Mascarriel
Mario Ibarra *MoReNa: ¿ganar el poder y perder al partido…? “¿Habrá otros Adán Augusto por ahí?” (Se recompensarán informes). “Muy probablemente ganaremos la presidencia y obtendremos el poder, pero el costo podría ser altísimo: perder el partido”. Palabras proféticas de Carlos Castillo Peraza (1947 – 2000). Presidente del PAN de 1993 a 1996 supo ver […]
13 de diciembre de 2021

Mario Ibarra

*MoReNa: ¿ganar el poder y perder al partido…?

“¿Habrá otros Adán Augusto por ahí?” (Se recompensarán informes).

“Muy probablemente ganaremos la presidencia y obtendremos el poder, pero el costo podría ser altísimo: perder el partido”.
Palabras proféticas de Carlos Castillo Peraza (1947 – 2000).
Presidente del PAN de 1993 a 1996 supo ver con claridad que Vicente Fox, quien habíase apropiado de la candidatura presidencial panista prácticamente por asalto, era la negación, calzada con botas y con lenguaje primitivo, de la ideología, los principios, las ideas históricas y la ética política del PAN, cuya misión en pugna por la democracia y la legalidad electoral, por la justicia y las libertades, era vista como “una brega de eternidades”, al decir de Manuel Gómez Morín.
En 1998, ya con Fox encarrerado y creciendo día con día en las encuestas, Castillo Peraza renunció a su militancia panista: no quería ser de los que perdieran al partido…

FOX Y CALDERÓN…
Y lo perdieron.
Es un craso error hablar del “régimen panista” del 2000 al 2012.
Con Fox no gobernó el PAN, gobernó “la señora Martha”.
En el sexenio foxista, el presidente y su gobierno corrieron por un carril y el PAN por otro.
Pistas paralelas (más bien en espiral) pero distintas.
Felipe Calderón, panista de cepa, apoyado por las bases del blanquiazul se le impuso a Fox como candidato presidencial (le dio una sopa de su propio chocolate) e intentó recuperar la sin duda valiosa (para México) institución política llamada Partido de Acción nacional.
Demasiado tarde.
En 2012 y el 2018 el PAN fue un contendiente mediocre.
Ahí lo tenemos hoy en día: con un dirigente como Marko Cortes, quien más que político, parece agente de ventas de pompas fúnebres.
Con sus dos ex presidentes, Fox y Calderón, fuera del partido.
Carlos Castillo Peraza fue profeta en su tierra (su partido).
Ganaron un día el poder, pero perdieron a su institución.
Y no que don Carlos fuera un individuo con poderes supra humanos.
Era un hombre inteligente y culto nada más, pero nada menos.
Maestro en filosofía, intelectual reconocido, político honrado y lúcido, conocedor de los resortes del poder y de la fuerza ciega que mueve a la historia.
Atento, estudioso, agudo, vio con claridad lo que se le venía encima al partido de sus amores.
“Ahí se ven”, dijo, y renunció a su militancia.
Murió 2 años después, el año 2000, a los 53 años de edad…

EL MOVIMIENTO…
Sirva el rodeo anterior para situarnos en contexto y enfrentar la cuestión irrevocable: ¿La 4T habrá llegado al poder para nunca llegar a ser un partido en el poder?
Lo sabemos: el MoReNa no es un partido, es un movimiento.
Y por si hubiera dudas, el propio Presidente nos lo recuerda todas las mañanas muy temprano: nunca se refiera a “nuestro partido”, sino a “nuestro movimiento”.
Incluso, cuando los morenistas se han comportado como lo que son: una confusa aglomeración de tribus, cenáculos, capillas, pandillas, grupos y grupúsculos políticos y gavillas de politicastros, AMLO ha fintado y amagado con renunciar a su militancia en el MoReNa.
¿Y qué sería del movimiento sin su adalid…?

EL MÉRITO…
Simplemente el MoReNa se desmoronaría.
¿Y sabe quién se plantea este dilema cada noche?
Si, acertó usted: Andrés Manuel López Obrador.
Y aquí llegamos a la médula del asunto.
Sosteníamos en nuestra entrega anterior, que las legiones de fieles de AMLO “lo admiran, lo quieren, lo veneran, lo idolatran”.
Y la veneración reviste a los líderes de insustituibilidad.
Creen que es un ser humano providencial, un mesías, un santo que puede obrar milagros.
Y no; la verdad es que Andrés Manuel es sencillamente un ser humano.
Qué como político sea excepcionalmente apto para convertirse en un líder uncido y reverenciado por sus huestes, es otra cosa.
+Que desde muy temprano -desde 1988, para situarnos-, supo leer acertadamente que el sistema PRI-Gobierno entraba en fatal declinación y que su caída era cuestión de tiempo…
+Que vio y entendió mejor que ningún otro político de su generación que, en la base de la pirámide social existía un rio de dolor y resentimiento, un grueso sedimento de mexicanos pobres por generaciones, de mexicanos olvidados, humillados y ofendidos que esperaban alguien que los viera, que fuera uno de los suyos, que les diera voz y les señalara una salida del laberinto de la desigualdad y la injusticia…
+Que supo ir elaborando y difundiendo, paso a paso a lo largo de 30 años, un mensaje (un discurso) de redención y rebeldía, de esperanza y de coraje…
+Que ese discurso logró poner en términos muy claros, en fórmulas muy sencillas, muy entendibles para su creciente feligresía donde estaba la gangrena (la corrupción, la impunidad, “los machucones”, el neoliberalismo)
y como podía amputarse esa excrecencia cancerosa…
+Que supo convencer a millones de mexicanos de que ellos podían tomar el poder y que era posible un gobierno (el de la 4T) que “mandara obedeciendo…”
+Que al cabo de tanto y de tres intentos lograra cruzare la banda presidencial y residir en Palacio Nacional…
Todo eso es su personal mérito, su enorme mérito, su histórico mérito…

LA HISTORIA…
Pero AMLO y el lopezobradorismo y la 4T no nacieron de la nada y no son manifestación del espíritu santo.
Son historia. Son hijos de la historia. Efectos de la historia, como todo lo humano.
Esto Obrador lo tiene diáfanamente claro.
Ha dicho y lo ha escrito que en la política se necesita buena suerte.
Que el azar no sólo cuenta: determina.
¿Qué tal si Salvador Neme Castillo le concede la candidatura a la presidencia municipal de Macuspana?
¿Si en 1992 no se le hubiese presentado en bandeja de plata el movimiento de protesta de miles de trabajadores petroleros despedidos?
¿Y si Telerreportaje no hubiese sido su tribuna de 1988 a 1997 durante su decisiva etapa de arranque allá en Tabasco?
¿Y si Cuauhtémoc Cárdenas no hubiese sido un ingrato (por decir lo menos) con Heberto Castillo (quien lo hizo candidato presidencial en 1988) y le hubiese cedido el paso a la presidencia nacional del PRD?
¿Y si Diego Fernández de Ceballos hubiese aceptado la candidatura al gobierno del DF en el 2000 (AMLO le ganó por apenas tres puntos a Santiago Creel, gris entre los grises) …?
Y si….
Estos hechos y muchos más se dieron completamente al margen de la voluntad de AMLO.
Pudieron haberlo perjudicado enormemente, desviando e, incluso, bloqueando su carrera.
Se dieron a su favor y con su innegable genio político supo convertirles en peldaños, en plataformas, en lanzamientos de su trayectoria de líder.
Los tontos dicen que “el hubiera no existe”.
Están totalmente equivocados: el hubiera es real e infinito.
Sucede que el hombre rescata y fija el hecho y se olvida del contexto y de las circunstancias que lo generaron.
Eso es lo que nos enseña el estudio de la historia…

EL LOPEZOBRADORISMO…
Lo anterior sirve para ubicarnos: AMLO y el lopezobradorismo son resultado de una cadena de hechos, circunstancias y virajes de la historia ajenos a la voluntad de Obrador, pero magistralmente convertidos por él en la materia prima y el combustible de su movimiento.
Por eso, ya hecho gobierno, Obrador lo nombró como el de la “cuarta transformación”, sacudimiento histórico heredero de la Independencia, la Reforma y la Revolución, según como el tabasqueño lo concibe y proyecta.
O sea: para Andrés Manuel, su 4T es el resultado “lógico” de un proceso histórico que arranca desde la fundación de México Tenochtitlan.
Por supuesto, esa lectura de la historia es discutible, pero aquí nos sirve para señalar que AMLO coincide con lo aquí expuesto: el lopezobradorismo y la 4T son resultado de un proceso histórico.
Bueno, ahí está el lema: “Juntos haremos historia”.
Pero una cosa es construir un liderazgo histórico, una cosa es que millones de mexicanos crean en la propuesta, en el discurso, en la narrativa de la 4T, y otra cosa es gobernar exitosamente un país como México…

EL SUEÑO JUARISTA…
Y aquí entramos en arenas movedizas.
Ya hemos enumerado varias veces la lista de logros de la 4T.
Y también la más larga lista de sus desaciertos, sus rezagos, sus evidentes quebrantos.
(Nada nuevo: esto les sucede a todos los gobiernos).
Gobernar exitosamente un país como México es complicadísimo, tremendamente arduo, una brega interminable.
Y un hombre sólo no puede hacerlo.
Al contrario de lo que pregona su legión de zalameros, Andrés Manuel no es un super hombre, no es omnisciente ni puede ser ubicuo.
Este es el error de todo el lopezobradorismo: están convencidos, con una convicción invulnerable y fantasiosa, que AMLO puede obrar milagros.
Y sucede que mucha gente en la que el Presidente ha necesariamente delegado la conducción de importantísimas políticas públicas, determinantes para la 4T, sencillamente no han podido con el paquete.
Obrador soñó con “un gabinete juarista” (el mejor de nuestra historia).
La realidad le ha redundado lo que tiene.
Es lo que hay.
¿Puede el Presidente, con este gabinete aspirar a cumplir los objetivos planteados por su gobierno…?
¿Pueden ayudarle a poner las bases para que el obradorismo se mantenga en el poder?
Son preguntas…

LOS ESTORBOS…
¿Nombres?
Olga Sánchez Cordero fue un florero en Gobernación.
Los secretarios de SEDENA y de SEMAR, con todos los recursos a su disposición, no han podido entregarle al Presidente y al pueblo de México resultados plausibles y tangibles, macizos y precisos, innegables, en la lucha contra el crimen organizado, la violencia criminal y los asesinatos dolosos.
El programa sembrando vida, de enormes posibilidades, debería ir mucho mejor.
Rocío Nahle en SENER y Octavio Romero en PEMEX padecen a la fecha innegable déficit en sus resultados.
En el sector Salud, el doctor Alcocer, el impresentable López-Gatell y el antropólogo Ferrer están en deuda de logros.
Gertz Manero, la doctora Álvarez-Buyllá y todos los secretarios que AMLO ha tenido que despedir, estorban más que ayudan; por supuesto, no son todos…

EL REMOLINO…
Si a las debilidades del gabinete le añadimos el remolino de la sucesión presidencial, la pregunta de si el MoReNa se convertirá en un partido en el poder, queda en el aire.
El jueves pasado, en Chihuahua, el Presidente reconoció una vez más la sustancial ayuda que recibe de su secretario de gobernación, su paisano y amigo personalísimo, Adán Augusto López Hernández.
Y es que cuando se hace bien el trabajo y rinde resultados inmediatos, lo notamos todos.
“Es el apagafuegos del gobierno” apunta un columnista.
“Que el gobierno necesitaba un tonificante efectivo, queda claro con López Hernández regresándole su fuerza y capacidad operativa a Bucarelí”, anota otro.
Pues sí; pero ello nos estaría indicando que la 4T está urgida de varios Adanes Augustos…
(Continua)…

“El poder es resultado del azar y el genio, lo supieron Julio Cesar, Hernán Cortez, Napoleón, Lenin, Hitler y Franco entre otros”. Adolfo Mascareño.

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