacuerdo.

Sí, pero las visiones idealistas de AMLO se nos parecen más cerca de la fe religiosa o de la metafísica que de la realidad.

Y nuestro asunto, el de los 6 mil 500 millones de seres humanos que infestamos este mundo, es la realidad, querámoslo o no.

Entonces, aquí en el piso de “la rugosa realidad” con la que chocó Arthur Rimbaud, ¿qué es hoy, hoy, hoy, la 4T…?

Es un proyecto de cambio de régimen.

A siete meses de ser gobierno efectivo, hoy la 4T es eso: un proyecto de cambio de régimen.

Y esto es algo manifiesto recurrentemente en AMLO.

Entendámonos: en la Cámara de diputados hay 500 miembros.

Si fuéramos y les preguntáramos a cada uno de ellos: “oiga, me podría usted decir que es lo que debemos entender por cambio de régimen?”, le apuesto doble contra sencillo que de esos 500 “representantes populares”, no más de 10 de ellos contestarían correctamente nuestra pregunta.

Y ello no sólo porque la inmensa mayoría son una caterva de ignorantes, sino porque la respuesta no es sencilla….

El régimen…
El Estado es la suma de instituciones que se da una nación para constituirse como república libre y soberana. Y todo enmarcado en la ley suprema de la Constitución Política.

El gobierno es el aparato, la estructura institucional que administra, provee, conduce, decide, cuida, prevé, garantiza el cumplimiento de la ley.

(Por eso en los regímenes parlamentarios, si un gobierno no funciona, se le cambia y punto).

El gobierno se conforma por tres poderes: el legislativo, el judicial y el ejecutivo, y todos sus funcionarios deben jurar respetar y hacer respetar la ley.

Y, entonces ¿qué es un régimen?

Un régimen es una ideología, es un ordenamiento entre el estado, el gobierno y la sociedad, que va más allá de lo meramente constitucional, más allá del ordenamiento jurídico.

Un régimen es una visión política, moral y ética del poder, es la ejecución meta constitucional de una idea de sociedad, de país, de nación. Un régimen es la dialéctica diaria, la acción continua y cotidiana que se da entre el estado, el gobierno y la sociedad.

Un régimen. Además de una ideología, de una visión autoritaria o democrática del poder, de una utopía social, de una búsqueda de igualdad y justicia, puede ser también una imposición, un capricho personal o sectario, una tiranía.

Por eso se habla del régimen porfirista, del régimen castrista, del régimen franquista, del régimen capitalista…o neoliberal…

De tal suerte, que la 4T, al proponerse como un cambio de régimen, significa un cambio radical de lo que hasta ahora ha sido el estado mexicano en su relación con la nación.

¿Cambio para bien o para mal?

No podemos saberlo….

El espacio …
Se sabe lo que se conoce, lo que se palpa, lo que se ve; lo que es mesurable y clasificable; lo que se valora por sus resultados, sus hechos, sus acciones productivas.
No podemos medir a la 4T porque es proyecto puro.

Sólo cuando sea un hecho podremos mensurarla. Y eso sólo será posible con el tiempo.

Por lo tanto, hoy podemos opinar sobre sus acciones, sus decisiones, sus dudas, sus giros, sus gestos, su discurso, su narrativa.

Pero nada más eso: podemos OPINAR; y eso en el sentido socrático del término, que antes de opinar postula que nada hay más variable, voluble y frágil que la opinión.
Opinemos pues…pero en la siguiente entrega. Por hoy el espacio nos marca una pausa…

Aires del trópico…
No hay duda de que ser correligionario acérrimo, amigo de verdad y además paisano del presidente, tiene sus ventajas. Y se vale, faltaba más.

Y es que si hemos de creer lo que reportan nuestros corresponsales tabasqueños -¡y claro que les damos crédito, son profesionales y reconocidos! Tabasco es la primera entidad en que el abasto de medicinas se habrá cumplido en el 95 por ciento en la semana que corre.

Por supuesto que se vale que el presidente ponga especial atención en los problemas de su estado y en que el gobernador Adán Augusto, uno de sus primordiales proyectos políticos, quede bien, a condición claro, de que la repartición sea pareja e igual de expedita para todos los estados.

En otros temas, al parecer le estarían jugando cubano al gobernador Adán Augusto, gente en la que ha confiado ostensiblemente. Le debemos el asunto para la próxima…

“Somos pasado y flotamos en el presente soñando el futuro”.
E. Sabato.

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