Mascarriel
*AMLO: régimen, poder, Presidencia y heredad… *Adán Augusto, pistas y señales… Mario Ibarra Hablar de la condición humana es referirse a la relación del hombre con el poder, tema misterioso e infinito si los hay. Es el meollo de la historia universal, nada menos. Los mejores estudiosos del asunto, desde Gilgamesh, Homero, Siddhartha, Shakespeare, Cervantes, […]
17 de abril de 2023

*AMLO: régimen, poder, Presidencia y heredad…
*Adán Augusto, pistas y señales…

Mario Ibarra
Hablar de la condición humana es referirse a la relación del hombre con el poder, tema misterioso e infinito si los hay.
Es el meollo de la historia universal, nada menos.
Los mejores estudiosos del asunto, desde Gilgamesh, Homero, Siddhartha, Shakespeare, Cervantes, Hobbes, Canetti, Camus, Kafka, Paz -por mencionar sólo algunos, recomiendan tomar distancia, aislarlo (al poder, sus rayos y centellas, sus remolinos y abismos insondables), situarlo en su contexto de espacio y tiempo y analizarlo como el genetista a las células, como el etnólogo a los nidos de hormigas, como el astrofísico a las nebulosas… mjuum.
Hablar de la sucesión presidencial en México significa referirse a la historia del poder político en este país en los últimos 80 años; de Lázaro Cárdenas para acá, vaya.
Una historia de orígenes sangrientos: los principales próceres de la revolución mexicana – Zapata, Villa, Carranza, Obregón, de la Huerta, Serrano, murieron asesinados por sus compañeros de armas.
Así se disputaban el poder estos hombres: a sangre y fuego…

EL PRESIDENCIALISMO…
Plutarco Elías Calles ideó la forma de acabar con ese reguero de sangre convirtiendo al movimiento revolucionario en un partido político: el PNR.
Con un detalle: el dueño del partido sería él, don Plutarco.
Lázaro Cárdenas se dio cuenta de que, para que la revolución avanzara y transformara el país, era menester cortar de tajo la era de los caudillos.
Expulsó del país a Calles, creo nuevas reglas, le cambio las siglas al partido (PRM) y lo convirtió en una organización corporativista que poco después se transformó en el PRI.
Invento genial, este partido transformó al país -este México de hoy, para bien y para mal, es mayormente su hechura-, lo gobernó durante 60 años consecutivos, les dio una identidad a los mexicanos e inventó una fórmula admirable para administrar el poder durante ese largo periodo: el presidencialismo.
Durante su sexenio, el presidente en turno era un monarca todopoderoso.
Pero tras entregar el poder pasaba, irremediablemente, a retiro.
Luego entonces, ese inmenso poder, cuyo dominio sobre la vida en general del país era indisputable, se concentraba en la Presidencia de la República, que mudaba de propietario cada seis años. Esa fue la fórmula del éxito del PRI.

EL FENÓMENO…
Como nada en este mundo es eterno, el PRI tenía que declinar; el tiempo y la historia no perdonan.
En 1997 el ex partidazo perdió la mayoría en el Congreso de la Unión y el gobierno de la ciudad de México.
Ahí empezó lo que hemos dado en llamar nuestra transición democrática, en medio de la cual estamos, pues el arribo de AMLO a la presidencia de la república y su llamado gobierno de la 4T, son parte de esta transición.
Para que ocurra un fenómeno como el obradorismo, son necesarias dos cosas: una acumulación de hechos históricos, sociales, económicos, culturales, mundiales e históricos durante un periodo más o menos prolongado (30 años en este caso) y la presencia de un político (AMLO) capaz de diagnosticar el síntoma de los tiempos y aprovechar sus hitos para sus planes.
Eso sucedió en México el julio del 2018….

EL MEOLLO…
Y aquí estamos.
El gobernante que, como López Obrador, presenta su proyecto político como un Cambio de Régimen, no está pensando en un sexenio, sino en varios.
Aquí está el meollo: AMLO entrega el poder dentro 17 meses y dos semanas, ni un día más ni un día menos.
Obrador se formó como político en la cultura priista, cuando el PRI era dominante y el presidente de la república un monarca.
Por eso, cuando el PRI es asaltado por la tecnocracia (vulgo: neoliberalismo), el priísmo ortodoxo abandona el partido de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz Ledo y otros, como AMLO en Tabasco.
La transición democrática, con nuevas normas y nuevas instituciones, mermó el poder presidencial, lo acotó, lo puso sobre vigilancia.
No debe sorprender, entonces, que al Obrador Presidente, esas nuevas reglas y esas nuevas instituciones y contrapesos del ejecutivo lo incomoden, lo irriten y, en ocasiones, lo encabronen.
Es lógico: para su proyecto de nuevo régimen, para imponerlo contra viento y marea, AMLO necesitaría el poder incontestable de los monarcas sexenales priístas, que son sus arquetipos….

EL PODER…
Lógicamente, AMLO ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para regresarle al Presidente el poder inmenso de sus antepasados priístas, y lo ha logrado en proporción impresionante.
Con un detalle: ese poder enorme lo concentra en su persona.
En el priísmo clásico, el poder lo concentraba una institución: la Presidencia.
Hoy lo concentra un individuo: el Presidente.
Para que la 4T continue, como quiere AMLO, ha menester que su sucesor(a) acumule tanto poder como el que hoy este detenta.
Solo que el poder no puede transferirse de persona a persona.
¿Cómo le irán a hacer…?

LA SEÑAL…
Cuando Adán Augusto sale a decir a cielo abierto, con firmeza y sin sombra de dudas, sin titubeo alguno: “Sí voy a ser Presidente”, hay que tomarlo en serio.
“Estoy convencido de que Andrés Manuel acrecienta la certeza de que sólo Adán Augusto está capacitado -por biografía, paisanaje, relación personal, temperamento, carácter, lealtad, capacidades y convicciones políticas- para recibir la estafeta del poder y garantizar la continuidad de la 4T”, me dice un veterano político tabasqueño cercano a Palacio, cuatroteísta que conoce muy bien a Obrador y a Adán Augusto.
En este espacio creemos que ese “¡Sí voy a ser presidente!” de Adán Augusto es la principal pista, la señal más clara, rumbo a la sucesión presidencial…

AIRES DEL TRÓPICO…
La otra sucesión que apasiona, por sobradas razones, es la de Tabasco.
Aspirantes hay muchos, con posibilidades reales, muy pocos: Jaime Lastra, Octavio Romero, Javier May y Rosa Linda López Hernández.
Si la designación del candidato morenista a la gubernatura se decidiera por experiencia política, capacidad probada, talento demostrado y resultados acumulados, Lastra Bastar sería el designado.
Decía Groucho Marx que “la política es el arte de encontrar problemas donde no los hay para aplicarles soluciones equivocadas”.
Lastra Bastar procede exactamente al revés: siempre localiza el problema real y le aplica la medicina adecuada.
Su método es el de la precisión y contundencia al menor costo. Celeridad y ahorro de energía en las soluciones políticas.
La inteligencia es un don que se recibe -herencia genética, regalo de los dioses, azarosa providencia- y que se acrecienta ejercitándola.
La mente de Jaime Lastra es sobresalientemente apta para la política.
Y tiene más de 30 años ejercitándola: director de seguridad pública, subsecretario y secretario de gobierno, Procurador y Fiscal general del Estado, diputado, líder de la mayoría en el congreso tabasqueño. El mejor perfil sin duda.
Obvio, los otros aspirantes no están mancos ni son tullidos, de manera que hemos de ampliarnos en este tema…

“Si alguien te dice: ‘voy a hablarte con franqueza’, prepárate para lo peor”.
Irene Vallejo.

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