Mascarriel
* “Me canso ganso…” *Semiótica y mecánica de la 4T… Mario Ibarra Lo cierto es que, como en el pokar, todos pagamos por ver. Sólo los estultos, o los adeptos fervientes, los gárrulos o los escépticos mal intencionados pueden atreverse a vaticinar el éxito o el fracaso de la 4T. La moneda está en el […]
10 de diciembre de 2018

* “Me canso ganso…”

*Semiótica y mecánica de la 4T…

Mario Ibarra
Lo cierto es que, como en el pokar, todos pagamos por ver.
Sólo los estultos, o los adeptos fervientes, los gárrulos o los escépticos mal intencionados pueden atreverse a vaticinar el éxito o el fracaso de la 4T. La moneda está en el aire y serán las circunstancias y en medida que el presidente López Obrador y su gobierno las vayan convirtiendo en hechos positivos o negativos, iremos viendo el rumbo que toma la 4T.

Sus posibilidades de éxito son condicionadas y escabrosas, pero son; las amenazas de fracaso son patentes, inquietantes y de peso indiscutible.

Podríamos decir, suscribiendo la imparcialidad y la objetividad, que en el arranque son del cincuenta y cincuenta, tanto a favor como en contra.

Para acabarla de poner un poquito más difícil, las primeras grandes decisiones del presidente López, seguidas por evidentes yerros de sus funcionarios y legisladores de su partido, no han abonado a su favor.

Al contrario: el asunto del aeropuerto está costando y va a costar más, tanto en lo económico como en lo político.

Si don Andrés en lugar del “nooo, no-no-no-no ¡dígale que no a esa pelota!”, le hubiese dicho sí al aeropuerto de Texcoco, su arranque estaría siendo bastante más favorable.

Pero bueno, “a lo hecho pecho” dice con sus declaraciones y actos de gobierno el presidente.

Por lo tanto, lo que debemos hacer –sobre todo quienes gozamos el privilegio de un espacio periodístico, es tratar de ver, estudiar, analizar, tratar de entender, de comprender, de aprehender con los sentidos, con la imaginación y la inteligencia, lo que es la 4T; aparte, claro, de reseñar con objetividad profesional como camina…

Entender…
Contra lo que se dice bastante superficialmente, no porque MORENA sea gobierno y López Obrador sea presidente, conocemos y entendemos qué es, desde un prisma histórico, MORENA, y qué es, desde ese mismo prisma, el presidente López, el líder Andrés Manuel, el caudillo Obrador.

Debemos irnos con tiento, con humildad de aprendices y con perspicacia de apache, para ir haciéndonos la idea, paso a paso y día a día, de qué se trata la 4T.

Sí, claro, ya lo dijo y lo reitera cada vez que los juzga necesario el presidente: se trata de un cambio de régimen.

Si, muy bien; pero cualquiera que apueste a que, de cada 10 mil mexicanos, 9 mil 999 no tienen la más remota idea de lo que la expresión “cambio de régimen” significa, gana la apuesta.

Ahí está el quid: en efecto: la propuesta de MORENA y su coalición es la del cambio de régimen; y tal es, por supuesto, el propósito, el anhelo, la convicción y el desafío del presidente López.

Ahora, que este cambio de régimen se dé tal y como quieren los morenos y tal y como lo visualiza don Andrés, es apenas un proyecto, un fin, una meta; y de eso se trata la película: ¿podrán el presidente López y sus hoy entusiastas y exaltadas huestes hacer el cambio de régimen y dejar bien cimentada, bien estructurada y bien encaminada a la 4T?

Porque sólo una cosa es segura: un sexenio no alcanza; pero sí da para fijar el cambio de régimen de manera irreversible y avanzar la 4T igual, de manera ineluctable…

Los signos…
AMLO es maestro de la política. Se las sabe de todas, todas; pero además posee un talento indudable para sentir sus palpitaciones y leer su sintomatología.

Sabe siempre –o casi siempre, y a veces con anticipación, qué le duele a la sociedad, que la desvela, qué ansía, que sueña…políticamente hablando, claro.

Por ejemplo: según encuestas, el ¡90 por ciento! De quienes le vieron y escucharon, aprueban los discursos del presidente López en el Congreso y en el Zócalo… ¡el 90 por ciento!

Esa aprobación asombrosa se debe sin duda a que don Andrés le dijo a la mayoría de los mexicanos lo que estos querían escuchar y, sobre todo: tal y como lo querían escuchar.

En este sentido hay que entender el corte histórico que hizo y el juicio sumario que le aplicó al neoliberalismo; le explicó a quienes le creen, que son legión, porqué estamos jodidos y les dibujó, con claridad, al último responsable de todos sus males: el neoliberalismo; y para su mayor fortuna, tenía ahí junto a un apesadumbrado, abrumado, apaleado Enrique Peña Nieto, ultimo adalid del neoliberalismo canalla, cruel, inmoral, ratero, inepto, tramposo y codicioso.

(Por cierto, si peña sabia –sin duda que sabía, por donde vendría el discurso del presidente López ¿por qué se sentó a esperar esa tunda feroz y despiadada? Misterio…)

Los símbolos…
La política es ritual; y pocos como AMLO saben oficiarlo; todo lenguaje ritual es simbólico. Y atención: etimológicamente, la palabra `símbolo` quiere decir: lo que une. (día-bolo significa, opuestamente, lo que desune, lo que siembra discordia).

Bien, pues pocos, muy pocos, con la habilidad política y el talento de caudillo de AMLO para mover y ordenar y si, manipular, los símbolos del ritual político.

¿Qué prometió en campaña?

Que no se haría el Aeropuerto de Texcoco, que abriría los Pinos a la gente (uno de sus más fervientes panegiristas, historiador él, equiparó el asunto, hágame usted el cabrón favor, a ¡la toma de la bastilla), que vendería el avión presidencial, que viajaría en su carrito, que desaparecería al Estado Mayor Presidencial, que despacha en Palacio Nacional pero, abierto a quien quiera visitarlo; canceló pensiones a ex presidentes, va p`abajo la reforma educativa, creó la Comisión de la Verdad para Ayotzinapa, etcétera. Cumple.

Cada uno de estos eventos contiene una intensa carga simbólica; juntos van conformando un mensaje subliminal escrito con signos fácilmente aprehensibles para la masa, y más para sus partidarios.

¿Cuál es el mensaje? Esto ya cambio; la 4T ya está aquí, es una realidad; ya se dio el cambio de régimen; el presidente cumple; esto ya nadie lo para.

Y la gente, subliminalmente asimila el mensaje, lo hace suyo; ello explica que escucha usted a diputados, senadores, funcionarios y a cualquier hijo de vecino seguidor del presidente López diciendo y repitiendo: “esto ya cambió, este es otro México…”

Incluso, quien haya no haya votado por AMLO, si entiende lo anterior, no puede menos que reconocer y hasta admirar el talento del presidente para la comunicación política, para el convencimiento entusiasta de sus huestes…

La realidad…
Pero, ojo, ninguno de los actos de gobierno arriba enumerados cambia en nada la realidad sustancial, medular, objetiva, política, económica, social, institucional, del país.

La república sigue absolutamente igual, por supuesto; la realidad no se transforma por actos de magia, o de voluntad –o por una simbología política impactante y convincente como la de López Obrador.

El cambio de régimen, si se da, se dará paulatinamente, lentamente, arduamente.

La 4T tiene a su favor, en primer término, el entusiasmo popular; ese 75 por ciento de aprobación

es un viento de fronda extraordinario para don Andrés y su navío; si lo eligieron 30 millones de votantes, hoy 60 millones de mexicanos creen en el presidente López; esa carga de energía es más que suficiente para arrancar el cambió en serio; como lo está haciendo AMLO, por lo demás…

Las barreras…
Pero nada será fácil; es más, cada paso resultará muy arduo, la ruta es de subida y escarpada.
Las enormes barreras están ahí, quien no las vea es porque no quiere o está ciego.

La primera: el dinero; ya el presidente se enteró que el de México no es un gobierno rico, al contrario, es más bien menesteroso.

La 4T, para caminar, necesita dinero, mucho dinero, inagotable dinero.

Una parte de la solución sería la reforma fiscal y hacendaría de fondo, radical y moderna, que el país necesita desde hace treinta años, cuando menos.

Un dato paralizante: el 52 por ciento del PIB lo genera la economía informal; o sea, para empezar, la mitad de los mexicanos productivos no pagan impuestos.

Queda la otra mitad que si paga, pero paga mal y evade todo lo que puede, que es mucho.

Urge un régimen fiscal y hacendario en donde paguemos impuestos todos; más los que más tienen y de ahí para abajo, todos.

Un régimen hacendario simplificado, inteligente, expedito, que te facilite pagar impuestos; y que a hacienda le facilite cobrártelos. Sin esa reforma hacendaria y fiscal de raíz, la 4T estará siempre en graves dificultades.

Y vaya que el presidente López puede –y debe- hacerla; tiene el Congreso y el respaldo de la mayoría de los mexicanos. Es más, si no se hace ahora, quien sabe hasta cuándo se vuelva a dar una situación igual de favorable para ello….

El horizonte…
Muchos otros Valladares topará la 4T: la realidad mexicana, los mercados mundiales, la poca capacidad de la gente que hace gobierno con AMLO, la caída de los precios petroleros, la política energética que, para su daño, parece asumirá el gobierno; el desgaste de la lucha contra la inseguridad y la impunidad y, sobre todo, el choque contra el crimen organizado, será desgastante; la oposición política interna se acrisolará, se reorganizará y atacará; dará mucha lata.

Otro frente será el matriotismo: en los estados del centro y del norte se opondrán con firmeza a las políticas centralizadoras dela 4T (necesarias para el proyecto), y más que los gobernadores, será la gente.

El otro problema será el tiempo: las encuestas señalan que los que esperan todo lo que el candidato Obrador les prometió, le dan un plazo de un año al presidente López para cumplirles; a partir de ahí iniciarán las manifestaciones de impaciencia…

Aires del trópico…
En consecuencia – y además por temperamento, cálculo, convicción y estrategia, Obrador hará gobierno como si permaneciera en campaña; más aún: estará en campaña permanente; y es que para la ruta y la meta que se ha fijado, no hay de otra.

Lo dijo el viernes en Tepic: Así voy a gobernar. Lo dijo en el zócalo: “no me dejen solo, porque me avasallan”; y como no puede tener el zócalo lleno todos los días, estará con su gente, con su pueblo a lo largo y ancho del país hoy sí y mañana también.

Es el presidente; pero es también el líder de MORENA y el caudillo de su movimiento. Y ello impone el ADN de su gobierno: el movimiento perpetuo.
Así, el fin de semana estuvo en Tabasco y Chiapas, entidades que lo aman y al que él les corresponde.

Lo dicho, quien sabe cómo le ira a la 4T, pero a Tabasco y al sureste les ira bien.
Seguro el presidente habrá recordado -o le recordaron, que hace 25 años, cuando encabezaba las reclamaciones a Pemex allí en Paraiso, salió descalabrado en una de esas duras escaramuzas con “las fuerzas del orden” del gobierno de Roberto Madrazo.

¿Qué sentimiento le habrá suscitado tal recuerdo?
En triunfo y ante el delirio de los tabasqueños, colocó la primera piedra de la refinería.
La suerte está echada…

Hoc caverat mens próvida Reguli.
Horacio.

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