Mascarriel
*Cavilaciones en Palacio: AMLO y las novelas por venir…*El juicio de la historia y sus plazos… Mario Ibarra“En la alta noche, un hombre fatigaba los prolongados, solitarios corredores.Con las manos a la espalda, de caminar lento, sus pasos eran apagados, como si deliberadamente buscara atenuarlos, disolverlos en la ligera penumbra.¿Era para que ningún remoto taconeo […]
7 de agosto de 2023

*Cavilaciones en Palacio: AMLO y las novelas por venir…
*El juicio de la historia y sus plazos…

Mario Ibarra
“En la alta noche, un hombre fatigaba los prolongados, solitarios corredores.
Con las manos a la espalda, de caminar lento, sus pasos eran apagados, como si deliberadamente buscara atenuarlos, disolverlos en la ligera penumbra.
¿Era para que ningún remoto taconeo atentara contra el capullo de silencio que, como un domo inmaterial cubría el enorme edificio?
¿Calzaba acaso zapatillas suaves, pantuflas tal vez?
¿Silencio?
No: si se lo proponía, podía escuchar con claridad, como rumores lejanos, como ráfagas aisladas, el ronroneo nocturno de la urbe.
Prefería no prestarles atención.
Se concentraba en su andar lento, la espalda ligeramente encorvada, la mirada al piso, por momentos al frente.
En más de una ocasión se detuvo, se acercó al barandal de piedra del corredor; primero, lentamente, barrió con la mirada la totalidad del enorme patio, con atención concentrada, como si buscara alguna señal, algún signo elocuente en alguna de las baldosas del enorme cuadrante que a sus pies se desplegaba.
Luego levantaba la vista hacia el cielo sin estrellas, no obstante que ni una mota de nube entorpecía la mirada; lo sabía: el destello de la ciudad iluminada vedaba el atisbo del firmamento.
Reanudaba su lento recorrido…

LA VISIÓN…
“Contemplada a cierta distancia, la silueta del hombre moviéndose por los solitarios corredores de aquel palacio (como formaban un cuadrante perfecto eran prácticamente interminables, infinitos) podía tomarse como el epítome de la concentración.
Si: en la alta noche, el hombre pensaba en la historia.
En la historia en general y en abstracto y en la historia suya, personal, sentida, vivida, recordable.
Podía recordar, por ejemplo, el día, la hora precisa, el lugar, el entorno, la gente que lo rodeaba, la luz declinante y amielada del crepúsculo en el zócalo de la ciudad de México, cuando, por vez primera en su vida se vislumbró como habitante principal del
imponente edificio de muros de tezontle.
Recordaba que fue un vislumbre, no un pensamiento; una visión fugaz, no un cálculo; una imagen vibrante y opaca, no un propósito.
Si, recordaba el instante y la ocasión en que se ‘vio’ como amo del Palacio Nacional, como Presidente de la República…

UN LIBRO…
“Caminaba los interminables corredores. Las manos a la espalda, ligeramente encorvado, con la mirada ora al piso, ora al frente, se detenía, se acercaba al barandal, se demoraba en la contemplación de las baldosas del patio, alzaba la vista hacia el mutismo del cielo sin estrellas.
No lograba concentrarse en un solo pensamiento, en un tema preciso. Lo interrumpían imágenes de muchedumbres que lo aclamaban, imágenes de un rio caudaloso en Tabasco, imágenes de una casa discreta en algún suburbio de Villahermosa.
Y tambien se le venían encima recuerdos, voces, rostros, de nuevo muchedumbres.
Tenía que ordenar todo aquel tumulto.
La mejor manera era la escritura, organizar, acomodar, eslabonar esa masa casi infinita de paisajes, voces, rostros, multitudes, carreteras, brechas, fondas, pozos petroleros, frases, ríos, en una historia.
Si, escribiría un libro; un relato detallado de su largo camino desde los popales tabasqueños hasta la cúspide del poder en México: la presidencia de la república.
Pero ahora tenía que hacer a un lado esa palpitante, henchida historia de 40 años de política mexicana.
Ahora tenía que concentrarse en su pensamiento esencial, en su tema obsesivo: el juicio de la historia…”

LAS NOVELAS…
Así podría iniciar la primera de las muchas historias noveladas, novelas históricas y novelas a secas que sin duda se escribirán sobre la estancia de Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, sobre su presidencia, sobre el hombre que llegó a acumular un poder colosal.
Tal acumulación de poder le era imprescindible para intentar su propósito fundamental: ser el adalid de un giro radical en la historia patria. (Ojo: la historia patria es distinta de la verdadera historia de los Estados Unidos Mexicanos).
“Hacer historia” (patria) es el lema de lo que él ha llamado “la cuarta transformación” del país.
AMLO aspira a que su gobierno, que él se propone como el inicio de un cambio de régimen, sea equiparable a la revolución de independencia, al periodo de la Reforma, a la revolución de 1910 y al surgimiento del cardenismo.
Nada menos.
Así como una vez se vislumbró como presidente de la república y Señor de Palacio Nacional e hizo todo lo necesario para alcanzar ese anhelo, así AMLO se columbra ocupando su lugar en los altares de la patria al lado de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas.
Nada menos.
Aspiración respetable.
A nadie se le puede censurar por sus afanes, sus deseos, sus sueños, sus quimeras…

EL JUICIO…
No hay duda de que al hombre de Palacio le preocupa -y le ocupa- el juicio de la historia.
En esto nos es excepcional: a todos sus antecesores en la silla del águila les ha turbado el juicio de la historia; lógico.
Pero a ninguno de ellos en las formas y dimensión en que agita al tabasqueño.
Pero ¿qué entendemos como “juicio de la historia”?
Porque, ojo, hay muchos.
Por ejemplo, Stalin es para la mayoría, el mayor asesino de la historia, pero no son pocos quienes lo ven como un modelo de estadista y hasta como un héroe.
El tema es vasto y complejo y rebasa los propósitos de este espacio.
Pero, simplificando, podemos decir que ‘el juicio de la historia’ se aplica a los expresidentes mexicanos en tres etapas: al corto, mediano y largo plazo.
Todos temen el primero: el que extenderán en caliente, aún influenciados por sus acciones en su mandato, sus contemporáneos.
AMLO no es la excepción…

SIN PLAN”B”…
Así, podemos entender la vehemencia de Obrador por dejar planificado, ordenado y, si se pudiese, blindado, el futuro político inmediato del país y su futuro como expresidente.
Por eso tiene a un grupo de sus más cercanos seguidores preparado el Plan de gobierno y de conducción del Estado para quien herede su presidencia -si es que logra que la 4T conserve el poder.
Por ello dejará los lideratos del Senado y de la Cámara de diputados en manos para él confiables.
Etcétera.
De ahí que en la mente de AMLO no hay “plan B”: perder la presidencia de la república es para él impensable.
Sabe que en el caso (para él absolutamente inverosímil e inadmisible) de un triunfo de la oposición, ‘el juicio de la historia’ en el plazo corto, inmediato, puede resultar de pronóstico reservado.
¿A qué complejidades e implicaciones nos lleva lo anterior?
Analicémoslas en la próxima entrega…

AIRES DEL TRÓPICO…
Cómo se anticipaba, la lucha intermorenista por la candidatura al gobierno de Tabasco se ha puesto candente… y escalará aún más la temperatura.
Reportan nuestros corresponsales que Javier May lleva todo el sexenio preparando sus huestes de partidarios a lo largo y ancho del estado.
Con un detalle: ha invertido en ello cantidades descomunales de dinero, el cual, afirman nuestras fuentes, puede ser rastreado, mostrado en su aplicación y evidenciado. Pero en tanto no haya candidato presidencial morenista todo seguirá en un limbo, candente, pero limbo al fin…

“La política no es una ciencia, sino un arte carismático, dependiente de la capacidad de persuasión, de la oratoria y de una perseverancia a prueba de bombas”.
Martin Graham.

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