Mascarriel
*Neotapadismo Siglo XXI y el misterioso juego de AMLO… *Los pecados mortales de Irma Eréndira y Gabriel Hernández… Mario Ibarra “Ya no hay tapados, es que esto ya no es como antes”, dijo el pasado miércoles el Presidente López Obrador en respuesta al tema dominante de la semana: el regreso del tapadismo, tema impuesto, hay […]
12 de julio de 2021

*Neotapadismo Siglo XXI y el misterioso juego de AMLO…
*Los pecados mortales de Irma Eréndira y Gabriel Hernández…

Mario Ibarra
“Ya no hay tapados, es que esto ya no es como antes”, dijo el pasado miércoles el Presidente López Obrador en respuesta al tema dominante de la semana: el regreso del tapadismo, tema impuesto, hay que subrayarlo, por el propio Presidente.
Y aquí vale la pena -más aún: nos parece necesario, hacer una reformulación y abundar sobre la cuestión.
Pero antes, señalemos un detalle para apuntalar nuestro asunto: en este espacio de Rumbo Nuevo, le hemos tomado considerable ventaja a la comentocracia nacional en cuanto al tratamiento y análisis de los temas políticos de profundidad; un último ejemplo sería este del “neotapadismo” -llamémosle así-, que aquí tratamos a fondo en nuestra entrega del lunes 7 de junio de este año, y que la comentocracia en su conjunto hizo suyo apenas durante toda la semana pasada.
Y tan fue la premisa dominante que, insístase, el propio AMLO tuvo que salir en su mañanera a señalar que, ahora en los tiempos de la 4T, ya no “hay tapados, porque ya no es como antes”.
Y es aquí precisamente en donde se impone abundar sobre la tesis…

NEOTAPADISMO SIGLO XXI…
Que el mismísimo Presidente tenga que salir y aclarar que en estos tiempos ya “no hay tapados” resulta sintomático.
Como decíamos, con un mes de retraso respecto a cuando abordamos el tema aquí en Rumbo Nuevo, la mayoría de los medios, sobre todo los columnistas, analistas y articulistas políticos de Tenochtitlan, se volcaron sobre el asunto del neotapadismo, materia que, insístase, el mismo AMLO puso sobre el tapete de la discusión pública antes de las elecciones del 6 de junio.
O sea: Para empezar, el tema es público y sumamente abordado porque el Presidente así lo decidió, cuando dijo, para asombro de propios y extraños, que en realidad él veía a más presidenciables dentro de su gabinete, aparte de los que todo mundo consideraba como tales desde el arranque de su gobierno: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.
Fue López Obrador, quien con toda premeditación (sin duda) y ventaja (sólo él tiene las claves del juego) abrió, pues, la especulación del neotapadismo mexicano del siglo XXI…

EL TAPADO Y LOS TAPADOS…
Como es él mismo quien va aumentando y/o reduciendo la lista de los presidenciables, al Presidente le resulta de lo más lógico afirmar “ya no hay tapados”, a lo que la feligresía debe contestar “amén” o “lo que usted diga, señor Presidente”, pero, siempre desde la galería bajarán las voces discordantes que de inmediato expresarán: “¡claro que los hay!” o “no me diga…”
Y es que, fíjese usted, la gran diferencia en esta expresión -el tapadismo- de renovada trascendencia en la política nacional, la hace una letra, una insignificante letrita que marca la diferencia entre el plural y el singular, que convierte el singular “tapado” en el plural “tapados”.
“Hoy ya no hay tapados, ha dicho Andrés Manuel, y tiene razón, con una acotación, antes, en los grandes tiempos del tapadismo, tampoco los hubo:
Existió El Tapado, nunca “los tapados…”

“EL MILAGRO MEXICANO…”
A partir de que el tapadismo se convirtió en uno de los ejes principales del sistema PRI-gobierno creado por Lázaro Cárdenas y, también, en una de las claves de su fuerza, de su estabilidad interna y de su longevidad, los mexicanos en su conjunto se fueron apropiando del mecanismo, hasta convertirlo en todo un ritual, en una pasión que monopolizaba la energía política de las llamadas “fuerzas vivas” del singularísimo sistema PRI-gobierno, que hizo de nuestro país, en todo el mundo, un caso muy singular de estabilidad política y de crecimiento económico y movilidad social de 1940 a 1990.
El tema del milagro mexicano” sedujo a politólogos de todo el mundo.

Cierto: el sistema PRI-gobierno fundado por Lázaro Cárdenas termina con la designación de Miguel de la Madrid a la presidencia de la república, como resultado inevitable a la docena trágica de Luis Echeverría y de José López Portillo, quienes no sólo agotaron el sistema PRI-gobierno, sino que dejaron al país postrado, en total quiebra económica y financiera.
Pero la inercia del sistema duró hasta finales de los ochenta y principios de los noventa, tal y como explicamos en nuestra entrega del 7 de junio pasado. En fin…

“LA CARGADA”: LITURGIA Y DEPORTE…
Entonces, apuntamos en este espacio hace un mes, el tapadismo fue, para México en general, un ritual, una ceremonia iniciática de cuando menos un año de duración en la que participaba todo el mundo; liturgia y deporte, expectativa y pasión, el año del tapado cubría a todos los mexicanos con su cauda mágica, su carga política y su significación sicológica en el imaginario colectivo.
El año del tapado era la renovación del ciclo cósmico priísta: un monarca de poderes absolutos moría y un monarca con poderes absolutos nacía.
El acto cumbre del poder del tlatoani sexenal era la designación de su sucesor.
Al que el “Hombre de Los Pinos” designara, el destapado como candidato del PRI, no sólo era ya, desde ese momento, el futuro presidente de la república, sino que, además, por un fenómeno de ósmosis exclusivo del sistema político mexicano, los poderes inmensos del monarca declinante se empezaban a transferir mágicamente a su persona.
Por eso y por mucho más, el ritual del tapado fue una liturgia sexenal que apasionó a todos los mexicanos, a todos.
Destapado el sucesor, asistíamos todos al espectáculo abrumador de “la cargada”: la pleitesía unánime al nuevo sol sexenal…

LA MUERTE DEL TAPADO…
Para entender lo que hoy sucede con AMLO y sus ‘destapados’, ha menester repasar el crepúsculo y muerte del tapadismo, tal y como lo expusimos en nuestra entrega de hace un mes.
El último Tapado, así, con inicial mayúscula, fue Miguel de la Madrid.
Nadie supo a ciencia cierta que él sería hasta que López Portillo dio la orden de destaparlo.
Con de la Madrid murió el sistema PRI-gobierno inventado por Lázaro Cárdenas e inicia la era del neoliberalismo.
De la Madrid organiza una pasarela mentirosa para que desfilen los aspirantes a candidatos del PRI: Alfredo del Maso, Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar, Ramón Aguirre, Manuel Bartlett y Carlos Salinas.
Pero todos sabíamos, menos Bartlett, que el candidato, desde el primer día del sexenio de la madridista era Salinas.
Igual que hasta 1993 todos sabíamos, menos Manuel Camacho, que, desde el primer día del sexenio salinista, el candidato era Colosio.
Zedillo negoció la alternancia presidencial, bloqueó al candidato natural del PRI, Roberto Madrazo, y urdió una “consulta a la base” super amañada, para ponerle a FOX enfrente al rival más débil posible: Francisco Labastida…

LA RESURRECCIÓN DEL TAPADO…
A Fox lo madrugó Felipe Calderón impidiéndole empujar a su candidato, Santiago Creel.
A Calderón se le murió Juan Camilo Mourinho, su proyecto, y cuando intentó impulsar a un sustituto en la persona de Ernesto Cordero, se le atravesó Josefina Vázquez Mota y le aguó la fiesta.
Peña Nieto arrancó con dos grandes prospectos, Videgaray y Osorio Chong.
Desde el primer día del sexenio estos se dieron hasta con la cubeta, debilitándose mutuamente.
Luego de Ayotzinapa y de la casa blanca, el gobierno de Peña Nieto cayó en la deriva que pronto se convirtió en naufragio.
Dos años antes de la elección presidencial, Peña Nieto supo que estaba perdido.
Negoció una salida segura y puso de candidato del PRI a José Antonio Meade nomás para cumplir el trámite.
De los tiempos del tapado y de la magia del tapadismo en tiempos remotos, ni quien se acordara.
Pero he aquí que un hombre de los popales conquista Tenochtitlan, cierra la casa presidencial en Chapultepec, decide vivir en Palacio Nacional ¡y que renace el tapadismo…!

“QUE UN VIEJO AMOR…
“Ni se olvida ni se deja/, que un viejo amor, de nuestra alma sí se aleja / pero nunca dice adiós”, dice la canción cara a nuestros padres y abuelos.
Y vaya que los mexicanos vivimos con amorosa pasión los años dorados del tapadismo. 50 años: de finales de los cuarenta a mediados de los noventa.
El tapado era amado con capucha y más amado aún ya sin capucha.
Nos pasamos los 30 últimos años ahondando el olvido de aquel ritual mágico, pero quizá añorando en el inconsciente colectivo aquella atávica liturgia que nos hacía sentirnos metidos en el meollo del siempre misteriosa pompa del poder….

LA CABALLADA FLACA…
¿Qué es lo que ha resucitado López Obrador?
Él dice que no hay tapados, así, en plural.
La respuesta es que nunca los hubo, así, en plural.
Existía El Tapado.
La lista de los “Cardenales”, como se llamaba a los que alcanzaban posición de presidenciables, era siempre conocida, siempre.
Por ejemplo, cuando se acercaba la sucesión de Luis Echeverria y Rubén Figueroa, cacique a la vieja usanza y gobernador de Guerrero, sentencio: “la caballada está flaca”, refiriéndose a los que sonaban como posibles tapados, el mismo Presidente de la república le ordenó a un tabasqueño, Leandro Rovirosa, que hiciera oficial la lista de los precandidatos.
Y así lo hizo el ingeniero Rovirosa (por cierto, con él inicia con velas desplegadas la carrera política de AMLO), enlistando a Mario Moya Palencia, Augusto Gómez Villanueva, José Campillo Sáinz, Eugenio Méndez Docurro, Hugo Cervantes del Río y José López Portillo.
O sea: el hechizo del juego del tapadismo es que todos sabíamos quiénes eran los cardenales, pero solo el Presidente sabía quien era el tapado…

……..
Con AMLO ha regresado el juego del tapadismo, eso es claro.
Incluso términos en desuso han retornado con fuerza a la discusión pública, tales como “el que se mueve no sale en la foto”, o “ni son todos los que están ni están todos los que son”, etcétera.
Fue el Presidente quien trajo de nuevo el juego al ágora.
Es AMLO el único que conoce las reglas nuevas, el único que estira y afloja la lista de cardenales a su conveniencia.
A la original lista de Sheinbaum, Ebrard y Monreal, de pronto añade los nombres de Tatiana, Esteban y Juan Ramón.
Recientemente añade a la Nahle, siempre omitiendo a Monreal.
En los corredores de palacio, los que saben apuestan fuerte a que pronto entrarán a la lista Adán Augusto López Hernández y Martín Batres…
¿Cuál es el sentido del malabarismo prestidigitador de AMLO?
¡Ah!, porque de eso no hay duda ninguna: de que todo esto tiene un sentido, un rumbo, un objetivo y una meta, es evidente.
¿Qué le parece si en la próxima entrega escudriñamos el misterio del neotapadismo siglo XXI estilo 4T…?

SOBRE ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO…
Otro asunto relevante en el que en Rumbo Nuevo nos le adelantamos muy temprano a la comentocracia, fue en el señalamiento de que Andrés Manuel no permitiría ninguna desviación, por mínima que fuese, respecto a los lineamientos del proyecto de la 4T.
Mucho ante de las elecciones del 1 de julio del 2018 avisamos -más bien advertimos-, que quien se equivocase con AMLO, lo iba a pagar caro.
Dicho y hecho.
El hermano de Irma Eréndira Sandoval quería ser gobernador de Guerrero. Ella y su esposo John Ackerman presumían, con razón (y abusaban) de pertenecer al círculo estrecho en torno al Presidente.
Como todo mundo, recibieron oportunamente las señales: el candidato para Guerrero es Félix Salgado Macedonio.
Las pasaron por alto.
Atacaron a Félix por el lado de sus pendientes judiciales, y así les fue.
Gabriel García Hernández tuvo toda la confianza de Andrés Manuel.
Lo convirtió en un hombre de inmenso poder.
Nada menos que el operador del proyecto y los programas asistenciales que son la columna vertebral de la 4T.
350 mil millones de presupuesto, el ejército de “servidores de la nación” bajo su mando y todos los superdelegados estatales reportándole directamente a él.
Demasiado poder.
Gabriel sucumbió a su embrujo.
Vetaba candidatos, impulsaba a otros, dirigía los enormes recursos materiales y humanos bajo su encargo según sus intereses.
Hasta que el Presidente, muy sorprendido, se enteró.
Hasta allí llego el otrora temido Gabriel García.
“No se equivoquen con AMLO”, les advertimos muy a tiempo en este espacio.
Allá ellos…

“La política es la mezcla de cosas que jamás deben confundirse: estupidez y metafísica, fuerza y justicia, religión y ciencia, instinto e ideas, generosidad y egoísmo”. Paul Valery.

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