Mascarriel
*AMLO y “El jardín de los senderos que se bifurcan…” *El sur-sureste morenista ya tiene candidato: Adán… Los políticos, -los Presidentes de la república en este caso-, son juzgados por sus hechos, no por sus intenciones; son juzgados por sus resultados, no por sus ideas; los Presidentes son juzgados por la historia, no por sus […]
20 de febrero de 2023

*AMLO y “El jardín de los senderos que se bifurcan…”

*El sur-sureste morenista ya tiene candidato: Adán…

Los políticos, -los Presidentes de la república en este caso-, son juzgados por sus hechos, no por sus intenciones; son juzgados por sus resultados, no por sus ideas; los Presidentes son juzgados por la historia, no por sus contemporáneos: estos, acólitos el gobierno y, aquellos, sus herejes; unos son intransigentes partidarios del poder en turno, otros son sus obstinados opositores…
La pasión impide todo juicio de valor.
En el maremágnum de los acontecimientos es muy complicada la objetividad del juicio y, en política, imposible.
(Por no mencionar que, desde Aristóteles hasta Ludwig Wittgenstein y Bertrand Russel, la idea de que todo juicio de valor es subjetivo, no ha sido superada).
Pero no nos metamos en honduras.
Estamos hablando de política y de poder y de los hombres que lo ejercen.
Los presidentes mexicanos, en nuestro caso…

EN VÍSPERAS…
Todo juicio que se emita sobre ellos mientras aplican su inmenso poder, es inevitablemente subjetivo y eventual.
Es al momento en que entregan la banda presidencial en que empieza el juicio de la historia: es decir la ponderación y estimación ‘objetiva’ de los resultados de su gobierno.
Eso sí es medible, eso sí es enjuiciable.
Al día siguiente en que entregan el poder, los expresidentes mexicanos inician el recorrido del “jardín de los senderos que se bifurcan” (J.L. Borges), que los llevará al olimpo de los Prohombres de la Patria o los remitirá al desván de los malos gobernantes.
En lo que se refiere al presidente López Obrador (igual que con sus predecesores) no adelantemos vísperas: será considerado por los resultados de su gestión… no por nosotros, sus coetáneos, sino por la historia…

LOS ANALES…
El juicio de la historia comienza para ellos, insístase, al instante mismo en que el sistema les confisca el inmenso poder que detentaron.
Nuestros recientes anales abundan en ejemplos.
Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, fueron sujetos de la severidad del juicio histórico apenas abandonaron el Congreso de la Unión luego de entregar la banda presidencial.
En sus casos, de inmediato fue notorio que serían implacablemente enjuiciados… y condenados.
Ahora mal: aun cuando los expresidentes hayan pasado a retiro, los seguidores y defensores del expresidente seguirán enfrascados por un buen tiempo en la discusión de “bueno o malo” con quienes fueron sus opositores y detractores….

LA HISTORIA…
Pero eso nada tiene que ver con el juicio histórico, que no divide a los personajes entre buenos y malos, entre héroes o villanos, sino que aísla los hechos, los sitúa en su contexto, los analiza, los valora y concatena para poner en claro lo único que históricamente cuenta: los resultados.
El juicio histórico no es estático ni definitivo.
En eso se distingue de la llamada “historia patria”.
Esta, según Paul Valery, “es una suerte de droga heroica que, acomodando los acontecimientos, desnaturalizando los hechos, distorsionando las cifras, creando mitos y forjando héroes convencionales, pretende fortalecer la autoestima nacional, fomentar nacionalismos insanos o alentar en los pueblos optimismos infundados”.
Ah!, y la Historia Patria la escriben los vencedores… a su gusto y conveniencia.
En cambio, la historia como ciencia busca ser rigurosa: “recorre los caminos de los acontecimientos humanos en procura de encontrar la luz y asir la fugitiva verdad”. (R. Borja).
La historia como ciencia es dinámica y revisionista. Por ejemplo: el Porfirio Díaz que nos dibujaban los historiadores en 1950, es distinto al que nos enseñan sus colegas hoy.
Por ejemplo: el López Obrador que el historiador nos presente dentro de 10 años, será discordante del que salga de los volúmenes de los estudiosos 50 años después.
Pero, como a quienes lo antecedieron, la historia lo pondrá ante sus sinodales en cuanto la preposición ‘ex’ lo defina…

LA MEDIDA….´
Para no ir más lejos, de Lázaro Cárdenas a Peña Nieto, México ha tenido presidentes muy disparejos.
Ninguno ha hecho solo pendejadas y ninguno ha sido un Estadista de estatura universal. Ni el mismo Tata.
Pero unos le hicieron el país mucho más bien que otros. Y viceversa.
¿Cómo medirlos?
Por sus resultados.
¿Y como se miden sus resultados?
Muy sencillo: comparando el país que recibieron con el que entregaron.
Midiendo la salud de la república en todo lo medible: índices de educación, seguridad, pobreza, economía, estado de derecho, acceso a la salud, fortaleza de las instituciones, crecimiento del PIB, combate a la impunidad, competitividad global, procuración e impartición de justicia, combate al crimen organizado, costo de la canasta básica, distribución del ingreso y fortaleza del salario, índice de asesinatos dolosos y feminicidios (en nuestro caso), esperanza de vida, aprovechamiento escolar, confianza en las instituciones (escuela, ejército, congreso, SCJN, ejecutivo, universidades, organismos autónomos -por ejemplo: INE-, INAI etc.), macroeconomía, desarrollo social, obra pública e infraestructura y un largo etcétera…

LA CONDENA…
La historia nos explica el presente por medio del estudio y conocimiento del pasado.
Se trate de periodos de 500, 100 o 20 años, la historia nos dice cómo estábamos entonces y cómo estamos hoy.
Y, lo fundamental, trata de explicarnos porqué.
Resume lo que aconteció, cuyas consecuencias conforman nuestro presente.
De Lázaro Cárdenas a Peña Nieto, cada presidente tuvo aciertos saludables y edificantes que fortalecieron para el país.
Algunos tomaron decisiones que lo lesionaron y lo debilitaron.
Unos más, otros menos.
(Un solo ejemplo: el México de hoy, cuarto exportador mundial, sería imposible sin la firma del TLCAN por Carlos Salinas en 1993, pero el juicio histórico le ha sido severísimo hasta ahora).
Hay una constante: los presidentes mexicanos condenados por la historia lo han sido por las decisiones que nunca debieron haber tomado.
Díaz Ordaz por Tlatelolco.
Echeverría por su mesianismo tercermundista.
López Portillo por despilfarrador, frívolo e irresponsable.
Salinas por pasado de lanza.
Calderón por su guerra contra el Narco.
Tomaron decisiones que arrojaron resultados costosos, dañinos y dolorosos para el país.
Y por ello fueron castigados.
La historia no perdona…

AIRES DEL TRÓPICO…
“No me vengan con eso de que “las encuestas son las encuestas”, digo ¿no?
El sur-sureste del país, mayormente morenista, ya tiene candidato presidencial.
Se llama Adán Augusto López Hernández.
Al tiempo.
Hace poco fue a inaugurar un puente en el punto más remoto de Tabasco y hasta allá fue la multitud.
(A pesar de que hubo serios errores de logística, nos confían fuentes de la SEMAR).
Este fin de semana inaugura el nuevo estadio de beisbol de Villahermosa.
Juntará más gente que Luis Donaldo Colosio el 23 de febrero de 1994 en ese mismo lugar.
Como dicen los tabasqueños: “nomás venga a ve y ya va usté a ve”.

“La opinión de nosotros no te importe, preocúpate por el juicio de la historia”.
Cicerón.

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