Mascarriel
*Entendiendo al presidente… *Clamor de tabasqueños… Mario Ibarra “Es muy difícil entender al presidente López Obrador”. Si se le oye frase semejante a “los conservadores”, a algún empresario encabritao, a una señora de las lomas, a un diputado priísta o al vecino que no votó por AMLO, pues resulta “normal”, entendible, lógica. Ah, pero si […]
18 de febrero de 2019

*Entendiendo al presidente…
*Clamor de tabasqueños…

Mario Ibarra
“Es muy difícil entender al presidente López Obrador”. Si se le oye frase semejante a “los conservadores”, a algún empresario encabritao, a una señora de las lomas, a un diputado priísta o al vecino que no votó por AMLO, pues resulta “normal”, entendible, lógica.

Ah, pero si se le escucha nada menos que ¡a la secretaria de gobernación!, la señora Sánchez Cordero, pues resulta una declaración bomba.

Nota de primera plana…Si la prensa estuviera más atenta y avispada.

Claro que es difícil entender al presidente López.

En abril del año pasado, arrancando la recta final de la campaña presidencial, en este mismo espacio de Rumbo Nuevo, en la entrega titulada “El hombre de los popales”, exponíamos por qué AMLO le sacaba cada día mayor ventaja a sus contrincantes: porque no lo entendían, era la tesis.

Y no podían entenderlo porque, sosteníamos, le aplicaban parámetros usuales a la hora de intentar mesurarlo como político, como líder, como gobernante; peor aún a la hora de ensayar su mecánica mental, su dinámica psicológica.

La casta gobernante -los hijos, nietos y bisnietos de la revolución, incluidos Fox y Calderón- y lo mismo panistas, priístas y demás-, procuraban descifrar la mentalidad de AMLO -para mejor enfrentarlo-, bajo paradigmas aplicables a ellos mismos, no a Obrador, el hombre que subió desde los popales del sureste a disputarles y arrebatarles el poder.

AMLO es el sur profundo, el sentimiento, la palpitación y la pasión indígena y la idiosincrasia mestiza de esa región de México que vivió –en más de un sentido-, fuera de la historia nacional hasta finales del siglo XX…

Don Benito…
“Es muy difícil entender al presidente López Obrador”, prorrumpe doña Olga ante su patidifuso auditorio.

Gran tema. Temasazo.

No hay duda de que el adalid y prócer del AMLO es Benito Juárez.
Pues bien: los suyos, esos gigantes que lo cargaron a hombros, que lo empujaron a tomar decisiones radicales a las que Juárez se resistía, la gran pléyade de la Reforma, tampoco entendían a Juárez.

Y se lo decían y se lo demostraban.
Miguel Lerdo de Tejada lo cuestionaba, lo desdeñaba y hasta lo menospreciaba.
Ignacio Manuel Altamirano escribía: “no admitimos más soberanía que la de los estados…Don Benito Juárez sabe esperar sin padecer, no sabe obrar sacrificándose, no es el hombre de la revolución sino de la contrarrevolución…”

Santos Degollado se atrevía a proponer, ya sitiado Maximiliano en Querétaro, que diplomáticos extranjeros participaran en una junta de liberales sobresalientes que elegirían al próximo presidente, luego de obtenido el inminente el triunfo.

(Por supuesto, hasta allí llegó la carrera del admirable general en jefe de los ejércitos liberales).

La providencia…
Ni criollos -ni mestizos, que eran mayoría entre los caudillos liberales de la reforma-, entendían el pensamiento y sentimiento profundos en Juárez…Porque era indio puro.

Tan ilustrado como ellos, tan moderno como ellos, tan educado como ellos, tan preparado como ellos…Pero indio.

E indio católico, hombre religioso, para hacer más compleja su personalidad e indiosincracia….

Guardando las distancias y subrayando las diferentes circunstancias históricas, pocos de sus contemporáneos entienden a Obrador.

Empezando por su gabinete.

¿Lo entiende “el pueblo”, su pueblo?

No. La relación apasionada entre AMLO y sus 30 millones de votantes –y otro tanto de simpatizantes hoy día-, es emocional, intuitiva, profunda, simbólica, ritual.

Le creen, lo aman, es para ellos el hombre providencial que quieren que sea.

Pero que puedan racionalizar su figura, su personalidad, su ser profundo, su actitud de apóstol laico, su misticismo político…Para nada….

Los liberales…
Para tratar de ir entendiendo al Obrador político, líder y presidente hay que saber historia.

Para no extendernos, arrancar de la era de Santa Anna hasta el triunfo de la revolución de Tuxtepec que encumbró a Porfirio Díaz.

Leer con detenimiento, con detalle, desde los prolegómenos de la guerra de tres años hasta la muerte de don Benito en 1971.

Y releer y releer la(s) biografía(s) de Juárez en ese mismo periodo.

Una de las lecciones principales es cómo pudo convertirse y sostenerse como presidente y jefe de los liberales, considerando que estos constituían una constelación verdaderamente extraordinaria, quizás irrepetible.

Eran políticos, ideólogos, próceres, idealistas, hombres de pluma y espada todos ellos; pensadores y hombres de acción; escritores, poetas, abogados, doctores, hacendados, humanistas…y gente de armas tomar.

Llevaron en hombros a Juárez; varias veces lo empujaron a cruzar el Rubicón; la más sobresaliente, cuando Miguel Lerdo y Melchor Ocampo redactan las leyes de Reforma, y le exigen, en Veracruz, su expedición.

Juárez se resistió. La pléyade liberal lo obligó a firmarlas.

Imposible resistirse a un requerimiento, casi un ultimátum de Santos Degollado, Melchor Ocampo, los Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Filomeno Mata, Manuel María de Zamacona, Ignacio Mariscal, Jose María Lafragua, Manuel Doblado, Matías Romero, Jose María Iglesias, Francisco Zarco, Ignacio L. Vallarta, Jose María Mata, León Guzmán entre otros muchos.

A partir de ahí Juárez fue el líder indiscutible de esa gran generación, fundadora de la nación
mexicana, del estado nacional, redactora de la versión original de la historia patria, que ellos, y nadie más que ellos, convierten en una lucha entre héroes y villanos, entre buenos y malos, entre los vencedores que hacienden a la gloria del cielo patrio y los vencidos, que purgan su derrota en el infierno de la expulsión de esa misma historia….

El lastre…
Juárez y esa generación de liberales fundaron la república mexicana. (Complementó esa hazaña el más ferviente juarista entre los juaristas fervientes: Porfirio Díaz…Pero esa es otra historia).

150 años después, el sueño de AMLO es refundar esa república juarista, que eso es justamente la 4T.

El asunto es que Juárez fue a hombros de gigantes, en tanto al presidente López lo lastra un equipo en el que dominan la ineptitud y la mediocridad; salvo dos o tres excepciones, nadie en el gabinete de AMLO está a la altura del colosal desafío.

Por eso se le ve tan sólo. Por eso tiene que prodigarse, resolverlo todo, estar en todas partes, practicar lo que Melchor Ocampo le exigía, delante de Juárez, a Comonfort: “el Ejecutivo debe ser todo movimiento y vida, si no quiere suicidarse y perder la ocasión….”

Pero para Obrador es casi la tarea de Sísifo.

Y no se juzga aquí la pertinencia o no de la 4T; los aciertos y desaciertos de AMLO, sus justas o dilatadas razones, su diagnóstico mayormente acertado, su proyecto de gobierno, de estado y de nación y su viabilidad, no: se señala y se subraya que para que un anhelo político y social de tal rango pueda caminar, quien lo encabece, para empezar, debe contar con un gabinete de súper primera…Y el de AMLO está lejos, muy lejos de serlo.

El engaño…
Ahí está, por ejemplo, el caso de PEMEX. Es obvio, para quienes conocen el asunto, que al presidente le están entregando diagnósticos incompletos y probablemente parciales; que le están proponiendo soluciones que no lo son y que apenas llegan a débiles y pasajeros paliativos.

Por supuesto, el presidente tiene que confiar en sus funcionarios; por eso los eligió: porque le son confiables.

Por eso en la mañanera del viernes dijo: “acepto el reto, vamos a recuperar a PEMEX”.

Y anunció la medidas que aplicará su gobierno a tal fin en este año.

Por supuesto, fueron reprobadas por los mercados, por los centros financieros mundiales y por las ineludibles e inexorables calificadoras.

En total, se le van a inyectar a PEMEX 5mil 200 millones dólares; pero la paraestatal tiene vencimientos inmediatos por 6 mil 600 millones de dólares. Una aspirina. Y así fue calificado.

¿Culpa del presidente? ¡Por supuesto que no! Culpa de la SENER a cargo de Rocio Nahle y de la secretaría de Hacienda de Carlos Urzúa.

Ellos son los responsables de que el presidente se exponga al análisis caustico de los mercados mundiales.

Hablando en castellano: lo embarcan, lo emboletan, lo dejan casi expósito…Y a la hora de la hora el presidente López tiene que ponerle el pecho, solito, a los obuses de la realidad…

Rocio Nahle es una carga ya demasiado onerosa para la presidencia.

Las ternas que le propuso al ejecutivo para la CRE son en verdad ofensivas, terribles, de pena ajena; un montón de ignorantes desorientados. Qué pena. Por falta de espacio, reservamos para próxima entrega la reseña completa de su perniciosa carrera para la 4T….

La semana…
Esta semana viene cargada. El presidente abrió agenda contra la SCJN, contra las ONG’s, la Comisión Reguladora de Energía, viene la fase decisiva respecto a la Guardia Nacional, la decisión de la candidatura para Puebla, más lo que se acumule. Como sea, no hay escenario para el aburrimiento…

Aires del trópico…
Por supuesto que los ritmos de Tabasco van en consonancia con las pautas del gobierno federal.
Cierto, el diagnóstico inicial, emitido justo después de la inapelable victoria electoral de Adán Augusto López Hernández, sigue vigente: difícil el pronóstico nacional de la 4T; pero a Tabasco le va a ir bien en este sexenio.

¿Por qué?
Porque el éxito de la 4T pende y depende de muchos más factores ingobernables, impredecibles y azarosos, que el proyecto de AMLO y de Adán Augusto para Tabasco.
Si al estado natal del presidente llegan los recursos a tiempo, si los proyectos ya presupuestados arrancan y se desarrollan en tiempo y forma.

Dependerá entonces de las capacidades del gobernador y de sus funcionarios.

Claro: antes hay que resolver ciertos “detallitos”.

Como esos más de 5 mil millones de pesos que la administración de Arturo Núñez le dejó como pasivo al presupuesto de Adán Augusto en su año de arranque.

Como la exigencia clamorosa de los ofendidos tabasqueños que quieren que los responsables del expolio sean requeridos, acusados, juzgados y sentenciados.
Reclaman justicia, vaya…

“Maiores pennas nido”.
Horacio.

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