Mascarriel
Mario Ibarra *AMLO: el estilo personal de gobernar… *…Y de los cohetes y las varas. “En política, hay tiempos para tronar los cohetes y tiempos para recoger las varas”.En ninguna actividad como la del poder político es tan radical la diferencia entre la festiva alegría de tronar los cohetes y la fatigosa tristumbre de recoger […]
20 de mayo de 2024

Mario Ibarra

*AMLO: el estilo personal de gobernar…

*…Y de los cohetes y las varas.

“En política, hay tiempos para tronar los cohetes y tiempos para recoger las varas”.
En ninguna actividad como la del poder político es tan radical la diferencia entre la festiva alegría de tronar los cohetes y la fatigosa tristumbre de recoger las varas.
Pocos, muy pocos políticos mexicanos han ejercitado la política con la fruición, la molicie y el refocilamiento -rayano en la voluptuosidad, con que lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador.
Pocos, muy pocos presidentes mexicanos han ejercido el poder inmenso concentrado en su persona con la decisión, la procacidad y la acometida con que lo realiza el tabasqueño.
Su expresión “No me vengan con el cuento de que la ley es la ley” podría muy bien ser emblema de su estilo personal de gobernar.
No se trata aquí de juzgar sino de comprender.
(Como todos los expresidentes AMLO será juzgado sin piedad, con rigor, inclemencia y hasta con incuria por el antiobradorismo, por el ágora ciudadana y, sobre todo, por la Historia. De ahí saldrá directo a los altares patrios -tal es su anhelo- o al purgatorio de los condenados).
No intentamos juicios de valor, nos limitamos a levantar la relación de los hechos.
Hablábamos, pues, de los tiempos de tronar los cohetes y los tiempos de recoger las varas.
¡Y vaya que este presidente se ha dado gusto tronando cohetes!
¡Su sexenio ha sido una perpetua feria intensa en la que sus cohetes han tronado y atronado a la parroquia de costa a costa y de frontera a frontera!
Y no han sido precisamente cohetones de fuegos fatuos; no; para nada.
Pero se acerca el tiempo de recoger las varas…

LAS FORMAS…
Quienes conocemos bien a Obrador pudimos columbrar las formas en que ejercería el poder presidencial.
Para el año 2018 teníamos 30 años de verlo actuar como líder de oposición.
Pero antes, en 1982-83, lo vimos como interpretó e intentó imponer el poder del Presidente estatal del PRI en Tabasco, al grado de que los 17 alcaldes de ese estado fueron a ver al entonces gobernador Enrique González Pedrero para quejarse: “oiga, Andrés Manuel quiere mandar más que usted”.
Ese fue su primer tropezón político de consecuencias…

LA IZQUIERDA…
En 1987, con las elecciones federales de 1988 a la vista, Heberto Castillo, Eduardo Valle, Arnoldo Martínez Verdugo, Adolfo Gilly, Pablo Gómez, Gilberto Rincón Gallardo, Valentín Campa, Othón Salazar, Ramón Danzós Palomino, Jesús Sambrano, comunistas, socialistas, izquierdistas de toda la vida, logran reunir alrededor de 40 partiditos, organizaciones, movimientos, grupos, grupúsculos, capillas y cenáculos de izquierda para conformar el Partido Mexicano Socialista y al año siguiente postulan a Heberto como candidato presidencial…

HEBERTO CASTILLO…
Por su parte, Cuauhtémoc y Porfirio se agendaron las siglas del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), que tenía registro, y el hijo del Tata se apuntó como candidato presidencial.
Es ahí, en esa precisa coyuntura, cuando Heberto Castillo -visionario, inteligente y generoso- declina a favor de Cuauhtémoc.
Heberto, amigo, partidario y admirador del general Cárdenas, sabía que, en esas fechas, 1988, el cardenismo seguía siendo una fuerza social, una emoción política y un mito que podría, unido con la izquierda multiforme que él representaba, darle la batalla electoral al sistema PRI-Gobierno.
No se equivocó.
El hoy director de la CFE, Manuel Bartlett, a la sazón secretario de Gobernación, tuvo que tumbar el sistema de conteo de los votos para evitar el triunfo de Cárdenas.
Lo demás es historia…

ESTRELLADO…
El PRD nació el 6 de mayo de 1999, y nació con pontífice: Cuauhtémoc Cárdenas.
Ahí fue cuando el priísmo cardenista se adueñó de lo que durante todos estos años se ha dado en llamar “la izquierda” mexicana.
Cuauhtémoc, fue jefe político, nunca líder; fue pontífice, nunca caudillo; fue un tótem, nunca un hechicero de multitudes.
Líder, caudillo y hechicero es López obrador.
Candidato a gobernador de Tabasco en 1988 y en 1994 por el PRD, AMLO fue paralelamente construyendo su movimiento.
Los éxodos por la democracia y las marchas de petroleros desde Villahermosa hasta el DF con sus plantones en el zócalo, le dieron exposición nacional.
La acusación de Fraude electoral contra Roberto Madrazo en 1994-95, lo convirtió en la víctima icónica del sistema PRI-Gobierno, lo cual aprovechó con intuición y talento.
En 1997 Cuauhtémoc lo hace presidente nacional del PRD.
En julio del 2000, Cárdenas pierde, por tercera vez consecutiva, la elección presidencial y Andrés Manuel es electo Jefe de gobierno del D.F.
Ese día se apaga la estrella de Cuauhtémoc y surge reluciente la del líder popular, la del caudillo imparable, la del hechicero de multitudes: AMLO es ya lo que quería.
Le falta sólo recorrer el camino que se ha trazado rumbo a Palacio Nacional…

CAUDILLO…
Ya jefe de gobierno, AMLO se convirtió en el caudillo de un movimiento masivo y en el verdadero jefe del PRD.
La elección presidencial del 2006, que pierde por medio punto, y su manera de aprovecharla, lo convierten en el mayor líder político y popular desde Lázaro Cárdenas.
Vuelve a perder la elección presidencial del 2012, pero su liderazgo se fortalece y se amplía.
En 2014 crea su propio partido, el MoReNa, y con él se van el 90 por ciento de los dirigentes y fuerzas vivas del PRD.
(Hoy en el MoReNa están todas las organizaciones corporativas del antiguo PRI: la CTM -hoy CATEM-, la FSTSE, el SNTE, el sindicato petrolero etc.)
En 2018, por una coyuntura histórica irrepetible: colapso del sistema de partidos, hartazgo e indignación de las mayorías, pacto con Peña Nieto, AMLO gana la elección presidencial con el 53 por ciento de los votos, contra el 47 por ciento de la oposición en su conjunto.
La victoria fue arrasadora por la diferencia enorme que Obrador obtuvo respecto a cada uno de los candidatos del PAN, PRI, PRD y PC…

MANDAR…
No esperó Andrés Manuel a cruzarse la banda presidencial para mostrarnos su muy personal estilo de gobernar: ordenó la cancelación de la obra del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (un proyecto grandioso) con el libro “¿Quién Manda aquí?” muy visible como mensaje de fondo.
¿Por qué lo hizo?
Porque podía.
(He explicado los “motivos de fondo” en pasadas entregas).
El arquetipo del mandatario mexicano para AMLO es el del monarca sexenal del priísmo clásico. Luis Echeverría, López Mateos, Lázaro Cárdenas son sus íconos evidentes).
De tal suerte, y aprovechando que el 3 de junio del 2018 Peña Nieto le cedió todo el poder político, AMLO se dedicó en cuerpo y alma a su objetivo fundamental: recuperar el enorme poder que la Presidencia tenía en tiempos del todopoderoso presidente del priísmo clásico.
Desde su óptica ello era absolutamente necesario para poder realizar su proyecto de encabezar la cuarta transformación de la historia del México independiente.
Equipararse a Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas exigía la concentración del poder en sus manos.
Un poder sin cortapisas normativos, sin equilibrios estructurales, sin contrapesos constitucionales.
Lo logró en gran medida.
Sólo quedaron en pie la SCJN, el INE, el INAI y la minorías en el Congreso que le impidieron las reformas constitucionales de fondo que intentó en la segunda mitad de su sexenio.
Así, nunca, desde Cárdenas, López Mateos y Echeverría hubo tal tronío de cohetes presidenciales como ahora con AMLO, ni Salinas de Gortari pudo hacerlo…

LAS VARAS…
La cohetiza presidencial ha estado, pues, en alta.
Ha sorprendido, sobresaltado y alelado a la parroquia entera.
Y ha sido una fiesta interminable para el cuatroteísmo, que gusta mirarse a sí mismo en el espejo de sus intenciones.
Igual AMLO: quiere se le juzgue por sus propósitos supuestos.
Pero no: será enjuiciado por sus hechos, nada más que por sus hechos.
Así es la política. Así es la vida. Así es la historia.
Porque toda pachanga tiene un costo, empiezan a llegar las facturas.
Son un bastantes y onerosas no pocas de ellas.
La primera fecha de vencimiento es el 2 de junio.
El 1 de octubre inicia, ineluctable, la recogida de las varas…

“Piensen en lo que pudimos y debimos ser y en lo que acabamos siendo; hoy, un Poncio Pilatos no nos sirve”.
Cimón Cinerario.

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