Mascarriel
*AMLO y las diferencias entre el 2018 y el 2024… *Zaid y Kapuscinsky: condiciones para prever el 2024… Mario Ibarra Las elecciones presidenciales y federales del 2024 serán muy distintas a las del 2018. ¡Hay mojo adivino!, dirían nuestros lectores en Tabasco. Y es que, efectivamente, la premisa que abre esta columna es de una […]
28 de marzo de 2022

*AMLO y las diferencias entre el 2018 y el 2024…
*Zaid y Kapuscinsky: condiciones para prever el 2024…

Mario Ibarra
Las elecciones presidenciales y federales del 2024 serán muy distintas a las del 2018.
¡Hay mojo adivino!, dirían nuestros lectores en Tabasco.
Y es que, efectivamente, la premisa que abre esta columna es de una obviedad que haría sonrojar al mismísimo Perogrullo y sonreír condescendientemente al filósofo de Güemes.
¡Por supuesto que las elecciones federales y presidenciales del 2024 no pueden ser iguales a las del 2018!
Las condiciones del mundo y del país y el ánimo de los electores serán distintos, para empezar.
Pero entendámonos.
No es un disparate la premisa esgrimida.
Por muchos años en nuestro país, digamos, de 1940 a 1988, las elecciones presidenciales no fueron iguales, pero sí, en el fondo y en la forma bastante parecidas.
Fondo: sabíamos de antemano que el presidente electo sería el candidato del PRI.
Forma: el partido oficial arrasaba: su candidato ganaba con porcentajes mayores al 80% y el partidazo se apropiaba –“mediante el voto popular”, eso sí-, de una mayoría abrumadora en el Congreso de la Unión.
Y ocioso resulta agregar que el PRI se quedaba igualmente con todas las gubernaturas, los congresos estatales, las presidencias municipales y hasta con la huerta y los mangos.
O sea: en ese lapso de casi 40 años las elecciones en México fueron distintas en grado, pero, en naturaleza, fueron idénticas…

LA TRANSICIÓN…
Las cosas empezaron a cambiar en 1988, como ya los sabemos.
La conciencia y la voluntad democrática de una mayoría de mexicanos se había puesto en marcha y nada la detendría. (Y nada la detendrá, hay que anotarlo).
La creación de una institución electoral autónoma (el IFE), la reforma electoral de 1996 que le permitió a la oposición arrebatarle al PRI la mayoría en el Congreso en 1997, la victoria de Fox en el 2000, el regreso del PRI en el 2012 y el contundente triunfo del MoReNa en el 2018, son las cimas de nuestra transición democrática.
A partir de ahí, hace sentido la tesis de que “las elecciones del 2024 serán muy distintas a las de 2018”.
Y, de manera precisa, la proposición sostiene que, además de que la situación y las condiciones del país y del mundo serán muy diferentes, en términos generales el ánimo y las prioridades de la mayoría votante serán muy diversas a las del 2018.

HARTAZGO Y CAMBIO…
La del 2018 fue la elección del hartazgo y, consecuentemente, la apuesta por el cambio.
Y el cambio lo significaba Andrés Manuel López Obrador.
Se ayuntaron el hambre y las ganas de comer.
No hay que olvidar, sin embargo, que, previamente, los votantes le habían negado al tabasqueño el acceso a la presidencia de la república en dos ocasiones.
Tres malas gestiones presidenciales, la de Fox (con este, el PAN no fue gobierno, ojo); la del PAN con Calderón y el retorno del PRI con Peña Nieto, abonaron el camino para que AMLO y su partido obtuvieran el arrollador triunfo que le dio un vuelco sísmico a la política nacional.
Por eso, la elección presidencial y las federales del 2018 fueron excepcionales, insólitas históricamente hablando.
De ahí que sus resultados derivaran como imponentes.
Muy pocas veces se conjugan las circunstancias políticas, sociales, económicas, históricas, y la aparición de un líder popular carismático singular y de enorme impacto (AMLO), como se dieron en esa ocasión.
Por eso, pues, las elecciones del 2024, serán divergentes…

LA CONTINUIDAD…
En el 2018 AMLO y el MoReNa eran la opción del cambio: la sal de uvas para la indigestión.
Dentro de 18 meses representarán la continuidad.
Y la continuidad en una situación nacional que será mucho más complicada que hoy, en todos los aspectos.
Y AMLO no estará en las boletas.
Todo esto, Andrés Manuel lo sabe mejor y más detalladamente que nosotros.
Y sabe que la elección presidencial, si la llega a perder el MoReNa, nominalmente la habrán perdido, efectivamente, su partido y su candidato o candidata, pero el gran derrotado será él mismo.
Por lo tanto, resulta lógico que todas sus capacidades, todo su talento político, todas sus cualidades para el liderazgo carismático y toda la fuerza del Estado, desde el inicio de su sexenio y hoy con todo lo que puede, las empeñe el Presidente en garantizar el triunfo electoral del candidato (a) del MoReNa en el 2024…

LA BOTANA…
“Don Andrés Manuel está en marcha rumbo al 2024”, decíamos en nuestra pasada entrega.
¿Y la oposición? Nos preguntábamos…
A primer golpe de vista pareciera estar desmembrada, en coma, y pareciera también que sus dirigentes andan en la pendeja.
Y no sólo es apariencia: si vemos uno por uno al PAN, al PRI y al PRD, nos damos cuenta de que, Marko Cortes en el PAN, y Alejandro Moreno en el PRI, son los más mediocres dirigentes que han tenido esos partidos en su larga historia.
En el PRD, Jesús Sambrano es un buen dirigente con un partido disminuido casi hasta la nada; y en PC, Dante Delgado, viejo lobo de mar, quiere jugarle al lobo estepario.
O sea: visto así, la conclusión inmediata es que, esos partidos, que son, electoralmente hablando, la oposición, no le servirán al MoReNa ni de botana en el 2024.
Pero el asunto es mucho más complejo.
En las pasadas elecciones federales, la oposición sumó 3 millones de votos más que la coalición encabezada por el MoReNa.
Este partido perdió 9 de 17 alcaldías en CDMX: todas las del sur – poniente, las más importantes.
No, el primer domingo de julio del 2024 de ninguna manera será un día de campo para los candidatos de la 4T.
Y hay que reiterarlo: si alguien está consciente de eso, es López Obrador…

EL IMPERIO…
¿Cómo serán las elecciones del 2024?
Nomás planteada la cuestión, ya le estamos jugando al pitoniso.
En política se puede ser cronista o historiador, difícilmente profeta.
No obstante, en ciertas condiciones, puede predecirse el futuro.
Por ejemplo: desde mediados del 2017, todas las encuestas de las firmas acreditadas en demoscopia, daban como seguro ganador de las elecciones presidenciales del siguiente año en México a Andrés Manuel López Obrador, y no solo ganó ¡arrasó!
Más aún, fíjese: la actual guerra en Ucrania fue prevista, hace más de 30 años, por el periodística polaco Ryszard Kapuscinski, que entre 1989 y 1991, en pleno derrumbe de la URSS, recorrió buena parte del Imperio soviético.
Desde la frontera polaca hasta Magadán en el Pacífico, y desde Vorkutá, detrás del círculo polar, hasta Termez, en la frontera con Afganistán.
“En total, unos 60 mil kilómetros”, apunta Kapuscinski en el prefacio del libro que resultó de ese dilatado periplo: ‘El Imperio’, de lectura fascinante.
Casi al final del viaje, en el vuelo de Moscú a Ereván, la capital de Armenia, el periodista charla con su vecino de asiento, uno de los millones de rusos entusiasmados hasta el delirio por el alba democrática que en ese momento iluminaba a la Unión Soviética.
La preocupación de ese flamante demócrata ruso, era el qué harían con su imperio: decenas de repúblicas, más decenas aún de pueblos con culturas y lenguas propias; “lo mejor sería que consiguiéramos acabar con los comunistas y democratizarlo todo de arriba abajo…”, especulaba.

LA PROFECÍA…
Kapuscinski no puede evitar echarle un torrente de agua fría al entusiasmo desmedido del ruso recién nacido como demócrata. Le dice “No creo que se pueda democratizar un imperio que fue creado durante cientos de años por medio de conquistas y anexiones”.
Para demostrarlo, continúa K., “tenemos un ejemplo próximo y que además viví personalmente: el Irán de los setenta. Allí, la revolución en contra del Sha empezó como un movimiento democrático y liberal que se oponía a una dictadura policiaca y terminó en otra dictadura, una especie de teocracia”
Los pueblos oprimidos por la URSS, prosigue K., “al oír que en Moscú alguien habla de democracia, inmediatamente traducirán tal lema por la consigna de la independencia, ¡en seguida!.
“Simplemente digo, a modo de conclusión, que existe una contradicción insalvable entre la rígida y apodíctica naturaleza del imperio y la elástica y tolerante naturaleza de la democracia. Las minorías étnicas que habitan en el imperio aprovecharán la más breve brisa de democracia para separare, para independizarse, para autogobernarse, lo que, evidentemente, despierta la oposición del imperio, el cual, para mantener su privilegiada posición, está dispuesto a usar la fuerza, a solucionar los problemas por la vía del autoritarismo….”

EL FIN DEL PRI…
Ahí está: hace 30 años, Kapuscinski vaticinaba la guerra de Chechenia, la invasión de Georgia, la anexión de Crimea, la monstruosa agresión contra Crimea por parte de Putin.
Otro ejemplo: en su ensayo ‘Escenarios sobre el fin del PRI’, de 1985, Gabriel Zaid preveía la declinación y caída del sistema PRI-Gobierno.
Enumeraba las condiciones:
1.“Todo lo que puede fallar, fallará. No hay sistema a prueba de errores fatales”. Los errores cometidos por Díaz Ordaz, Echeverria, López Portillo, de la Madrid y Salinas fueron, efectivamente, fatales…

  1. “Que el PRI desaparezca transformado en un partido político moderno, por un presidente decidido a que el país madure políticamente”. Ese fue Ernesto Zedillo…
  2. “Surgirá un ayatola contra la corrupción (…) En la sociedad mexicana hay un deseo reprimido de pureza. Que tal deseo aflore explosivamente, no es inconcebible”. El ayatola anticorrupción se llama López Obrador y la explosión sucedió en julio del 2018. Y …
  3. Zaid vaticinó como sucedería el derrumbe del sistema: “… Que el desmoronamiento se produzca en primer lugar en los estados, en aquellos más alejados de la capital. Especialmente en los más competitivos internacionalmente y que dependan menos el queso central”. Y así sucedió: primero Chihuahua en 1985, aunque el PRI-Gobierno no reconoció su derrota; pero luego vinieron los triunfos de Rulfo en Baja California en 1989, y las sucesivas derrotas del PRI en Michoacán, Guanajuato, Yucatán, Jalisco, Guanajuato, DF y de ahí p’al real.
    Hasta que Fox sacó al PRI “a patadas de Los Pinos”.
    Todo esto lo previó Zaid desde finales de los años setenta.
    ¿No podemos columbrar como serán las elecciones en el 2024?
    Bueno, como Zaid, tenemos los elementos objetivos para intentarlo.
    Así lo haremos en próximas entregas…
    (¿Quiere saber cómo va mascando la iguana? Entérese aquí, en Rumbo Nuevo).

“Todo es posible, a menos que no lo sea”.

“Las luchas intestinas se llaman así porque son una lucha
entre estómagos llenos y estómagos vacíos”.

Ramón Durón Ruiz, Filósofo de Güémez.

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