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Mario Ibarramibarra17@hotmail.comRumbo Nuevo *Encuestas, estrategias y votantes… *Los nuevos ‘científicos’ de la grilla… “Una nueva ciencia surgió en México a mediados de los años veinte del siglo XXI.“Sus creadores se consideraban a sí mismos científicos, lo cual resultaba comprensible, aunque no dejaba de ser pretensioso y, en algunos casos, estrafalario.“La nueva ciencia se llamó Encuestología […]
1 de abril de 2024

Mario Ibarra
mibarra17@hotmail.com
Rumbo Nuevo

*Encuestas, estrategias y votantes…

*Los nuevos ‘científicos’ de la grilla…

“Una nueva ciencia surgió en México a mediados de los años veinte del siglo XXI.
“Sus creadores se consideraban a sí mismos científicos, lo cual resultaba comprensible, aunque no dejaba de ser pretensioso y, en algunos casos, estrafalario.
“La nueva ciencia se llamó Encuestología y lo primero que atrajo la atención fueron sus métodos: una curiosa mescolanza de magia numérica, fórmulas adivinatorias, teoría de las probabilidades, estadísticas sesgadas y disposiciones aritméticas básicas.
“Se ocupaban los encuestólogos del análisis e interpretación de las llamadas ‘encuestas electorales’, un ejercicio estadístico que se auxiliaba de las matemáticas y la cibernética de ese entonces, cuando la Democracia, en vertiginosa decadencia, agonizaba.
“Estudios demoscópicos” les llamaban los encuestólogos, y se utilizaban no solo para pronosticar resultados de elecciones, sino para columbrar las más diversas acciones, apetitos, estados de ánimo y supersticiones de una comunidad e, incluso de una nación entera:
Que se quería saber qué posición sexual gustaba más a las mujeres… iba la encuesta.
Que había dudas sobre la redondez de la tierra… la encuesta.
Que quien ganaría las próximas elecciones… por supuesto, vámonos a las encuestas.
El problema -de ahí el surgimiento de los encuestólogos- era que esas supuestas “mediciones” presentaban entre sí diferencias tan abismales, que la plebe no tuvo más remedio que buscar las misteriosas interpretaciones de esos brujos de principios de siglo, los encuestólogos, para tratar de entender el arcano de las encuestas electorales…”

HERMENEUTAS…
Más o menos en este tono -podemos imaginarlo- arrancarán los historiadores del próximo siglo el estudio de los procesos electorales de los años veinte del XXI en México, “cuando aún existía el sistema político que llamaban Democracia”, dirán.
Lo cierto es que la Encuestología es un hecho: hermeneutas laicos, los encuestólogos se ocupan en tratar de hacernos comprensibles los resultados de las miríadas de encuestas con que las campañas electorales nos abruman.
Y no es para menos: resulta complicado comprender cómo, entre unas encuestas y otras, podemos encontrar diferencias de hasta ¡50 puntos!
Ejemplos: el mes pasado las mediciones elaboradas por el diario Reforma y por Parametría le adjudicaban a Claudia Sheinbaum una ventaja de 36 y 34 puntos respectivamente.
Al contrario, para Massive Caller y México Evalúa la diferencia era apenas de 7 puntos a favor de la candidata del MoReNa.
Quienes llevamos décadas en este ajo de las campañas y las encuestas sabemos que algo aquí anda mal: o mienten las que le adjudican a Claudia una ventaja descomunal o mienten aquellas encuestas que reducen esa ventaja a 7 puntos.
O mienten todos…

EL ABSURDO….
Ergo: los llamados pools de encuestas también mienten.
Esto así porque, como señala Héctor Aguilar Camín “es absurdo promediar una encuesta que da 70 puntos de ventaja a una candidata con otra que le da una ventaja de 7 puntos (…) La diferencia entre ambas encuestas es tan alta que una de las dos encuestas miente. Probablemente las dos (…) La verdad no puede estar en el promedio de dos posibles mentiras”.
Argumento irrebatible.
Como todo, este asunto tiene su historia…

LA PROPAGANDA…
Hace 30 años, el gobernador de un estado de cuyo nombre no quiero acordarme, me pidió le contactara con los directivos de una empresa encuestadora a quienes yo le había presentado atrás tiempo.
Profesionales, serios, decentes, habían ganado prestigio y los resultados de sus ‘estudios demoscópicos’ eran ciertamente certeros.
Total, el gobernador de marras les encargó una encuesta.
Quería medirle el agua a los camotes, pues el candidato a sucederlo (que era SU candidato) enfrentaba a un rival cuya popularidad empezaba a preocupar.
Se hizo la encuesta.
El candidato oficial aventajaba con 17 puntos al opositor.
Contento, el gobernador citó a su delfín y le enseñó la muestra.
Este la revisó, asintió y dijo:
-“Muy bien, vamos a publicarla, pero debemos hacerlo bien…”
Se habló con los encuestadores, se pactó con ellos la publicación de la encuesta “como si fuera cosa suya”, es decir, sin implicar para nada al gobierno del estado.
Al otro día, la mayoría de los diarios nacionales presentaron esa encuesta en su primera plana.
Este es el primer caso en que vi que el resultado de una encuesta se convertía -deliberada, calculadoramente, en propaganda política.
Subrayo, no soy sólo testigo de este episodio: tuve (indirecta) participación en él…

EL ENGAÑO…
Humberto Musacchio lo expone con claridad: “Las encuestas nacieron como fórmulas que aportaban elementos de cálculo para fines comerciales o políticos. Para los profesionales de la mercadotecnia era y es importante saber qué quiere el consumidor, para que las empresas establezcan metas y medios para cumplirlas. Para la política, los estudios demoscópicos aportaban elementos de análisis para trazar la estrategia más adecuada en busca de la victoria en las urnas (…) “Lamentablemente la pugna por el poder ha hecho de las encuestas meros recursos de propaganda, cuando no se simple engaño.
(Aquí y en todo el mundo, quede claro).
Hoy se emplean los resultados -ciertos o no- para que el ciudadano suponga que el éxito de unos y el fracaso de otros es inevitable…”
Las encuestas como propaganda electoral…

EL ARROZ…
Apuntábamos en nuestra anterior entrega, que el MoReNa -siguiendo directrices de Palacio Presidencial- decidió aplicar la táctica del arroz cocido.
Ello significa utilizar los resultados de las encuestas favorables -bien hechas o no, sesgadas o no, ‘maiceadas’ o no, para sembrar en la mente del votante la noción de que la elección está decidida.
Los efectos que se esperan de esta estrategia es desalentar al voto opositor pero, sobre todo, deprimir el voto de los apartidistas y de los indecisos, que son los que finalmente dirimen las elecciones competidas.
“Si este arroz ya se coció, para que chingaos desperdicio mi domingo yendo a votar”, es la conclusión que busca sembrar en el ánimo del votante la táctica del arroz cocido…

LA PAELLA…
¿Se vale? Por supuesto. Lo que no está prohibido por la constitución ni por las normas electorales, está permitido.
MoReNa tiene esa gran ventaja sobre el frente opositor.
La táctica del arroz cocido puede resultar convincente de parte del cuatroteismo, no así de parte de antiobradorismo.
Pero, como apuntábamos al inicio de esta serie, el factor final es el voto de cada ciudadano.
¿A qué encuestas creerles?
¿A las que le dan 35 puntos de ventaja a Claudia Sheinbaum o a las que ubican a Xóchitl Gálvez sólo 6 puntos abajo?
¿O las que le dan a Claudia una delantera entre 10 y 15 puntos?
No nos hagamos bolas, como diría el clásico.
El próximo 2 de junio salgamos a votar… y asunto que terminó.
Seamos parte de la decisión, hagamos de ese arroz una rica paella…

“Hasta donde yo sé, no es delito mentir con las encuestas. Tampoco lo es mentir a los encuestadores”.

Xavier Velasco.

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