Mascarriel
Mario Ibarra *“El priísta que todos llevamos dentro…” *Tlatoanis, virreyes y caudillos… -Si usted tiene 40 o 50 años de edad seguramente lo recuerda.Fue durante toda la segunda mitad del siglo pasado un dicho contundente y apodíctico.Y todavía se usó en la primera década de este siglo para asestárselos a Vicente Fox y a Felipe […]
6 de mayo de 2024

Mario Ibarra

*“El priísta que todos llevamos dentro…”

*Tlatoanis, virreyes y caudillos…

-Si usted tiene 40 o 50 años de edad seguramente lo recuerda.
Fue durante toda la segunda mitad del siglo pasado un dicho contundente y apodíctico.
Y todavía se usó en la primera década de este siglo para asestárselos a Vicente Fox y a Felipe Calderón, que gobernaron como priístas.
El refrán era (es) tan atinado que se le podía (se puede) aplicar a cualquier mexicano en la coyuntura exacta y en el momento necesario.
Cuando alguien reaccionaba de manera predecible ante una situación dada, exclamábamos:
“Le salió el priísta que lleva dentro…
Ese es el proverbio que más claramente sintetiza y expresa nuestra idiosincrasia y nuestro carácter como polis, como mexicanos:
“El priísta que todos llevamos dentro…”
¿Por qué?
Porque el PRI lleva 125 años gobernando este país, primero como tal, luego como PAN y ahora como MoReNa.
Nada más por eso…

EL CAUDILLO…
Los mexicanos adolecemos de una inclinación hacia el hombre-dios: la deidad antropomorfa.
En el mundo prehispánico, el Tlatoani era la encarnación de la divinidad.
Durante la Colonia el Virrey era la personificación de un Gran Poder remoto identificado con el nuevo Dios dominante.
En el México independiente se generó un vacío en el poder -el real y el simbólico- que fue relativamente llenado por los caudillos -Santa Anna, Juárez, Porfirio Díaz, los más sobresalientes.
(El imaginario popular identifica la figura del caudillo con la imagen del padre, poderoso y autoritario. De ahí nuestro gusto por el régimen paternalista).
En el Presidente revolucionario mexicano se fusionan los atributos del virrey, del tlatoani y del caudillo.
Esa es la gran invención del PRI, fundado en 1928 por Plutarco Elías Calles como PNR; rediseñado y renombrado como PRM por Lázaro Cárdenas en 1938; ciudadanizado por el presidente Ávila Camacho como PRI en enero de 1946.
El PRI es la gran aportación mexicana a la historia de la política mundial en el siglo XX.
Nada menos eh, ¡nada menos!
Y este México de hoy, hoy, hoy, del cimiento a la azotea, al revés y al derecho, de la A a la Z, para bien y para mal, nos guste o no, es creación y obra del PRI….

IDENTIDAD…
“El priísta que todos llevamos dentro…”
¡Claro que sí!
La identidad del mexicano del siglo XX y del de hoy, hoy, hoy, es hechura del PRI.
Desde el apostolado educativo de Vasconcelos (que duró 50 años) al Seguro Social; del muralismo a la industrialización; de la época de oro del cine mexicano a la creación de Infonavit; de la Universidad a la integración económica con USA y Canadá; del ejido a las refinerías; de la nopalera a las grandes urbes modernas; del partido hegemónico al INE; de la economía estatizada al neoliberalismo; del Presidente todopoderoso al Presidente acotado por las normas y las instituciones… todo, todo este México de hoy es obra del PRI…
O mejor dicho: del priísmo: el PRI, como partido, es hoy una entelequia, pero el priísmo sigue vivo…
¡y en el poder…!

EL MONARCA…
Si: no hay que confundir al priísmo con lo que actualmente significan las siglas PRI.
Hoy el priísmo obra y manda en el MoReNa.
Recapitulemos.
El presidente priísta era un monarca todo poderoso.
Tenía poderes metaconstitucionales y los utilizaba a fondo.
Intervenía directamente en la más peliaguda cuestión de Estado lo mismo que un pleito de comadres.
Era el jefe del Estado, el jefe de gobierno, el jefe del Congreso, el jefe de la Corte, el jefe del PRI, dueño del DF, jefe de los empresarios (“soy un soldado del PRI”, decía Emilio Azcárraga), jefe de las fuerzas armadas (“¿Qué horas son, general?… ¡las que usted indique, señor presidente!”), en fin: era el verdadero jefe de jefes.
Y lo era con la venia, el aplauso y hasta con la reverencia de TODOS los mexicanos.

LAS ÉLITES…
El priísmo se convirtió en un segunda naturaleza de los mexicanos.
De ahí lo de “el priísta que todos llevamos dentro”.
Pero nada hay perfecto ni eterno.
Hacia los años sesenta, las élites universitarias, de formación mayormente comunista y socialista criticaban acerbamente al sistema y, para los años setenta, las crecientes clases medias urbanas se empezaron a cansar del PRI…

TECNÓCRATAS…
En 1982 el sistema del ‘desarrollo estabilizador’ estalló.
Entre Luis Echeverría y López Portillo dejaron al modelo económico -y al Estado, en quiebra.
Una generación recién llegada de economistas y técnicos tomaron el control del PRI-gobierno (los llamaron tecnócratas, luego neoliberales y, ahora, conservadores), pero ellos lograron remediar los desastres por el despilfarro populista de Echeverría y López Portillo…

CARDENISMO…
Mas el priísmo más conservador, el más leal a las ideas de su fundador, Lázaro Cárdenas, chocó con los tecnócratas y se separó del PRI-gobierno.
En un matrimonio de coyuntura se alió con las izquierdas históricas en 1988 y, al año siguiente, fundaron el PRD.
Este partido fue esencialmente cardenista, es decir: ortodoxamente priísta.
Los socialistas y comunistas que se le sumaron actuaron como conversos o estoicos.
Ese PRI -llamado PRD, tuvo cinco candidatos priístas a la presidencia: 3 veces Cuauhtémoc Cárdenas, 2 veces AMLO.
Este nunca comulgó con la genuina izquierda del PRD aglutinada alrededor de “los chuchos” (Ortega, Zambrano y Sosamontes) y decidió fundar su propio partido, el MoReNa. Y allá se fueron con él los priístas y los comunistas conversos al obradorismo: los Marx Arriaga, las familias Bartres, Sandoval y Alcalde, los Epigmenio Ibarra, Etc.
Pero la masa del obradorismo es el priísmo cardenista.
No menos de una decena de recientes ex gobernadores del PRI hoy están en el MoReNa.
Repasemos sus lista de candidatos a senadores y diputados federales, sus listas estatales y municipales: la mayoría son priístas…

CASCARÓN…
¿Y el PRI de Alito?
Un cascarón. Una Sigla.
Aunque, déjeme decirle, existen hasta 15 millones de ciudadanos que siempre votaron por el PRI; que quizá eventualmente lo hicieron por Fox o por Calderón, pero que nunca han sido ni serán obradoristas.
Ese voto cumple ya 12 años en espera de un buen candidato…

USURPADORES…
Con AMLO el priísmo ortodoxo que se separó del PRI en 1988 reconquistó el poder.
Por ello una de las prioridades de la 4T ha sido la destrucción metódica de las instituciones de Estado, los instrumentos de gobierno y las herramientas de administración creados durante la transición democrática en los últimos 30 años.
El paradigma de AMLO es el monarca sexenal del priísmo clásico.
Desde Caín y Abel nada hay más fuerte que el odio entre hermanos.
El cardenismo transformado en obradorismo y convertido en cuatroteismo odia a muerte al neoliberalismo que le quitó su casa: el PRI fundado por Calles y conformado por Cárdenas.
Desde la percepción psíquica del obradorismo, los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña fueron, de alguna manera, usurpadores.
De ahí marbete del PRIAN.
De ahí la auto otorgada superioridad moral con que gusta de auto contemplarse el cuatroteismo…

LA NARRATIVA…
Por supuesto, sin un líder político como AMLO nunca el priísmo ortodoxo habría reconquistado la presidencia.
Pero, bien mirada, la 4T es sobre todo la manifestación del estilo personal de gobernar de un presidente priísta que es también un líder político y social.
Fenómeno que no se repetía desde Lázaro Cárdenas.
El gran instrumento de gobierno de AMLO son sus mañaneras.
AMLO es un genio del discurso propagandístico.
Su capacidad para crear una realidad virtual con su narrativa, es admirable.
Desde el púlpito de las mañaneras hechiza cada mañana -mérito indiscutible- a millones de mexicanos.
(La tesis de que el MoReNa es el PRI cardenista no es nada nueva: historiadores, académicos, analistas y periodistas la vienen ensayando desde que AMLO se apropió del PRD).
Y si: el MoReNa es todo lo arriba expuesto… Más el liderazgo, el carisma, el caudillaje y el talento político de Andrés Manuel López Obrador.
De tal jaez: ¿que se mide de fondo, en esencia, en las próximas elecciones?
Bueno: que tan priístas seguimos siendo.
Nada más… pero nada menos.

“El corazón del pueblo está en su panza”.
Gonzalo N. Santos.

Compartir: