Mascarriel
Mario Ibarra *La respuesta no está en el viento, está en las urnas… *Claudia: el eslabón roto… Lo consabido pero irrenunciable: para saber dónde estamos, es decir: para entender el presente, es absolutamente necesario conocer y revisar el pasado; sólo así podemos hacernos una idea o, al menos, adquirir una noción más o menos clara […]
11 de marzo de 2024

Mario Ibarra

*La respuesta no está en el viento, está en las urnas…

*Claudia: el eslabón roto…

Lo consabido pero irrenunciable: para saber dónde estamos, es decir: para entender el presente, es absolutamente necesario conocer y revisar el pasado; sólo así podemos hacernos una idea o, al menos, adquirir una noción más o menos clara de hacia dónde vamos.
Rápidamente -y limitándonos al orbe de la política, México es un país muy distinto al del 2001 en que arrancó este siglo.
La novedad obvia pero no por ello menos significativa y, quizá, determinante es que, por vez primera en la historia del país los votantes elegirán a una mujer como Presidenta de la República.
Ese sólo dato nos indica, irrebatiblemente, que en estos 24 años, muchas cosas han cambiado en el país.
Para bien y para mal.
Y esa es la principal cuestión: en estos 24 años de cambios, regresiones, fracasos, avances, oportunidades perdidas y esperanzas renovadas, de mudanzas y continuidad, de transiciones y tercas permanencias ¿le ha ido al país más bien que mal o todo lo contrario?
La pregunta es imperativa.
Y su respuesta, que irremediablemente las darán las urnas, determinará el futuro del país -su rumbo al menos- para los siguientes 25 años.
Nada menos….

LOS AUTOCANDIDATOS…
Sí, tendremos Presidenta.
Claudia Sheinbaum, la candidata oficial, rompió una tendencia que venía imponiéndose desde el año 2000; a saber: el partido en el poder, con el Presidente a la cabeza, no pudo en estos 24 años designar candidato a presidencia.
El penúltimo presidente priísta, Ernesto Zedillo, detestaba al PRI.
De tal suerte que decidió terminar con el priato y pasar a la historia como el Presidente de la alternancia democrática.
Ese es el antecedente.
Pero lo que aquí se quiere señalar es que, los cuatro presidentes de la alternancia, se forjaron como candidatos por sí mismos y se le impusieron como tales a sus partidos.
Fox se convirtió en candidato presidencial del PAN contra de las preferencias tanto de la dirigencia como de la militancia tradicional panista.
Felipe Calderón se le impuso a Fox como candidato en el 2006, pues este, hay que recordarlo, quería designar como candidato del PAN a la presidencia a Santiago Creel.
Enrique Peña Nieto se forjó y se le impuso al PRI como candidato mediante una exitosa estrategia desde el gobierno del Edomex.
Y de AMLO ni hablar: las 3 veces que fue candidato presidencial lo fue porque se había erigido como aspirante único en el PRD, después de barrer y, prácticamente, borrar del mapa político a quienes incurrieron en la osadía de disputarle esa candidatura…

CLAUDIA Y SU DEMIURGO…
Esta es la cadena que se rompe con Claudia Sheinbaum.
Desde Lázaro Cárdenas hasta Ernesto Zedillo, es decir: ¡durante 11 sexenios consecutivos!, el candidato presidencial del PRI lo elegía, personalísimamente y como prurito de su carácter de monarca sexenal, el presidente priísta en turno.
Fox, Calderón, Peña Nieto y Obrador rompieron esa práctica, forjándose e imponiéndose por sí mismos como candidatos presidenciales.
Lo mismo que ha hecho Xóchitl Gálvez, por cierto.
Pero la cadena se ha roto con Claudia.
Ella era ya la candidata presidencial de AMLO antes incluso de que este se cruzara la banda tricolor y decidiera vivir en Palacio Nacional -hoy palacio presidencial.
En su totalidad hechura política y, en buena medida ideológica, de López Obrador, Claudia es candidata por obra y gracia y voluntad de su demiurgo.
Esa candidatura se la debe a él, únicamente a él y a nadie más que a él.
De ganar la presidencia ¿vería por ello condicionada su gestión?
La respuesta es afirmativa, para bien y para mal…

VIVIR EN EL ERROR…
Otra novedad es que por vez primera desde su fundación hace 94 años, el PRI no presenta candidato presidencial.
Lo mismo sucede con el PRD -con la particularidad, muy importante- de que sus candidatos en 1988, en 1994, y en el 2000 fuera Cuauhtémoc Cárdenas y, en el 2006 y en el 2012, lo fuera Andrés Manuel López Obrador; dos priístas de fuste y cepa.
Por ello no es de extrañar que hoy priístas sobresalientes se hayan ido a refugiar en Morena, el Verde y hasta en el PT, la coalición gobernante.
(Y es que el tlacuache Garizurieta sigue siendo su santo de cabera: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”).
No menos inédito resulta que, previo a la inminente madre de todas las elecciones que se avecina, el emergente MoReNa se haya hecho de 24 gubernaturas, contando con la (a fin de cuentas comprensible) complicidad de los gobernadores priístas salientes: Quintana Roo, Oaxaca, Sonora, Sinaloa, Hidalgo, Edomex y Baja California Sur, le fueron entregados en charola de plata al obradorismo…

ELECCIÓN NO: PLEBISCITO…
Otra particularidad sobresaliente es que, desde Lázaro Cárdenas, el gobierno y el partido en el poder, no eran encabezados por un líder carismático, indiscutible, mandón y con el poder concentrado en su persona, como lo es López Obrador, que se erige como el factor determinante en la campaña presidencial… de Claudia.
Y es el propio Presidente quien así lo ha establecido: “la próxima elección será un plebiscito” ha dicho, categórico.
Ergo: quien marca las pautas, el rumbo, los temas, las propuestas y los tiempos de la campaña de Claudia es el señor de Palacio.
Esto no lo hizo ningún presidente priísta desde Lázaro Cárdenas hasta Ernesto Zedillo, pues en el sistema autoritario del priato, era un factor fundamental que el presidente saliente se resguardara de los reflectores y declinara el protagonismo político y partidista en manos de su candidato.
Por lo anterior y por muchos más elementos que iremos aportando en subsiguientes entregas, la próxima elección presidencial presenta perfiles y coordenadas nunca antes vistas y ni siquiera imaginadas por quienes decidirán la suerte del país para las próximas 2 o 3 décadas: los votantes.
Una cosa es clara: esa elección la gana Andrés Manuel o la pierde López Obrador…

LAS ORILLAS ENEMIGAS…
Analizaremos, claro, forma y contenido de las campañas de Claudia y Xóchitl, sus estrategias, sus tácticas, sus positivos y negativos.
Pero de entrada es patente que ni la una ni la otra nos ofrecen, hasta ahora, nada nuevo, nada inédito, nada espectacular, nada apasionante.
La narrativa del cuatroteismo -es decir: de Claudia, es la de todo partido en el poder: vivimos en Jauja, el país es una sucursal del paraíso en la tierra y todos estamos contentos, felices y agradecidos con el Gobierno.
El discurso de la oposición, o sea: de Xóchitl, nos quiere convencer de lo contrario: México parece una franquicia del infierno, el gobierno ha fracasado y es imperativo ponerle fin de inmediato.
Navegaremos, en nuestras siguientes entregas, por el rio turbulento que corre entres esas dos orillas enemigas, intentando pescar lo más cierto, tangible, verosímil y genuino del proceso, a fin de nuestro voto sea emitido sobre la base del conocimiento, la información, el análisis y la reflexión…

AIRES DEL TRÓPICO…
La nota, en Tabasco, es que en el municipio de Centro, cuya capital es Villahermosa, el cotarro electoral podría animarse con el fichaje de Fernando Mayans Canabal por parte de MC. El apellido pesa, lo mismo que la carrera política de Fernando, azas de las relaciones e intereses que indicen es esa elección…

PD a los lectores: un viaje al extranjero me mantuvo al margen del trabajo periodístico. Pido disculpas por la larga pausa

“Había dos naciones en el mismo país, y esas dos naciones eran mortales
enemigas, se observaban torvamente, una a la otra se vigilaban resentidas, iracundas”.
Ernesto Sabato.

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