Mascarriel
*La muerte a la mexicana…*Acapulco: la ineptitud y la furia… Pasado mañana es día de muertos.Sin duda una de las singularidades de la nación mexicana (pueblo, historia, tradiciones, idiosincrasia) es su relación con la muerte y con los muertos… con Sus Muertos.No nos vamos a meter a revisar (no tenemos el espacio ni cabe hoy […]
30 de octubre de 2023

*La muerte a la mexicana…
*Acapulco: la ineptitud y la furia…

Pasado mañana es día de muertos.
Sin duda una de las singularidades de la nación mexicana (pueblo, historia, tradiciones, idiosincrasia) es su relación con la muerte y con los muertos… con Sus Muertos.
No nos vamos a meter a revisar (no tenemos el espacio ni cabe hoy ese propósito) el origen y desarrollo de tal actitud.
Sabemos que se hunde en nuestras raíces prehispánicas y que, luego de la conquista (sobre todo la espiritual, la evangélica, la cultural) la veta indígena se funde con la hispánica (que venía influenciada por la herencia árabe) y, de esa amalgama, va germinando la nación mestiza que somos.
No lo olvidemos nunca, por ningún motivo: somos una nación de mestizos, en abrumadora mayoría.
Pero volvamos a nuestro asunto: nuestra relación, nuestro ayuntamiento con la muerte…

LA PELONA…
“¿A dónde iremos/ donde la muerte no exista?/ Mas ¿por eso viviré llorando?/ Que mi corazón se enderece,/ Aquí nadie vivirá para siempre./ Aun los Príncipes a morir vinieron/ Que tu corazón se enderece/ Aquí nadie vivirá para siempre”.
Nezahualcóyotl.

“Desde mis ojos insomnes/ mi muerte me está acechando,/ me acecha, sí, me enamora/ con su ojo lánguido./ ¡Anda, putilla del rubor helado,/ anda, vámonos al diablo!”
José Gorostiza.

“Viene la muerte cantando por entre la nopalera;/ ¿En qué quedamos pelona, me llevas o no me llevas?”
Canción popular.

Podríanse llenar miles, decenas de miles de páginas con versos similares, con canciones con el mismo tema, con refranes festivos en los que la muerte no es más que una compañera de farra: “Aquel que me ande buscando/ que me busque en la cantina;/ allí me encuentran tomando/ con la muerte y ella invita…”
Esos poemas, esas canciones, esos refranes germinan y florecen sobre el suelo de una irrebatible realidad: la muerte nos vale madres…

LA SANGRE…
“Para los antiguos mexicanos la oposición entre vida y muerte no era tan absoluta como para nosotros. La vida se prolongaba en la muerte. Y a la inversa. La muerte no era el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección eran estados de un proceso cósmico, que se repetía insaciable. La vida no tenía función más alta que desembocar en la muerte, su contrario y complemento; y la muerte , a su vez, no era un fin en sí; el hombre alimentaba con su muerte la voracidad de la vida, siempre insatisfecha (…) Nuestros antepasados indígenas no creían que su muerte les pertenecía, como tampoco pensaron que su vida fuera realmente ‘su vida’, en el sentido cristiano de la palabra (…) La vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte. Para los cristianos la muerte es un tránsito, un salto mortal entre dos vidas, la temporal y la ultraterrena; para los aztecas la muerte era la manera más honda de participar en la continua regeneración de las fuerzas creadoras, siempre en peligro de extinguirse, si no se les provee de sangre, alimento sagrado…”

EL AHORCADO…
La larga cita de Octavio Paz, entresacada de su ya clásico El laberinto de la soledad, no sólo se justifica: resulta imprescindible para intentar entender lo siguiente: a consecuencia de la monstruosa guerra entre el Estado de Israel y el grupo terrorista palestino Hamas, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador llamó a ambas partes a conciliar la paz, a dirimir sus milenarios conflictos “platicándolos en paz”.
Algo similar hizo el mandatario con rusos y ucranianos: los conminó a darse abrazos en vez de cruzar balazos.
Por supuesto, de inmediato saltaron los puntuales observadores (que nunca duermen), para señalar que esas exhortaciones eran equivalentes a eso que llaman “la política exterior Miss Universo”, es decir: que más allá de su candidez es sólo una llamada a misa. Pero, bueno, ese es otro asunto.
Sin embargo, el hecho dio pie para que periodistas profesionales, serios y siempre con propósitos de objetividad como Pascal Beltrán del Río, señalaran que el presidente mexicano estaba nombrando la soga en casa del ahorcado…

LA SOGA…
“Nosotros somos partidarios de la paz”; “Los más importante es que no haya pérdida de vidas”; “No queremos la confrontación, no queremos las guerras”, fueron algunas de las reconciliatorias proclamas que el Presidente les envió a palestinos y judíos… y al resto del mundo, si así se quiere ver.
Pero precisamente ahí hace mella aquello de “nombrar la soga en casa del ahorcado”.
Esto así porque, señala Pascal, según datos del Monitor Palestino de Derechos Humanos, del sitio Wars of de World y del diario británico The Guardian, “en los conflictos que se han dado entre árabes e israelís desde 1920, mucho antes de la fundación de Israel, hasta le fecha, han muerto por la violencia del otro bando, 116 mil 342 personas (24 mil 981 israelís y 91 mil 361 árabes”.
Y aquí aparece la soga: “Durante el gobierno del presidente López Obrador, las víctimas por asesinato doloso, hasta el 12 de octubre pasado, han sido 168 mil175 personas, sin considerar a los desaparecidos que probablemente no serán encontrados con vida (unos 44 mil)”.
O sea: el dato sobrecogedor que aporta Pascal del Rio es que, en cinco años, en México han sido asesinadas muchas más personas que en los conflictos armados entre judíos y palestinos ¡durante 100 años!
¡Y eso sin contar los 44 mil desaparecidos!, la inmensa mayoría de ellos asesinados, sin duda alguna.
Y si a esas cifras añadiéramos las de las víctimas mortales y los desaparecidos durante los gobiernos de Fox, Calderón Peña Nieto, estaríamos hablando de alrededor de ¡500 mil asesinatos y cerca de 70 mil desaparecidos!
¿Podemos, legítimamente, predicar la paz universal entre judíos y palestinos, entre rudos y ucranianos…?

EL HORROR…
¡500 mil asesinatos en 20 años!
¿Y qué hacemos los mexicanos ante ello?
¡Nada, absolutamente nada!
Como sociedad, nos encojemos de hombros y volteamos la vista hacia otro lado.
O sea: como dicen los entendidos: hemos normalizado esa monstruosidad.
Hemos puerilizado esa horrorosa calamidad.
Ni el presidente de la república, vaya, ha escapado a esa inexplicable apatía: ante la masacre de 13 policías en Guerrero el pasado 25 de este mes, en su conferencia mañanera, que duró 2 horas y 23 minutos, apenas le dedicó 1 minuto y 14 segundos al asunto, apenas 83 palabras de las 13 mil 933 que profirió en esa mañanera.
Otro ejemplo: está mundialmente documentado que la política de emergencia médica y de salud instrumentada (es un decir) por Hugo López Gatel (certeramente llamado el doctor muerte) durante de pandemia del COVID, no sólo fue equivocada, sino que resultó desastrosa y criminal: 700 mil muertes en exceso, 700 mil tragedias familiares, decenas de miles de huérfanos. Además, México fue el país con mayor número de muertes de médicos y de personal de apoyo y administrativo hospitalario en el mundo.
Y hay un responsable: López Gatel.
Debería estar condenado a 10 mil años de cárcel.
En cambio ¡lo hacemos precandidato a jefe de gobierno de la capital de la república!
Ya ni chingas, mexicano.
No cabe duda: la muerte nos vale madres…

ACAPULCO….
Fue orgullo de México.
De 1940 a 1980 fue uno de los más famosos y glamorosos destinos turísticos del mundo.
Ya no existe.
Y nunca, nunca más volverá a ser lo que fue.
Las catástrofes naturales son inevitables.
Pero, en el caso de los huracanes, la ciencia y la tecnología nos han provisto de recursos para enfrentarlos y paliarlos más o menos.
Por supuesto que hubo oportunidad y medios para advertir a la población de lo que se le venía encima.
Ninguna autoridad lo hizo.
La periodista Fernanda Familiar reportaba desde acapulco que, a las 9:30 de la noche del lunes no había sonado una sola alarma y ningún protocolo de seguridad se había puesto en marcha.
Los gobiernos municipal, estatal y federal fueron los primeros arrasados por el huracán. Desapareció el Gobierno.
Hasta ayer domingo que escribo estas líneas, esos poderes seguían ocultos, esfumados: un desastre que se sumó a la tragedia.
“El gobierno nos obliga a robar”, gritaba una mujer que salía cargada de vivires saqueados de un supermercado.
Y como ella miles; decenas de miles.
Que en una situación así, la gente agarre agua y comida y hasta ropa de donde haya, se entiende.
Ahora, que arrasen con todo – pantallas , electrodomésticos, llantas, cochones, bicicletas en fin, con todo, con absolutamente todo, ya es otra cosa.
Pero también se entiende (aunque de ninguna manera se justifica):
La gente no solo esta hambrienta, desvalida y desesperada: también está herida, ofendida, desengañada, iracunda, desgraciada, indignada y enfurecida.

“El hombre despojado de todo, no piensa; el hambre hiela el pensamiento y la persona desnuda puede cometer cualquier locura”.
Ryszard Kapuscinski.

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