Mario Ibarra
*Morena: sin caudillo no hay Movimiento…
*¿Magia negra de ORO en Pemex…?
Tan ocupados andan que hasta se olvidaron de celebrar su décimo aniversario.
Onomástico nada menor si consideramos que en tan módico lapso son gobierno en el orden federal, lo son así mismo en 23 estados de la república, en cientos de municipios y fueron mayoría en la pasada legislatura del Congreso de la Unión.
Será que andan mesmerizados (¿preocupados? ¿esmerados? ¿temerosos?) en lo que a todas luces es lo único que les interesa y obsesiona: ganar la elección presidencial, retener los gobiernos de CDMX, de Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla y Morelos y obtener de nuevo la mayoría en el congreso federal.
Obcecación comprensible, pues para eso son los partidos políticos: para obtener el poder y para conservarlo.
Sin embargo y que el MoReNa es ya el partido en el poder, su fundador, caudillo incontestable y concluyente, Andrés Manuel, casualmente Presidente de la república, nunca se refiere a él, al MoReNa como ‘nuestro partido’, sino como ‘nuestro movimiento’.
Entonces ¿movimiento o partido? ¿o las dos cosas? Porque son cosas distintas…
EL PARTIDO…
En política, por definición, “la palabra ‘Movimiento’ designa a una agrupación transitoria de personas y/o grupos para la consecución de objetivos electorales o para la defensa ocasional de un principio, de una tesis o de un orden determinado de intereses”, leemos en la Enciclopedia de la Política, de R. Borja (FCE, 2003).
Entonces, para empezar, en política el ‘movimiento” es algo ‘transitorio’.
Pero, en la misma Enciclopedia Política se establece que “también se llama ‘movimiento’ a un partido político durante el proceso de su formación, antes de que reúna todos sus elementos constitutivos: organización permanente a escala nacional, ideología política, plan de gobierno etc.”
Bueno, más allá de que el MoReNa “no es un partido orgánico con estructura, representación de clases, cuadros o masas (sino que) carece de los pilotes indispensables de una cimentación partidista funcional -disciplina, lealtad, coincidencias sustantivas (y) es, más bien una reunión variopinta de oportunismo, militancia y transfuguismo donde cada quien gestiona sus propias filias, fobias e intereses” (Otto Granados), más allá de todo eso ¡es el partido en el poder!
Sin embargo, su fundador y líder indiscutido (¿e insustituible?), AMLO, se refiere siempre al MoReNa como “nuestro movimiento”.
¿Entonces…?
EL MOVIMIENTO…
En vista de lo anterior, MoReNa, usufructuaría las ventajas de ser un Partido, pero asumiéndose más que nada como ‘movimiento’.
Pero hay más: “El general Francisco Franco en España, el general Charles de Gaulle en Francia, el general Juan Domingo Perón en Argentina y otros lideres en distintas partes del mundo, por odio o menosprecio a los partidos políticos como elementos del sistema democrático, denominaron ‘movimientos’ a las organizaciones políticas que fundaron para sustentar su acción pública y su gestión gubernativa, aunque en realidad fueron partidos políticos de corte caudillista”.
Aquí ya empezamos a ver más claro: el caudillo conduce a su ‘movimiento’ al poder denostando, condenando y abominando de los partidos políticos; pero, para ello, su ‘movimiento’ debe convertirse en Partido; contradicción que el caudillo resuelve a la manera en que Alejandro el Grande solucionó el asunto del nudo gordiano: tajantemente: para gobernar somos partido, para todo lo demás somos un Movimiento…
EL DILEMA…
El tema pareciera frívolo o baladí; no lo es.
Ha dicho la candidata de la 4T que ya se considera Presidenta, y que falta sólo cumplir con el trámite electoral dentro de 19 días.
Aceptando sin conceder que así sea, el dilema aquí analizado se concretiza.
Claudia les dijo la semana pasada a los policías inconformes de Campeche que MoReNa es un Partido.
Y lo es. Con sus muchos asegunes, pero para fines prácticos y, legalmente, lo es.
Ahora mal: ¿al instante en que (seguimos suponiendo) doña Claudia se ciña la banda presidencia el MoReNa deja se ser un movimiento y se convierte exclusivamente en un partido?
No se ve sencillo el asunto; todo lo contrario…
EL CAUDILLO…
Como ya lo vimos al revisar las definiciones de ‘Movimiento’, existe una condición imprescindible y apodíctica para la existencia de un movimiento político: el líder.
Sin caudillo no hay movimiento popular alguno.
Y el líder del movimiento cuatroteísta es López Obrador. Y no hay otro. Ni habrá. Los caudillismos carismáticos -buenos o malos- no son transferibles.
¿Pueden coexistir una presidencia fuerte, imperativa y funcional en la persona de la señora Sheinbaum (seguimos suponiendo) y el movimiento lidereado por AMLO?
No es lo mismo repartir cargos, prebendas, posiciones, privilegios, puestos, a los miembros disciplinados de un partido hecho y derecho, institucionalizado, que hacerlo con una congregación de grupos, tribus y pandillas: más que una organización MoReNa es una muchedumbre donde los obradoristas de viejo cuño se disputan con oportunistas, chapulines, tránsfugas y filibusteros de la política las ventajas y las recompensas del poder -que no pocos convierten en botín….
SAN ANDRÉS…
No van a formarse ordenadamente a esperar su pedazo del pastel de la victoria.
Van a llegar en camarillas a cobrar facturas, a exigir pagos “por méritos de militante”, a reclamar parcelas por herencia partidista o facciosa, a presionar por obtener lo que suponen les corresponde.
Y todos van a presentarse con el escapulario de san Andrés, santo Patrono del Movimiento, colgado del pescuezo.
Ese sería el tema. Y su glosa da para mucho más. Lo continuamos en nuestra próxima entrega…
RADIO PASILLO…
No lo tome como información maciza. Se trata de un trascendido que captamos de radio pasillo, en la torre de Pemex.
Recientemente, el director de la petrolera más endeudada del mundo, el médico veterinario no titulado Octavio Romero Oropeza, anunció, en una mañanera, que Pemex se dispone a cubrir sus pagos atrasados, cuyo monto acumulado en los dos últimos años suma más de 10 mil millones de dólares.
Obvio: los proveedores y contratistas lanzan vivas y se frotan las manos.
Peeero… no hay dinero.
Rogelio Rodríguez de la O., que repetiría como secretario de Hacienda si Claudia resulta presidenta, ya le informó a está que es inevitable cambiar el esquema financiero de Pemex.
En lo que va del sexenio, el gobierno ha canalizado cerca de ¡2 billones de pesos! en aras de evitar del definitivo colapso financiero de la empresa, técnicamente quebrada desde hace 20 años.
Aparte, en su reporte operativo y financiero, Pemex reportó pérdidas por 35 mil millones de dólares en 2023.
El próximo año, le informó Rodríguez de la O a la candidata Sheinbaum, las arcas nacionales no podrán, ni de lejos, seguirle metiendo más dinero a ese barril sin fondo que es “la empresa de todos los mexicanos”.
En este marco, Romero Oropeza anuncia que se cubrirán los adeudos con proveedores y contratistas.
Pero ¿cómo?, si no hay dinero…
En radio pasillo se dice que se recurrirá al factoraje.
Otro pero: ¿qué banco le entraría al factoraje con una empresa quebrada?
Ya sabe usted: mediante el factoraje, el banco le ‘compra’ a usted su factura cobrándole un porcentaje y los intereses generados durante el tiempo que transcurra desde la operación al cobro de la factura -en Pemex, en este caso.
Radio pasillo asegura que ya salió un valiente al ruedo: se trataría de una empresa colombiana muy poco conocida: MNJ Capital, propiedad de un señor llamado Nicolás Jaramillo. Los enlaces entre Pemex y MNJ serían, según radio pasillo, Humberto Lobo, de Protexa, y los propietarios de la petrolera Cotemar, que acumula decenas de millones de pesos en contratos con Pemex en lo que va del sexenio.
Radio pasillo concluye: “Algo huele a podrido en Dinamarca…”
“El político que crea realidad política con lo que dice, enfrentará, tarde o temprano, la venganza de la realidad real”.
Ryszard Kapuscinski