Mascarriel
*Carta desde el Ecuador para Claudia y Xóchitl…*Oposición contra reloj… Mario IbarraEn política, muchas veces por donde menos se espera salta la liebre.Pongamos por caso a la república del Ecuador.El pasado domingo, un jovenazo de apenas 35 años de edad, Daniel Noboa ganó las elecciones presidenciales en ese país.Venció con el 52% de los votos, […]
23 de octubre de 2023

*Carta desde el Ecuador para Claudia y Xóchitl…
*Oposición contra reloj…

Mario Ibarra
En política, muchas veces por donde menos se espera salta la liebre.
Pongamos por caso a la república del Ecuador.
El pasado domingo, un jovenazo de apenas 35 años de edad, Daniel Noboa ganó las elecciones presidenciales en ese país.
Venció con el 52% de los votos, contra el 48% de su adversaria, Luisa González, representante del movimiento político más fuerte y mejor articulado del Ecuador: el correísmo -el cual por cierto, comparte varios rasgos con el obradorismo.
(Ojo mexicanos: a las 20 horas del día de la elección, se había contabilizado el 95 por ciento de los votos; de inmediato se dio a Noboa como seguro ganador de los comicios y asunto que terminó: todo mundo a su casa y a otra cosa. ¿Algún día podremos nosotros presumir de una normalidad democrática parecida? ¡Y vaya que en Ecuador no está el horno para bollos, pero para nada!)
¿Por qué debe interesarnos el caso del joven Daniel?
Hijo de Álvaro Noboa -uno de los empresarios más ricos del país- Daniel era muy poco conocido hasta antes de lanzar su candidatura.
Aunque había sido diputado (asambleísta, les dicen en Ecuador) asumió deliberadamente un bajo perfil, hasta pasar casi desapercibido.
Igualmente casi inadvertido cruzó la primera vuelta electoral (en aquel país, si un candidato no alcanza más del 50% de los votos en la primera fase, se va a una segunda vuelta).
En plena campaña presidencial, hubo un sismo político en Ecuador: el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato que acusaba directamente al crimen organizado de ser la calamidad principal de su país, y denunciaba la relación de políticos del correísmo con los capos.
El asesinato movió las conciencias de los ecuatorianos. Primer punto.
La otra clave para el triunfo de Noboa fue el debate electoral.
Ahí sobresalió y casi apabulló a Luisa González.
Segundo punto: el debate fue importantísimo.
Y resultó determinante al juntarse con el otro factor: el voto apartidista. (Noboa, que no milita en ningún partido, fue postulado por una coalición de partidos).
El electorado ecuatoriano está dividido en tres porciones: el correísmo (30%), el anti correísmo 30% y la ciudadanía apartidista 40%, para ponerlo en números redondos.
¿Quién decidió el resultado a favor de Noboa?
¡El voto apartidista!
Y, en este, el voto joven fue determinante.
¿Qué ideología tiene Noboa?
Él se autodefine como de ‘centroizquierda’ y se presenta como defensor de la libertad, empezando por la libertad de empresa.
Pero lo que se dice ideología, ideología, no tiene ninguna.
Su discurso para ‘celebrar’ su victoria duró escasamente dos minutos.
“Bueno, ya ganamos, gracias, ahora todo mundo a trabajar” fue, palabras más palabras menos, todo lo que dijo…

LECCIONES…
A ver: en la elección presidencial en Ecuador hay enseñanzas imperativas tanto para la 4T como para frente opositor.
Es decir, en la misma proporción, igual Claudia Sheinbaum que Xóchitl Gálvez con sus respectivos equipos de campaña, pueden obtener valiosas lecciones del proceso electoral ecuatoriano.
La primera: que un candidato que apenas ayer no aparecía en las encuestas puede ganar una elección presidencial (ahí está el otro ejemplo de Milei en Argentina, que ayer pudo haber resultado electo presidente).
La segunda: que el llamado ‘voto duro’, es decir: el voto de los correligionarios de partido y de sus simpatizantes, no alcanza para ganar una elección.
La tercera: que los debates pueden resultar, si no decisivos, sí muy importantes.
La cuarta: que el votante independiente es voluble y hasta caprichoso.
“Oiga -me dirá el mexicano bisoño y medio chauvinista-: México y Ecuador son muy diferentes”.
Ay, craso error; los países latinoamericanos tienen muchas semejanzas, pero muchas más, que diferencias; desde la independencia de España, todos cojeamos del mismo pie…

ILUSIONES…
Establecimos en nuestra anterior entrega que el votante mete el sufragio a la urna impulsado más que nada por una ilusión: la relatoría del candidato y su partido: el discurso.
(Esto así en México y en Hungría, en USA y en Corea, en Dinamarca y en Argentina; es decir: en todo el mundo en donde se realicen elecciones más o menos democráticas).
Apuntamos que toda relatoría política -y mucho más si es una oferta electoral, es eso: un relato, un cuento, una fábula, una invención, una versión parcial e interesada de eso que llamamos “la realidad”; la gente compra con su voto la que más le gusta, la que más la emociona, la que mayormente la ilusiona.
Y lo hace en condiciones lamentables: desde el analfabetismo político…

DISCURSOS…
Decíamos también que, Claudia, la candidata de la 4T cuenta a su favor con una relatoría clara, con un discurso redondo, fácil de entender, contrastado en blanco y negro, contundente en sus términos: “nosotros somos la única solución, nosotros somos la esperanza, nosotros somos los buenos, los honestos, los veraces, los nobles y sinceros, los fiables: somos el pueblo.
Y los otros, los que no están con nosotros, son lo mentirosos, los corruptos, los malos, los despreciables, los ineptos, los culpables de todas las desgracias nacionales”.
Claro como el agua clara y más fácil de entender… y de vender.
Nada nuevo: así son los discursos electorales en cualquier parte en donde esté en disputa el poder…

PASMADOS…
Y del tamaño de la ventaja de Claudia es el rezago de la precandidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez.
En el momento en que esta surge como precandidata presidencial, da pie al surgimiento de un fenómeno que, ciertamente, sacude el escenario de la política nacional.
De repente, a la manera de una explosión, Xóchitl es recibida con entusiasmo por el anti lopezobradorismo, levantando oleadas de expectativas en esos potenciales 30 millones de votantes (números aportados por el presidente López Obrador, que quede claro).
¿Y qué paso?
Al parecer, el éxito inesperado los engarrotó, le heló la iniciativa, les entumeció la imaginación, los dejó pasmados, en suma.
Pues en lugar de que Xóchitl se montara en esa ola, y que, a la manera de un incontrolable tsunami de emociones ciudadanas, creciera y se agigantara, luego de que fue oficialmente designada como precandidata empezó a declinar.
Regresó al Senado sólo para darse cuenta de que ahí estaba perdiendo el tiempo, mientras que Claudia recorría el país en jolgorio a hombros de sus numerosos partidarios…

30 MILLONES…
En esto de las contiendas electorales, cada día, cada hora que se pierde, cuenta.
Y cuenta mucho.
El desafío de Xóchitl y del frente opositor es contra reloj: la más extenuante, exigente y desgastante de las competencias.
Les queda apenas un par de meses para imaginar y tejer su relatoría, su discurso electoral, su oferta de ilusiones.
Sólo un par de meses para dar con el cuento que convenza, que emocione y que ponga en movimiento afanoso y esperanzado a esos presuntos 30 millones de ciudadanos que, según datos que aporta el presidente López Obrador, podrían votar por eso que el mismo mandatario llama “el bloque conservador”.
Bueno, al parecer en eso andan Xóchitl y sus estrategas.
El discurso opositor, nos adelantan, correrá en dos pistas: en una se hará la “denuncia” (así dicen) de “la desastrosa gestión de la 4T, del daño gigantesco que le ha infringido al país”, señalando al actual gobierno como “el peor, el más dañino y catastrófico (son sus palabras) en los últimos 100 años”.
Por la otra pista (nos adelantan) correrá Xóchitl con ropaje de “candidata ciudadana sin militancia partidista” con una estrategia clara y convincente: “la adversaria es Claudia, es ella la que estará en las boletas, contra ella es el tiro, no contra AMLO”.
Bueno, pues ya veremos dijo un ciego, y lo llevaban jalando…

“La política es teatro y sólo un instante representamos nuestra farsa trágica; luego llegan los otros con su espectáculo, muy parecido al nuestro”.
Michel de Montaigne.

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