Mascarriel
Mario Ibarra De ahora en adelante y hasta julio del 2024, solo hay una película: se llama “La sucesión presidencial”. Imposible no recordar que fue un libro, de título homónimo, escrito por Francisco I. Madero (uno de los héroes tutelares del presidente López Obrador) lo que desató el relajo político que, al poco tiempo, se […]
20 de junio de 2022

Mario Ibarra
De ahora en adelante y hasta julio del 2024, solo hay una película: se llama “La sucesión presidencial”.
Imposible no recordar que fue un libro, de título homónimo, escrito por Francisco I. Madero (uno de los héroes tutelares del presidente López Obrador) lo que desató el relajo político que, al poco tiempo, se traduciría en la revolución mexicana de 1910.
O sea: hace exactamente 112 años, esas tres palabras: “la sucesión presidencial”, detonaron el sisma político que transformó todo en México, dando cause al país que hoy tenemos.
Muchas veces se decretó la muerte de la revolución mexicana -el primero en hacerlo fue Jesús Silva – Herzog a mediados de los años 40’s.
Lo siguieron luego Daniel Cossío Villegas, Gastón García Cantú, Heberto Castillo y Octavio Paz, entre otros.
Hasta que, en 1982, en entonces primer mandatario, José López Portillo, declaró pomposa y dramáticamente: “yo soy el último presidente de la revolución”.
Para venir a caer en cuenta hoy que tales diagnósticos no eran definitivos e irreversibles, pues he aquí que la 4T, que está enfrascada en constituirse en un nuevo régimen, rescata y reivindica varios principios e ideales de la presuntamente fallecida revolución mexicana; recupera a herencia de Madero y de Lázaro Cárdenas y, vale la pena subrayarlo, sitúa como paradigma del Estado de Bienestar, al periodo conocido como “el milagro mexicano, que nuestro actual Presidente sitúa en la etapa que va de 1946 a 1982.
Ya los críticos de la 4T han calificado al movimiento encabezado por López Obrador como un intento de restauración de algunos de los rasgos principales de aquello que podríamos llamar como “la edad de oro” del priísmo y su declarada ideología del “nacionalismo revolucionario”.
Bueno, discusiones académicas aparte y más allá de lucubraciones y calenturas de politólogos y columnistas, lo único cierto s que hoy, hoy, hoy (Fox dixit), lo que hace 113 año fue el libro de Madero, “La sucesión presidencial”, hoy es una película -por decirlo de algún modo- tiene mesmerizados a la totalidad de los mexicanos, que de aquí a julio del 2024, se van a olvidar de todo (y todo es todo): de la inseguridad, de las estadísticas de asesinatos dolosos, de los problemas en salud y educación, de la marcha de la economía nacional y doméstica, y se dedicaran (nos dedicaremos) a lo que es nuestro mero mole, a eso que nos encanta y nos emociona, la puesta en escena de la obra que más nos seduce y nos apasiona: La Sucesión Presidencial…

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Y el director de escena se llama Andrés Manuel López Obrador, un verdadero maestro en el género.
En el arranque -digamos oficial, de las precampañas presidenciales en Toluca, los tres favoritos de la afición -Adán Augusto López Hernández, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, tuvieron oportunidad de lanzar su Do de pecho respecto a la carrera en que los tres están enfrascados.
Claudia y Marcelo se fueron por la fácil y, mientras la una hacía alusión a lo obvio -el liderazgo de López Obrador, la fuerza del movimiento que encabeza, la indigencia de la oposición, el otro, Ebrard, hablaba del “piso parejo” y tópicos parecidos, Adán Augusto resumía su discurso en 6 palabras: “los tiempos del Señor son perfectos”.
Para el observador atento e inteligente, en esas 6 palabras el paisano y gran amigo del Presidente Obrador, expresaba, con una precisión contundente y bajo un laconismo elegante y elocuente, todo lo que había que decir sobre el significado del evento de Toluca y acerca del verdadero meollo de la obra en escena: la sucesión presidencial.
Adán Augusto le acomodó a la obra el subtitulo taxativo: “los tiempos del señor son perfectos…”
Un político tabasqueño con acceso a Palacio Nacional y con 30 años de conocer al hoy Presidente, nos comento para este espacio de Rumbo Nuevo: “Con una sola frase, Adán Augusto se mostró ante Andrés Manuel como el más agudo y sagaz de los tres principales personajes del importantísimo evento de Toluca”

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“Yo no trabajo para las encuestas”, le dijo al otro día el hombre de Bucareli a Joaquín López Dóriga.
Ello con relación al hecho, claro está, de que en varias encuestas Adán Augusto aparece por debajo de la Sheinbaum y de Ebrard en las menciones favorables de los encuetados.
El ubicuo secretario de gobernación (hoy aparece en Mérida, Tabasco y Chiapas el mismo día; mañana se le verá en Baja California, Sonora y Sinaloa en la misma jornada, al día siguiente en Edomex, Querétaro y Guanajuato etcétera), sabe que de aquí a cuando se realicen las encuestas oficiales mediante las cuales el MoReNa elija a su candidato presidencial, por octubre/noviembre del próximo año, corren a su favor 15 0 16 largos meses.
A su favor porque tanto Ebrard como la Sheinbaum, tiene ya largo rato ubicados en su tope de preferencias.
De allí ya no subirán, más bien al contrario.
En cambio, el exgobernador tabasqueño tiene a su disposición casi 500 días para reducirles ventaja al Canciller y a la jefa de gobierno del DF, para emparejarlos y llegar a la hora de la hora si no con una ventaja determinante, si cuando menos en igualdad de posibilidades, a partir siempre, claro está, de las muestras demoscópicas de las encuestadoras conocidas.
Ello sin considerar que, a la hora de elegir candidatos a puestos de elección, los militantes del MoReNa responden casi siempre de manera muy distinta a lo que previamente marcaban las encuestas llamadas “independientes”.
“Yo no trabajo para las encuestas”, le dijo Adán Augusto a López Dóriga…
“Yo trabajo para la candidatura”, debió traducir para su cosecha, sin duda alguna, el experimentado y sagaz columnista…
(Aparte de que si se levantara una encuesta exclusivamente en los estados del sur/sureste, el titular de gobernación saldría muy, pero muy por encima de Marcelo y Claudia. Ese es su piso electoral. 10 millones de votos, cuando menos…)

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En Toluca, AMLO levantó oficialmente el telón, dio el banderazo de arranque a sus tres precandidatos.
Miguel de la Madrid fue el último Presidente en poder candidato ganador, Carlos Salinas.
Pero antes, fue también el primero en inventar el placeo abierto de los aspirantes.
Los puso en la pasarela y los obligó a que cada uno presentara sus propuestas, su visión del país, su capacidad de convocatoria y de convencimiento.
Claro, aquello fue una puesta en escena.
Un barniz de “democracia” al ya para entonces manido juego del tapadismo priísta.
Pero el elegido por de la Madrid, desde que asumió la presidencia, era -y fue al final, Salinas de Gortari.
AMLO jugará diferente.
Sería ingenuo pensar que no será él, y nadie más que él, el factótum definitorio de la elección del candidato presidencial del MoReNa.
Lo será.
Sólo que decidirá, hacia octubre/noviembre del próximo año, quien de los tres, Adán Augusto, Marcelo o Claudia, le ha demostrado, en los 16 que corren a partir de ahora, quien tiene más patas para gallo (o polla).
El reto para los tres es demostrarle al país y al Presidente, quien es el mejor candidato (el que garantiza la victoria en las urnas) y quien, a ojos vistas, se perfila más claramente para ser buen mandatario.
Porque -ojo- con frecuencia el mejor candidato no garantiza en absoluto que tenga las cualidades requeridas para resultar buen presidente.
Considérese que la del 2024 es para el lopezobradorismo la madre de todas las batallas: allí se decide si el movimiento topa con pared e inicia du declinación o si, por el contrario, se afianza, se consolida y se convierte en un nuevo régimen.
De ahí el tamaño de la decisión que habrá de tomarse en Palacio Nacional.
De ahí que los tres mosqueteros (bueno, hay una mosquetera) tengan que llegar al umbral de la gran decisión con dos cartas de presentación irrebatibles: soy el mejor candidato (a) y seré el mejor presidente.
Cartas credenciales que habrán de ganarse en los próximos 15 meses…

……..
Y como resulta totalmente lógico, allá en Tabasco, la mera tierra del Presidente y del secretario de gobernación, la caballada está gorda y es numerosa.
Hay aspirantes para dar y prestar.
Como indica el canon, primero las damas. Hay tres fuertes: Rosalinda López Hernández, Mónica Fernández Balboa y Yolanda Osuna. Buena tercia de quinas.
Entre los varones la lista es más amplia. Manuel Rodríguez, Javier May, y Octavio Romero, entre los miembros del gabinete presidencial.
Jaime Lastra, Emilio Contreras y Enrique Priego entre las cartas locales.
Esta última tercia de ases casi casi mata cualquier pokar. Cuidado con ellos.
Hay otros suspirantes, claro está, pero de momento resulta ocioso enlistarlos a todos.
Eso sí: el candidato resultante será, en automático, gobernador… “Como antaño, cuando las nieves del poeta”, diría don Álvaro Mutis.
Si, en efecto, y parafraseando a Franz Kafka:
“Hay ya varios pájaros que vuelan en busca de su jaula…”
O al revés:
“Hay una sola jaula para demasiados pájaros; y a las jaulas les gustan los pájaros solitarios”.
Y, según San Juan de la Cruz, las condiciones del pájaro solitario son cinco:
Que se va a lo más alto…
Que no sufre compañía aunque sea de su misma especie…
Que pone el pico al aire…
Que no tiene determinado color…
Que canta suavemente…

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