Mascarriel
*La “institucionalización” de los cárteles y la amenaza a periodistas… *Las organizaciones criminales y su “derecho de réplica…” Mario Ibarra Novedad no es. Y tan no lo es, que, rascándole un poquito, se pueden registrar decenas, ciento y más de casos similares, que no han merecido el beneficio de un titular periodístico. Eventos sucedidos en […]
16 de agosto de 2021

*La “institucionalización” de los cárteles y la amenaza a periodistas…
*Las organizaciones criminales y su “derecho de réplica…”

Mario Ibarra

Novedad no es.
Y tan no lo es, que, rascándole un poquito, se pueden registrar decenas, ciento y más de casos similares, que no han merecido el beneficio de un titular periodístico.
Eventos sucedidos en alguno de los 2 mil 500 municipios del país y que no trascienden más allá de la víctima y su reducido círculo profesional y familiar.
De hecho, si nos pusiéramos a contar, eso que por comodidad llamamos “opinión pública”, se sorprendería de la cantidad de diarios locales, municipales y estatales, de noticiarios de radio e, incluso, de portales de noticias que, ante las amenazas directas y por supuesto ominosas del crimen organizado, han optado, comprensiblemente, por la autocensura.
Por falta de espacio omitimos la larga lista de medios informativos que han decidido que vale más la vida de sus reporteros y editores que la cobertura informativa de los crímenes, los secuestros, las extorsiones, las matanzas, las ejecuciones y el tráfico de drogas a la vista de todos.
Hasta donde sabemos, en 27 estados de la república, cuando menos un medio informativo ha decidido suprimir o moderar su información criminal luego de recibir amenazas.
Ahí la opción no ha sido plata o plomo, sino supervivencia y silencio…

LO ABOMINABLE…
Entonces, no se trata del hecho en sí, sino de la forma en que se presenta y, sobe todo, de quien lo genera.
La amenaza de Nemesio Oseguera (a) “el mencho” (sus sicarios le llaman “el señor mencho”), al conjunto de reporteros que cubren la información sobre la violencia y el crimen organizado en Michoacán y la advertencia personalizada a la periodista de Milenio, Azucena Uresti, se convirtió en nota sobresaliente -incluso a nivel internacional- por la forma en que el líder del Cartel Jalisco Nueva Generación lanzó sus amenazas y la personalización tan ominosa dirigida contra la reportera Uresti.
Y es que “el mencho” no amenaza en vano o nomás para asustar.
Para nada: sus amenazas previas contra el secretario de seguridad pública de CDMX, Omar García Harfuch, y contra Aristóteles Sandoval cuando este era aún gobernador de Jalisco, se materializaron en el tremendo atentado contra el primero y en el asesinato del segundo en Puerto Vallarta.
Para hablar sólo de dos casos sobresalientes.
Cuando el jefe del CJNG le dice a la reportera Uresti que puede ubicarla donde sea que se encuentre y atacarla por más resguardada que se halle, todos sabemos que esto es cierto.
Inadmisiblemente, brutalmente, abominablemente cierto….

RETAR AL EJÉRCITO…
O sea: llama la atención el feroz sadismo con que “el mencho” amaga a quien sea: una semana antes había retado y apercibido nada menos que ¡al ejercito!, por las acciones que sus soldados ejecutan Michoacán.
Si el CJNG desafía e intimida a las fuerzas armadas ¡y no pasa nada!, por supuesto que puede amenazar a reporteros, medios y figuras mediáticas como Azucena Uresti.
Al paso que vamos, no sorprendería que “el señor mencho” decida amonestar al gobernador de Michoacán y a los otros mandatarios estatales de Jalisco, Colima, Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Puebla y Veracruz, entidades que integran la zona en la en que el CJNG es la fuerza delincuencial dominante.
Y en una de esas, de tan encumbrado y empoderado que se halla “el señor mencho”, cualquier día le puede “mandar saludos” al propio Presidente de la República…

LA FUERZA Y LA TEORÍA…
Ahora, hay que ver que “el mencho” -y todos los otros jefes de los demás cárteles, toman los que les dan, ocupan el territorio que el Estado mexicano les cede.
Sin embargo, todavía hoy, no hay fuerza bélica, no hay cártel que puede enfrentarse a la capacidad de combate de las fuerzas armadas, cuya capacidad de fuego y cobertura es incontestable…en teoría.
Si el jefe supremo del ejercito y la armada les ordenara, por ejemplo, capturar al “mencho” o al “mayo” Zambada o a los hijos del chapo y les diera un plazo perentorio de, digamos, 30 días, mucho antes del vencimiento, el capo en cuestión estaría detenido…o fenecido.
Que habría algunos otros muertitos, es bastante probable. Sería lo normal.
Pero el Estado no va a proceder así.
¿Por qué?
He ahí una buena pregunta…Que sólo van a poder contestar los hechos y los días, los meses y ¿los años…?

LA SINTAXIS MILITAR…
Y quienes mejor perciben esto son los cárteles.
El pasado miércoles 11 de este mes, un numeroso grupo de sicarios impresionantemente armado, atacó directa, frontalmente a un pelotón del destacamento militar en Nuevo Laredo, en el intento de liberar a uno de sus jefes, sorprendido y detenido por el ejército apenas minutos antes.
O sea: si “el señor mencho” se permite amenazar al ejército, el Cartel del Golfo no vacila en atacarlo frontalmente.
Y bueno, qué podemos decir de lo sucedido en Culiacán el año pasado cuando, ante el despliegue alucinante del Cartel del Pacífico por toda el área urbana y los alrededores de la capital sinaloense, el propio Presidente de la Republica se vio obligado a ordenar la liberación de Ovidio Guzmán, hijo del chapo, que había sido capturado un poco antes.
Ciertamente, la decisión de AMLO fue la correcta, vista como hija de la prudencia y cuya razón principalísima fue no provocar la muerte violenta de decenas o centenas de civiles inocentes, como el propio mandatario estableció de inmediato.
De acuerdo, por encima de todo, la vida de inocentes.
Pero no podemos escamotear o ignorar que, la otra cara de ese “por encima de todo”, es que teníamos a nuestras fuerzas armadas en situación desventajosa frente a las hordas de sicarios desplegadas por el cartel del golfo para liberar al hijo del chapo.
Si, se salvaron vidas inocentes, pero Culiacán fue, en términos de fuerza, en sintaxis estrictamente militar, una derrota…

LA GUERRA INEVITABLE…
El siguiente paso del crimen organizado era, como si dijéramos, “normal”.
Desde hace más de 20 años, los cárteles iniciaron la cooptación, vía el expedito expediente de “plata o plomo”, de presidentes municipales y diputados locales.
Bajo coacción primero y ya en complicidad voluntaria después, numerosos alcaldes y diputados legalmente electos, servían a los cárteles, que validos de ello, empezaron a ocupar físicamente importantes territorios, en los que se erigían como la única autoridad.
Cuando esta situación se volvió insostenible, el gobierno federal no tuvo más remedio que enviar al ejercito a combatir frontalmente al creciente poder del crimen.
Ahí empezó la guerra declarada por el Presidente Calderón, que fue efectivamente una guerra y le pegó duro al crimen organizado, capturando decenas de importantes jefes y llevando a la extinción a varios carteles, entre ellos al de los zetas y la familia michoacana.
EL gobierno de Enrique Peña debilitó el despliegue contra los cárteles, y los asesinatos dolosos se multiplicaron.
El gobierno de la 4T ha optado por una estrategia distinta, caracterizada por la expresión de “abrazos y no balazos”, pero el problema, que no sería exagerado denominar “tragedia nacional”, nomás no disminuye, al contrario…

LA PRETENDIDA INSTITUCIONALIZACIÓN…
Y ahora hemos agregado un grado más en esta estrategia del crimen organizado de convertirse en un factor más de lo que llamaríamos nuestra “normalidad”.
Es algo que tenemos que ver con profundidad y es lo que intenta señalar esta columna: el crimen organizado reclama que se le otorgue un trato “institucionalizado”, como acertadamente apunta Jorge Zepeda Patterson -por cierto, uno de los más inteligentes partidarios de la 4T.
La escenografía montada por el CJNG para lanzar la advertencia contra Azucena Uresti y demás periodistas que cubren la guerra en Michoacán (¿hay otra manera de llamarla?) destaca antes que nada por su carácter mediático: es su manera de presentar sus “ruedas de prensa”.
No le exigen a la periodista de Milenio y a sus colegas que no informen, sino que lo hagan “correctamente”.
¿Cómo no pensar en los reclamos consuetudinarios que desde la mañanera se les hace a los medios informativos para que informen correctamente?
En esencia, la demanda es la misma.
Nomás faltó que el vocero del “mecho” se largara descalificando a los medios tildándolos de “prensa vendida”, de “periodistas chayoteros” y “al servicio de la mafia en el poder …”

LA LÓGICA DE LOS CARTELES…
Cómo se ve, y como apunta Zepeda Patterson, los cárteles han decidido dejar la clandestinidad.
Se asumen ilegales, pero como en este país la ley es en gran medida letra muerta en lo que les concierne, les vale.
Su protagonismo e influencia decisiva en muchísimos municipios en las pasadas elecciones federales, les permitieron ya no cooptar mediante el “plata o plomo” a diputados y alcaldes, sino situarlos en la alcaldía o sentarlos en su curul “institucionalmente”, ganando las elecciones en las urnas.
De ahí que resulte lógico, que ahora lo cárteles salgan a exigir un tratamiento “correcto”, por parte de la prensa.
No la corren de la zona prácticamente bajo su control, no le prohíben que informe, no, sólo les reclaman -imperativamente, eso sí-, que lo hagan “correctamente”.
Por supuesto, son ellos, los cárteles, el “señor mencho” en este caso, quienes deciden qué es lo correcto y qué no…

DERECHO DE RÉPLICA…
Bien visto, entendiendo el fondo de esta nueva actitud del crimen organizado, de lo que se trata es entender que ellos ya se ven a sí mismos como “instituciones”.
No se contemplan distintos esencialmente al Consejo Coordinador Empresarial, a la COPARMEX, al Sindicato Petrolero, a la CNTE al PT, PVEM o al PES…
Los cárteles ya se consideran a sí mismos como instituciones.
De ahí que toda la parafernalia con la que el CJNG amonestó y amenazó a Azucena Uresti y demás colegas venga siendo, a su manera, su peculiar estilo para reclamar su derecho de réplica.
“Hasta donde hemos llegado”, decían en casos así nuestras abuelas.
Y que se consideren instituciones, no es ya cosa únicamente de ellos.
Cada vez más, los colectivos de personas que padecen la pena enorme de tener familiares desaparecidos, les piden permiso a los cárteles para poder buscar, en los territorios dominados por ellos, a sus ausentes nunca localizados.
En el más reciente hecho de esta naturaleza, en Tamaulipas, una abogada, vocera de uno de estos grupos, clamaba ante los micrófonos de los periodistas que ellos no querían buscar culpables, que no era su intención levantar expedientes legales sobre sus desaparecidos, que únicamente era su propósito buscar sus restos óseos.
Naturalmente, en una vistosa profusión de comprensión y clemencia, el jefe del cártel aludido, otorgó el permiso…

Ubi sunt, qui ante nos fuerunt?

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