Mascarriel
*En cancha pareja, ventaja para Adán y Marcelo… *El cambio de escenarios afecta negativamente a Claudia… Mario Ibarra “Cartucheras al cañón”, era el grito en las trincheras de artillería cuando comenzaba la batalla. La exclamación se escuchaba tanto en las filas revolucionarias como entre las fuerzas delahuertistas. La interjección le viene hoy “como anillo al […]
16 de mayo de 2022

*En cancha pareja, ventaja para Adán y Marcelo…
*El cambio de escenarios afecta negativamente a Claudia…

Mario Ibarra
“Cartucheras al cañón”, era el grito en las trincheras de artillería cuando comenzaba la batalla.
La exclamación se escuchaba tanto en las filas revolucionarias como entre las fuerzas delahuertistas.
La interjección le viene hoy “como anillo al dedo” (AMLO dixit) a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández.
Por si hiciera falta, el presidente López Obrador dejó una vez más en claro que tres son sus precandidatos a sucederlo: los arriba mencionados.
O sea: la jugada está clara y el tiro está hecho.
Si Obrador no se saca un conejo negro de la chistera, uno de los tres aludidos será el candidato (a) del MoReNa a la presidencia de la república.
Hay tiro, pues.
Ahora, lo que hay que ver, de lo que hay que estar muy pendientes es si el Presidente está abriendo el juego para que sus precandidatos logren su candidatura en un certamen sin ventajas para nadie, abierto y con la cancha pareja.
La semana pasada AMLO fue claro: hay tres precandidatos, Adán Augusto, Claudia y Marcelo.
Él, Andrés Manuel, respaldará a quien se imponga en la encuesta con la que el MoReNa elegirá a su candidato presidencial, aseguró.
Lo dijo en su mañanera del martes pasado.
Si eso quiere decir que Adán, Claudia y Marcelo tienen en sus manos, en sus capacidades, en sus talentos, en su eficacia, la conquista de la candidatura, el asunto se pone sabroso, interesante y de final impredecible.
Aunque, no obstante, se pueden ir definiendo las coordenadas de la carrera a partir de los perfiles de los tres precandidatos….

CLAUDIA EN SU ESCENARIO…
Si la cancha será pareja y AMLO dejará que uno (o una) de los tres demuestre los merecimientos suficientes para continuar con su proyecto de la 4T atenidos estrictamente a sus talentos y capacidades, de entrada, la que aparece con menos posibilidades de llegar en primer lugar a la soñada meta es Claudia Sheinbaum.
¿Por qué?
Porque Claudia carece de la sensibilidad política, el talento político, del carisma y la intuición políticas que se precisan para ser una candidata que impacte, que atraiga y que emocione al electorado.
Se decía hasta ahora -y no pocos analistas lo siguen sosteniendo- que Claudia era la preferida por AMLO para sucederlo.
Lo cierto es que, hasta hace poco, muy poco, todos conveniamos en que así era: que, en efecto, Obrador estaba convencido de que su mejor decisión era heredarle el poder a la jefa de gobierno de CDMX.
Tal determinación encajaba de manera, digamos natural, en los escenarios que había previsto el tabasqueño para el final de su sexenio: una 4T sólidamente cimentada, indestructiblemente estructurada, irreversiblemente construida y levantada.
En ese escenario (el cual AMLO se afanó infatigablemente por construir), heredarle la presidencia a la señora Sheinbaum no hubiese significado problema alguno.
Su candidatura, su campaña, su triunfo habría sido un mero trámite, muy parecido a los grandes tiempos del PRI-gobierno, que terminaron en 1988…

LA REALIDAD Y LOS PENDIENTES…
Pero la 4T no ha evolucionado de acuerdo a los planes originales del AMLO.
Si bien su avance es incuestionable en varios rublos -las políticas sociales, la concentración del poder en la institución presidencial, el rediseño del aparato político y de la estructura administrativa del gobierno, entre otros-, al fin del sexenio habrá igualmente varios y trascendentales pendientes.
La realidad ha sido reacia y la 4T ha topado con obstáculos que a la fecha se han revelado como casi infranqueables.
La economía el principal de ellos.
En los 28 meses que le restan a la administración del Presidente Obrador será extremadamente difícil -por no decir imposible-, alcanzar los 6 dígitos en crecimiento del PIB, tal como lo estimaba el gobierno de la 4T en su arranque.
De hecho, podría considerarse que, de aquí a septiembre del 2024, el gobierno enfrentará una cuesta arriba muy peliaguda, y que si el sexenio cierra con un crecimiento del PIB cercano a 2% sería, de los males, el menor.
No tendremos un sistema de salud idéntico al de Dinamarca.
Desgraciadamente cerraremos el sexenio con una cifra récord de homicidios dolosos.
La suma de feminicidios será así mismo muy dolorosa.
Nuestro sistema de procuración y administración de justicia sigue tan ineficiente y cuestionable como durante los gobiernos de Fox, Calderón y Peña, para no ir más lejos.
Su mayor cáncer, la impunidad, sigue siendo el más nefasto, nefando y cruel de nuestros azotes.
Claro, transformar un país como México, en el sentido positivo, idealista y edénico como se lo planteaba la 4T al hacerse gobierno, es imposible, como la realidad lo ha demostrado.
La revolución que AMLO creyó posible realizar en 6 años, sigue siendo, en muchos aspectos, un proyecto.
Y no por falta de voluntad del Presidente, por supuesto, es sólo que la realidad es un hueso muy duro de roer.
Así las cosas, lo que en buena medida le hereda Andrés Manuel a su sucesor (a), es ese proyecto de revolución, de transformación radical de la realidad nacional, de las estructuras políticas y del funcionamiento del gobierno.
Ahí es donde la realidad le complica su proyecto inicial de que le sucediera en Palacio Nacional la primera mujer presidenta en nuestra historia: Claudia Sheinbaum…

“LO QUE NATURA NON DA…”
En el evento encabezado por la jefa de gobierno en el monumento a la revolución para promocionar la revocación de mandato vimos, de manera patente, lo que ya habíamos registrado: la nula proyección de doña claudia como lideresa política.
En un escenario especialmente construido para su lucimiento personal, la Sheinbaum no pudo -como en ocasiones anteriores-, mostrarse como una personalidad política atractiva, como una oradora estremecedora, como una líder con capacidad de convencimiento y facultades de arrebatar a la multitud.
“Lo que natura non da, padrinazgo non presta”.
Al contrario, la dinámica discursiva, el lenguaje corporal, el tono de la alocución, de la expresividad gestual, nos mostraron a una mujer incapacitada para la proyección política, para la comunicación emocional con la masa, para el arrebatamiento de la multitud.
Y todo ello constituye un déficit demasiado oneroso para una posible candidata en unas elecciones presidenciales que serán muy reñidas, tremendamente disputadas.
Para acabarla de amolar, ha resurgido el asunto del colapso en la línea 12 del metro.
El tratamiento que decidió darle la jefa de gobierno equivale a un disparo en el pie, como lo señalamos en nuestra pasada entrega.
Una muestra más de que el talento y la capacidad política no son características de doña Claudia.
El problema del colapso de la línea 12 del metro capitalino es algo que la señora Sheinbaum no podrá quitarse de encima de aquí al momento en que el MoReNa tenga que designar candidato (a) presidencial.
Por supuesto, de resultar candidata la señora Sheinbaum, la oposición tendrá un rico filón a explotar durante toda la campaña presidencial y, en especial, a la hora de los debates públicos entre los candidatos.
Por más que el Presidente la ha cuidado, por más que se le han construido plataformas para su proyección como posible candidata, doña Claudia nomás no ha crecido como marca la necesidad.
¿Se perfila una carrera parejera entre Adán Augusto y Ebrard…?

CARRERA PAREJERA…
Podría ser. Con un durísimo hándicap en contra del Canciller: el asunto de la línea 12 lo afecta a él en igual o mayor medida que a la señora Sheinbaum.
Y de que esta trama será central en las campañas presidenciales, no hay duda.
Si, como apuntábamos líneas arriba, el Presidente suelta a sus dos precandidatos y a su precandidata en cancha pareja, sin ventajas para nadie y atenidos a sus respectivas capacidades, sin duda Adán Augusto y Ebrard se desayunan tranquilamente a doña Claudia y se largan los dos solos en carrera parejera.
¿Por qué?
Porque son políticos de los pies a la cabeza, de la medula espinal a la irrigación sanguínea, del corazón a la inteligencia.
La jefa de gobierno no lo es.
Ella es una buena administradora y una burócrata dúctil, dependiente siempre de la tutela de López Obrador.
El Presidente y su partido necesitan, en primer lugar, un candidato que conecte con el electorado.
Adán y Marcelo tienen la capacidad para ello.
Claudia no.
Y ambos pueden tomar la estafeta de la 4T en las dificultosas condiciones en que se encontrará al fin del sexenio.
Claro, que puedan garantizar el triunfo en la elección presidencial, eso ya es otra cosa, como veremos en próximas entregas…

VOLANDO EN LAS ALTURAS…
En tanto que Claudia y Marcelo caminan con la pesada loza del colapso de la línea 12, el paisano de Andrés Manuel y secretario de gobernación, anda volando alto.
Innegablemente, uno de los asuntos más embarazosos y políticamente más complicados que ha tenido que enfrentar el gobierno de la 4T, es el rediseño del espacio aéreo del altiplano para la entrada en funcionamiento del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
Los incidentes que se han dado en el aeropuerto Benito Juárez recientemente han significado un dolor de cabeza y un problema a resolver para el gobierno.
Un asunto de extrema urgencia y de inocultable gravedad.
Y, por decisión presidencial, ha sido el secretario de gobernación quien ha tenido que echarse ese trompo a la uña.
Sigue pues Adán Augusto como bombero único para apagar los fuegos que se le prenden a la 4T.
El propio Presidente ha hecho el encomio de las capacidades de su paisano y amigo a la hora de resolver entuertos.
Ya el sólo hecho de asumir la solución del rediseño aéreo del altiplano, pone a volar en alto -y de forma nada metafórica-, al licenciado López Hernández-, quien, si sale airoso de este encargo, seguirá sin duda planeando por las alturas…

“No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca sucedió”.
Joaquín Sabina.

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