Mascarriel
*El zócalo henchido, AMLO y “la revolución de las conciencias…” *Las dos celebraciones: la del lopezobradorismo y la del Presidente… Mario Ibarra El miércoles pasado el presidente López Obrador celebró, junto con sus más incondicionales y fieles seguidores lo que es sin duda un triunfo indiscutible. Con un zócalo repleto por alrededor de 250 mil […]
6 de diciembre de 2021

*El zócalo henchido, AMLO y “la revolución de las conciencias…”
*Las dos celebraciones: la del lopezobradorismo y la del Presidente…

Mario Ibarra
El miércoles pasado el presidente López Obrador celebró, junto con sus más incondicionales y fieles seguidores lo que es sin duda un triunfo indiscutible.
Con un zócalo repleto por alrededor de 250 mil entusiastas lopezobradoristas (cifras oficiales del gobierno de CDMX) el Presidente y la totalidad de sus creyentes (MoReNa estima su base dura en cerca de 20 millones de votantes fervientes y verídicos), festejaron con entusiasmo por momentos delirante, que la 4T es gobierno, que su adalid, Andrés Manuel, Su Presidente, sale por la Mariana puerta del Palacio Nacional a conmemorar y arrebatar con ellos.
Pero vayamos por partes.
Esa multitud arrebatada y exultante ¿festeja exactamente lo mismo que su idolatrado líder?
(Lo de “idolatrado” no es aquí ningún adorno retórico, ningún abuso de la elipsis: los -en el buen y beisbolístico sentido del término- fanáticos de AMLO lo admiran, lo quieren, lo veneran, lo idolatran).
La respuesta a la pregunta es sí y no.
Porque sobre el onomástico del triunfo impresionante del 1 de julio del 2018, sobre lo que la 4T ha logrado y avanzado en estos 3 años, sobre lo fasto que ven el futuro para su proyecto de nuevo régimen, sobre que siempre será cuestión jubilosa celebrar el tener el poder, Andrés Manuel festinaba algo mucho más profundo y significativo: lo que llamó ante ese zócalo atiborrado e impetuoso “La revolución de las conciencias”.
Para el observador agudo, para el analista con madera de historiador, en esa sentencia reside la clave de lo que festejaba personalmente, diríase íntimamente, López Obrador…

APÓSTOLES…
“La revolución de las conciencias”.
Gran frase, como diría el gran Gil Gamés.
Es lo que han perseguido todas las revoluciones desde el “libertad, igualdad y fraternidad” de los jacobinos franceses al triunfo de la revuelta de 1789 con las cabezas de Luis XVI y de María Antonieta como trofeo.
Es lo que han anhelado todos los filósofos que en el tiempo han sido, desde Sócrates hasta Foucault pasando por Platón, Séneca, San Agustín, Boecio, Tomás Moro, Descartes, Bacon, Hobbes, Voltaire, Kant, Hegel, Nietzsche, Marx, Engels, Spencer, Kierkegaard, Heidegger, Habermas, Derrida et al.
Y bueno, ya entrados en materia, otra cosa no han predicado Jesús el Cristo, Gautama el Buda, Lao Tse y Confucio, Mahoma y Lutero…
“La revolución de las conciencias”.
Gandi, Lenin, Hitler, Mussolini, Martin Luther King, Mao, Castro, Mandela, Hugo Chávez, Felipe Gonzáles, en su tiempo y circunstancia, apelaron a ella.
La larga enumeración no es ociosa ni arbitraria: ocurre que los célebres aquí citados, por “revolución de las conciencias” entendían, cada uno, una cosa diferente, una moción distinta.
Entonces ¿hay tantas “revoluciones de las conciencias” como apóstoles de ella en la historia ha habido?
¿Entendemos a qué se refiere AMLO cuando en el espacio preñado de simbolismo donde late el corazón político e histórico de la República pregona que “la revolución de las conciencias” ya es una conquista de la 4T …?
Considerando sobre todo que ni Hidalgo, ni Morelos, ni Juárez, ni Madero, ni Cárdenas, modelos históricos para AMLO, conminaron nunca a una “revolución de las conciencias…”

“UN RÉGIMEN…
¿Entendemos?
La 4T se propone a sí misma como un nuevo régimen.
Todo cambio de régimen es una revolución.
La revoluciones triunfantes -la francesa, la rusa, la mexicana, la china, la cubana-, fueron el resultado de sangrientas guerras civiles.
Con excepción de la mexicana, todas las demás intentaron borrar al régimen anterior y arrancar desde cero.
Con ellas, sostenían, terminaba una era histórica y arrancaba una nueva.
Ahora bien ¿qué es un nuevo régimen?
¿Qué es un Régimen?
En primer lugar, régimen no es sinónimo de gobierno.
El gobierno es el conjunto de las autoridades políticas y administrativas del Estado.
Un Régimen es el modo de convivencia, de hecho y no necesariamente de Derecho, de la sociedad y de sus individuos con el Estado.
Un Régimen es la realidad política de una nación que, incluyendo sus normas jurídicas y sus cimientos institucionales, los rebasa y, junto con los llamados poderes fácticos -políticos, sociales, económicos, culturales, grupales, tradiciones e idiosincrasia, conforma un todo que expresa la realidad integral de un país a partir del poder del Estado y su forma de gobierno.
Bueno, pues de eso es de lo que habla el Presidente cuando pregona el cambio de régimen…

LAS RUINAS…
Ahora mal: la 4T llegó al poder en medio de una democracia y con el respaldo elocuente de una votación mayoritaria.
El 2018 votaron por AMLO y el lopezobradorismo 30 millones de ciudadanos de un padrón de 88 millones.
O sea: casi 30 millones votaron contra el MoReNa y su coalición y un número similar simplemente no votó.
El error no de AMLO, sino de todos los cuatroteistas por debajo de él, es que han entendido mal, y creen que el 2018 ganaron una revolución.
De ahí que supongan que, como revolucionarios triunfantes, hay que barrer con todo y arrancar de cero.
Crear el edén cuatroteista a partir de las ruinas sepultas del antiguo régimen…

LA REVOLUCIÓN…
Conocedor de la historia nacional y latinoamericana, político agudo, calculador e intuitivo, arriesgado pero cauto, entrón pero cuidadoso, muy sensible a la pulsión de los tiempos y los momentos de la política y la historia, AMLO sabe que viene de ganar una elección democrática, que no está en el poder como resultado de una revolución violenta o un sangriento golpe de estado.
Sabe que, si la 4T ha de ser un nuevo régimen, la revolución necesaria para ello hay que construirla día a día, cada instante, meses y años, y sabe que un sexenio no alcanza para eso…

LA NARRATIVA…
“Un régimen político es un todo que expresa la realidad integral de una nación”, decíamos líneas arriba.
En el verbo expresar está todo.
Un régimen es su forma de expresarse. Es el discurso con que se explica a sí mismo, con el que se justifica y se legitima.
“Un cuento”, dice Schetino.
“Un mito”, decía Levi-Strauss.
“Una narrativa”, decimos ahora.
Bien, pues la “narrativa” de la 4T, concebida, aplicada, contextualizada, sostenida y multiplicada por AMLO, por él solito, es el triunfo enorme de un solo individuo.
Secreta, íntimamente, eso celebraba (con todo lo demás, por supuesto) en medio del zócalo henchido por sus fieles.
Las encuestas le adjudican un 65% de aprobación al Presidente.
Seis de cada diez ciudadanos le dan su aquiescencia.
No es demasiado conjeturar que el mandatario concluye que ese mismo porcentaje respalda a la 4T y al cambio de régimen, es decir: que creen en él y en su narrativa…

EL ÉXITO…
Y esa narrativa son las palabras y los hechos.
Cada mañanera, cada gira de fin de semana, cada obra, cada decisión van conformando la sintaxis de la narrativa del cambio de régimen.
El Tren Maya o celebrar la fundación mítica de Tenochtitlan, el aeropuerto de Santa Lucia y el exigirle disculpas a España por la Conquista, la reforma eléctrica y el instituto para devolverle al pueblo lo robado, vivir en y mandar desde Palacio nacional y revivir el conflicto decimonónico entre conservadores y liberales, estacionar el avión presidencial o cambiarle de nombre a la histórica avenida de Puente de Alvarado y así hasta lo innumerable, un alud de incontables hechos, ideas, juicios y prejuicios, acciones y palabras ordenados, estructurados, elaborados y expresados por AMLO desde las mañaneras y en las giras de fin de semana, constituyen la narrativa, el discurso, el mito, el relato diario, permanente, interminable con que Obrador mantiene despierta, atenta y mesmerizada a la nación, al margen de que unos le crean y otros no.
Y eso es un logro personal de AMLO. Un éxito único en la historia política del país…

LA PALABRA…
Las mañaneras y las giras expresan una de las mayores convicciones de Obrador: el poder de la palabra hablada.
Lo aprendió en su trato de 6 años con los Chontales de Tabasco.
Ahí mismo, en su tierra, Andrés Manuel tuvo otra experiencia determinante.
En aquellos tiempos de fin de siglo -de 1988 a 1997, para ubicarnos-, en Tabasco, como en el resto del país, el gobierno controlaba todos los medios de comunicación. Y todos es TODOS.
A escala nacional había contadas, contadísimas excepciones.
En Tabasco había una: Telerreportaje.
Con los medios cerrados, totalmente bloqueado, el arranque de la carrera de AMLO como opositor al sistema hubiera sido muy distinta -mucho más ardua e improbable-, sin el apoyo de Telerreportaje.
Programa radiofónico informativo que era fiel y atentamente escuchado por todos, absolutamente todos los hogares tabasqueños, le abrió sus micrófonos a López Obrador.
Su pensamiento, su mensaje, sus críticas, sus propuestas y convocatorias
y, en consecuencia, su posterior carrera- no habría tenido en aquellos años el alcance y el éxito incontenibles sin la base de Telerreportaje.
Con esa experiencia, AMLO reafirmó su fe en la palabra hablada.
Las mañaneras, pilares y púlpito de la 4T son el fruto de esas experiencias…

20 AÑOS…
Desde su origen, el hombre es un ente esencialmente narrativo.
Las civilizaciones, todas, son una narrativa sobre el origen y el destino de la tribu.
Lo mismo las religiones.
Imponer una narrativa es guiar, tener el control y el poder.
La narrativa cuatroteista es, según los niveles de aprobación del Presidente, un éxito mayor.
A eso se refería con lo de “la revolución de las conciencias”.
Pero AMLO sabe que para que algo así tenga realidad, se precisa cuando menos el tiempo que dura una generación: 20 años.
No obstante, es entendible que, como líder, aluda a ello como si estuviera sucediendo.
La narrativa política puede crear realidades alternas, es decir: abstractas.
Más aún: es muy factible que el Presidente crea que la “revolución de las conciencias” se está dando en la realidad.
Por eso celebraba.
Algo que pocos percibieron y menos aún entienden…

LOS DESAFIOS…
Políticamente, propagandísticamente, ideológicamente mucho avanzó la 4T en estos 3 años.
La centralización del poder en el ejecutivo se siente, al interior del cuatroteismo, como un imperativo vital: o se controla todo o la 4T se atasca en la realidad y el tiempo se convierte en su adversario.
Hay logros de gobierno indiscutibles: los programas asistenciales, el rigor fiscal contra grandes evasores, el aumento del salario mínimo (gran logro), la racionalidad en las finanzas públicas y otros por todos conocidos.
Pero los números rojos son inocultables, y el primero que lo asume es el Presidente.
La economía está estancada (el rebote no es crecimiento).
Tenemos 3 millones de pobres más que en el 2018.
El 59 por ciento del ingreso en hogares proviene de la informalidad.
Tenemos un descenso del 23% en el acceso a la salud.
Somos el primer lugar mundial en exceso de muertes por la pandemia.
A la mitad del sexenio contabilizamos 105 mil homicidios violentos.
Las clases medias descendieron del 47% al 42%…
La suma de los desafíos para los 3 años del sexenio es tremenda, colosal, temible…
¿Cómo los enfrenará la 4T?
Lo platicamos en la próxima entrega…

“Cuando el grupo se reconoce en un líder, cuando siente que este lo define y lo defiende, su primera reacción es la gratitud, la segunda, la veneración. A partir de ahí el líder se vuelve providencial e insustituible.
Robert Michels.

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