Mascarriel
*AMLO, la 4T y la comezón del séptimo año… (IV) *La elección presidencial del 2024 como referéndum; la estrategia… “El séptimo año de López obrador ya inició”, apuntábamos en nuestra anterior entrega. Esto como conclusión eventual del análisis que venimos realizando en esta serie, de la cual ésta que lee usted es la cuarta parte. […]
5 de diciembre de 2022

*AMLO, la 4T y la comezón del séptimo año… (IV)

*La elección presidencial del 2024 como referéndum; la estrategia…

“El séptimo año de López obrador ya inició”, apuntábamos en nuestra anterior entrega.
Esto como conclusión eventual del análisis que venimos realizando en esta serie, de la cual ésta que lee usted es la cuarta parte.
Partimos de la máxima atribuida a don Adolfo Ruiz Cortínez, quien, ya como expresidente contestó a pregunta expresa: “el año más difícil para un presidente (mexicano) es sin duda el séptimo”.
Eran los tiempos del PRI-Gobierno y su régimen presidencialista, más cercano a la autocracia que al autoritarismo, un sistema disfrazado de democracia, en el cual el presidente era, como bien lo definió en su tiempo el gran Gabriel Zaid, un monarca sexenal.
La principal expresión de su incontestable poder consistía en el prurito de heredar la presidencia de esa república imperial a quien él -y nadie más que él, elegía.
(Eso terminó en 1988: Miguel de la Madrid fue el último de los presidentes que pudo heredar la silla del águila a su elegido).
Así, “el séptimo año del sexenio”, es decir: su primero como expresidente, era el tiempo de verificar si había acertado en su elección y, lo más importante, verificar donde lo colocaba la historia, si en la galería de sus estadistas venerables o en el hipogeo de los villanos.
Ya repasamos como les fue, a ese respecto, a todos los expresidentes mexicanos de Lázaro Cárdenas a Enrique Peña Nieto.
El Tata es un héroe.
Ávila Camacho, Miguel Alemán, Ruiz Cortínez, López Mateos, si bien lejos de la estatura de don Lázaro, han sido indulgentemente tratados por la historia, que, no sin rigor, exhibe sus luces y sus sombras.
Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, Carlos Salinas, fueron condenados incluso antes de entregar el poder.
De la Madrid, Zedillo, Fox y Calderón resultaron remitidos al limbo opaco y frio de los mediocres.
Peña ha recibido en vida su excomunión histórica.
Así llegamos a López Obrador, un caso muy particular, extraño, excéntrico sin duda…

GOBIERNO Y GESTA…
A diferencia de sus antecesores, Andrés Manuel López Obrador ha declarado y sostenido expresa, tozudamente, que su propósito esencial es pasar ipsofacto a la galería de los héroes nacionales e integrarse al excelso panteón donde irradian Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas.
Nada menos.
Obvio, quien busca la presidencia de la república con ese ulterior objetivo, debe necesariamente plantearse como meta de gobierno una gesta equiparable a las de sus héroes tutelares.
(Por eso, para que lo tuviésemos en claro, los ha estampado en la imagen oficial de su administración y en los billetes de curso legal del Banco de México).
A esa gesta AMLO le ha impuesto un nombre: la Cuarta Transformación: una revolución, similar desde su perspectiva, a las de Independencia, la Reforma, la Revolución maderista y la fundación del estado moderno mexicano por Lázaro Cárdenas.
Nada menos….

LA MARCHA…
Apenas el miércoles pasado, uno de los individuos más cercanos al Presidente Obrador y de los más fieles, radicales, exaltados y conspicuos vicarios del obradorismo, Epigmenio Ibarra, escribía en el diario Milenio: “Cuando en los días más duros de la pandemia, con la cámara al hombro y caminando entrevisté en palacio nacional a Andrés Manuel López Obrador, le pregunté: ´¿transformación es un eufemismo?´, él sin titubear respondió: ´toda transformación es una revolución´”.
En este orden de ideas, la marcha del 27-11-22 encabezada por el Presidente sería, según Epigmenio, el “detonante y acelerador de la revolución democrática, radical, pacífica y en libertad”, que, en palabras del mismo panegirista: “ilumina América Latina y asombra al mundo”.
Ni la referida marcha multitudinaria convocada por AMLO, ni su inmediata interpretación firmada por Epigmenio son casuales: ocurren en el momento y en la forma en que, en el marco temporal del proyecto revolucionario de la 4T, tenían que ocurrir, cumpliendo la estrategia política y electoral que cada día se elabora y reelabora en Palacio Nacional…

LA REPÚBLICA REAL…
Ojo: no nos perdamos, esta serie de artículos que hemos titulado “AMLO, la 4T y la comezón del séptimo año”, tiene como propósito columbrar, vislumbrar, imaginar “el séptimo año del sexenio” del presidente López Obrador.
Imaginar (cualidad de la inteligencia) sí, pero a partir de los datos objetivos, de cifras duras y estadísticas irrebatibles; columbrar desde las condiciones políticas, económicas y sociales y de los resultados de la 4T al momento de redactar estas conjeturas.
Imaginar, entrever el (muy hipotético) retiro de AMLO; concebirlo ya como jubilado de la política (caso más hipotético aún) allá en su rancho de tan eufónico nombre, sí, pero imaginar y columbrar esa circunstancia desde la palpitación de la República real, tangible hoy hoy hoy…

“REVOLVERE…”
Ergo, la pregunta es: ¿qué tanto ha avanzado la revolución de la 4T?
Revolución proviene del latín ´revolvere´: poner abajo lo que está arriba, es decir: invertir radicalmente el orden establecido.
Las revoluciones arquetípicas -Francia 1789; Rusia 1917; China 1949; Cuba 1959 (la mexicana de 1910 no entra en esta lista) fueron violentas, tomaron el poder a sangre y fuego y al otro día iniciaron la demolición total del antiguo régimen.
El triunfo de la 4T en el 2018 se da en las urnas, mediante un proceso indudablemente democrático y hasta festivo; y si bien AMLO acapara el 53% de los votos, la coalición que lo postuló llega apenas al 43.
Ojo: la democracia nos es revolucionaria: es reformista…

LA TAREA…
Como sea, la contundente victoria electoral de AMLO es interpretada, por él y sus más cercanos, como carta blanca para la 4T.
Y “toda transformación es una revolución”, le ha dicho el Presidente a Epigmenio Ibarra.
Y por decisión, enjundia e intentos no ha quedado.
Había que desmontar estructural e institucionalmente al antiguo régimen (el neoliberalismo, le llama AMLO) y esa ha sido la tarea.
Pero hoy está incompleta. Y bastante.
El fallido intento de la reforma electoral intentado por Obrador es ejemplo elocuente.
Sin embargo, el desmontaje de las instituciones “neoliberales” -INEE, CNDH, CRE, CNH, IFT, COFECE, SCJN, por ejemplo- ha sido implacable.
Por otro lado, la 4T ha alcanzado logros irreversibles, como las pensiones diversas, el alza del salario mínimo etc.
Pero…

EL REFERENDUM…
¿Dónde estamos…?
Cambiando de caballo a mitad del rio.
Las cuentas de la 4T aun no cuadran en demandas tan inaplazables como salud, educación, combate a la pobreza, inseguridad, violencia criminal, crecimiento económico etc.
Por eso era necesario adelantar el proceso electoral: para asegurar la victoria del obradorismo en su lucha por mantener la presidencia de la república.
En ello se empeñan hoy hoy hoy toda la energía de la 4T y su capacidad como movimiento de masas.
(La marcha del 27-11-22 fue una muestra).
AMLO es el estratega, el mariscal de campo y -otra vez, la máxima atracción y el principal activo de la campaña del MoReNa.
No estará en la boletas pero él designará al candidato (a).
La elección presidencial del 2024 será más un referéndum que una elección “normal”.
(De su resultado depende su “séptimo año del sexenio”).
Pragmático, intuitivo pero realista, erudito en la materia, AMLO basa su estrategia en un dato durísimo: en las elecciones federales del 2021 la oposición superó al MoReNa y socios por 2 millones de votos.
Revisemos esa estrategia y sus posibilidades en la próxima entrega…

“Bien visto, los milagros son una forma del fracaso, una espera de lo imposible”.
Gil Gamés.

“En política, como en la guerra y en el gobierno, lo importante es el qué, pero lo determinante es el cómo”.
Gonzalo N. Santos.

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